Las rabiosas criticas actuales al tema de los transgénicos, plasman a la perfección el hecho de que el Dios supremo de toda esa corriente de corrientes, es la pereza.
Desde que empezó la controversia entre el gobierno mexicano y los productores de granos de la unión americana, sobre el argumento de los zurdos mexicanos, apoyados en dichos de académicos y funcionarios mexicanos, en los que el gobierno gringo requirió del apoyo de información científica comprobada que estableciera la certeza sobre el riesgo en el uso de esos granos en la alimentación de ciudadanos mexicanos.
En toda la perorata figuraban la actual presidente, ostentándose como experta en medio ambiente, la pasada directora de Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, ostentándose como experta, igualmente en medio ambiente, y muchos académicos de escuelas de agricultura .
Lo que debieron hacer todos esos rabiosos críticos del tema fue:
Establecer una metodología de elaborar harina con granos producidos con materiales transgénicos, con la harina, alimentar, ratones y cerdos, y metódicamente analizarlos buscando la formación de tumores, células mutagénicas, y demás disfunciones, con metodología científica, analizar los datos estadísticamente y emitir conclusiones.
En el ambiente científico, una vez publicado el documento con descripción de metodología y resultados, es valioso, pero, representa para quien emite el documento, el riesgo de pasar por un ridículo, si hubiere datos o conclusiones falsas, pues la información da herramientas suficientes a opositores para repetir el experimento y contradecir públicamente al emisor,
Eso ya sucedió en Francia, donde un pseudocientifico público un ensayo, con una metodología mas pobre que un anuncio de detergente, concluyendo que la soya transgénica producía tumores en un porcentaje enorme en ratas, y fue obligado a aceptar públicamente, que su estudio era un fiasco.
Acá en Mexicalpan de los asaltos, no tuvieron que ir tan lejos, ni siquiera se atrevieron a hacer experimento alguno, solo con el Cantinflas presente en la mayoría de los maestros universitarios, sintieron que era suficiente.
Por eso, perdieron…
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