La escena es dolorosa, pero a la vez colmada de belleza. Y tal vez aquí se refleje algo que observo en la literatura japonesa: la melancolía y la tristeza siempre están desbordadas de belleza.
Un grupo de niños observa un memorial para las personas fallecidas en Hiroshima. Unos fierros retorcidos se entrelazan como hilos imperturbables ante el paso del tiempo, excepto en un momento: cuando fueron doblegados por el fuego y el dolor de la pérdida.
El filme tiene escenas memorables como el de una anciana con paraguas luchando contra el viento y la lluvia en medio de un paisaje pletórico de vida natural. O la escena de la charla entre esta anciana y una conocida en la que no emiten ni una sola palabra y sin embargo se dicen todo con miradas llenas de paz, comprensión y perdón.
Pero Akira Kurosawa usaría el Stabat Mater RV 621, de Antonio Vivladi, para la escena que les mencioné en primera instancia: Un grupo de niños frente al memorial. La madre dolorosa frente a la pérdida de sus hijos que fueron asesinados, y que no obstante serían la fuerza que impulsara a todo un país a salir adelante de la muerte y renovarse más fuertes que nunca.
El filme dirigido por Kurosawa, se estrenó en 1991, pero sin ninguna intención política o apologética de la guerra, simplemente una historia que retrata situaciones que podemos reconocer. Richard Gere en quizás una de sus actuaciones menos memorables, pero llevado por un genio del cine mundial.
Quién pensaría en vida de Antonio Vivaldi lo que le depararía el futuro a su música. El Stabat Mater fue compuesto en 1712, basado en el texto de Jacopo da Todi en el siglo 13, como un pedido en honor de la virgen de la parroquia de Santa Maria della Pace de Brescia, una pequeña aldea donde nació el padre del compositor.
La espiritualidad inherente en la obra nos demuestra la fe del compositor, pero de igual forma la pericia para componer obras, que por supuesto está más que demostrada a lo largo de toda su obra. Nota curiosa es el hecho que esta obra, junto con otras, cayó en el olvido y no fue redescubierta sino hasta la primera mitad del siglo 20.
Así que numerosas obras, incluida este Stabat, fueron grabadas desde entonces y rescatadas de las manos de cronos destructor. La versión que hoy vengo a sugerirles es de la compañía Harmonia Mundi, con el ensamble 415, la dirección de Chiara Bianchini y la pulcra ejecución del contratenor Andreas Scholl.
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