cholyngarza@yahoo.com
No es nada grato escuchar, conocer, un día sí y otro también a través de noticieros y diversos medios, acontecimientos donde la violencia se ha convertido en una pesadilla para los ciudadanos.
Si tenemos un país grande y maravilloso, del cual recibimos hermosa herencia ancestral donde venían valores culturales, sociales y familiares ¿Qué nos sucedió? ¿Dónde quedó aquel respeto que existía en la convivencia en los seres humanos?
Que nadie se diga sorprendido, porque lo que está sucediendo actualmente en gran parte de nuestro México es en buena parte responsabilidad de todos.
El guardar silencio también equivale a ser cómplice, aunque se entiende muy bien porque existen varios factores que obligan a las personas a callar. El miedo es uno de ellos y es sin duda el más poderoso de todos.
Se empezó a ver el deterioro en la sociedad en los barrios o colonias a través de la formación de pandillas a las que nadie llamaba al orden. El problema fue creciendo hasta llegar a lo que hoy tenemos, la violencia en todos los niveles.
Muchos jóvenes fueron quedando atrapados en la delincuencia, la cual fue creciendo de manera peligrosa. La vagancia, la falta de interés para prepararse para el futuro y poder así encontrar oportunidades en los estudios, fue uno de los factores que hicieron crecer la problemática social que se veía venir.
El no encontrar control o un freno en el seno familiar -muchos jóvenes vivían en hogares disfuncionales- además de un buen ejemplo a seguir, optaron por la vía fácil; la delincuencia.
Algunos menores de edad, empezaron su carrera delictiva muy jóvenes y al ver que les redituaba el “negocio” al que individuos los incluyeron (robo, asaltos entre otros) fueron perdieron el respeto a la autoridad. Sabían que, si los “pescaban”, en unas horas salían de la cárcel por ser menores de edad.
Esos niños crecieron y se fueron convirtiendo en el azote de su colonia con el consabido peligro para la sociedad, ya que fueron extendiendo su dominio; los que sobrevivieron por supuesto.
¿Para qué estudiar y prepararse si ganaban más con lo que hacían mejor? Delinquir fue la mejor elección para muchos de ellos.
Es triste y lamentable reconocerlo, pero cierto.
Las probabilidades de que los grupos delictivos contaron con la protección de autoridades que los dejaban operar, son altas. Y al permitirse, al no poner un alto a quienes no respetaron las leyes, las mafias fueron ampliando sus dominios convirtiendo a los habitantes de no pocas comunidades en rehenes y hasta en víctimas.
El miedo, sentimiento muy legítimo, se apodera de los ciudadanos cuando ven pisoteados sus derechos. Su libertad en riesgo, su patrimonio construido con sacrificio arrebatado, su vida en un hilo ante amenazas de muerte para ellos y familiares; amenazas que sí cumplirán quienes se atreven a lanzarlas.
No es vida, por supuesto que no lo es. Todos indefensos ante semejante situación.
¿Quién por valiente que parezca o se crea no ha sentido miedo, terror, de visualizarse en medio de algo semejante a lo que están viviendo muchos ciudadanos?
Mexicanos que hoy están viviendo la angustia en sus ciudades debido a las masacres que están dejando una estela de dolor y muerte.
El recordar lo sucedido en Coahuila hace unos años, nos sigue estremeciendo y nos causa dolor al revivir escenas de destrucción en nuestras ciudades. ¡Oh, Dios! ¿Qué hicimos para merecer tal afrenta, tal crueldad?.
Ese episodio en la vida de nuestras ciudades, Piedras Negras y Allende, no se borra de nuestra memoria, como tampoco el recuerdo de personas inocentes que fueron desaparecidas.
La vida sigue, es cierto; pero el dolor está ahí y permanecerá en nuestro corazón por siempre. Sigue viva la flama de la empatía y solidaridad con cada familia que día con día eleva su mirada al cielo, orando por la única y verdadera justicia que quizás tarde, pero un día llegará.
29 capos fueron trasladados de México a Estados Unidos para ser juzgados en el vecino país. En ese grupo van los hermanos Treviño con sus alias, Z40 y Z42 jóvenes que eligieron el camino equivocado y causaron mucho daño al igual que quienes torturaron y dieron muerte al agente de la DEA, Kiki Camarena.
El historial que guardan los expedientes de cada uno, no debe ser cualquier cosa. Confiemos en que la justicia llegue al fin aplicando la ley y que no sea un convenio amañado para regresar al Mayo a nuestro país.
Definitivamente esta historia aún no termina. Demasiado daño se le ha causado ya al país ante la violencia extrema que se está viviendo.
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