El presidente Andrés Manuel López Obrador intentó justificar la inacción inicial de su Gobierno, ante el impacto de “Otis” en la zona más poblada de Guerrero, el pasado martes 24 de octubre, posteando en redes un mensaje de alerta de 84 palabras, cuatro horas antes de que entrara el huracán.
Su primer mensaje lo publicó a las 20:06 -corrigió ortografía y lo editó a las 20:25-, dos horas después de que su Gobierno advirtió que “Otis” había alcanzado la categoría 4.
Se ubicaba a sólo 135 kilómetros de Acapulco, se desplazaba a 13 kilómetros por hora y podría alcanzar la máxima categoría, con un impacto inminente en la costa guerrerense. La tragedia estaba por ocurrir.
No fueron las únicas alertas que se recibieron de la Coordinación Nacional de Protección Civil. A las 9 AM del domingo 22 de octubre, el Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (SIAT-CT) emitió el aviso de que se había formado la Depresión Tropical 18-E, a 850 kilómetros de Acapulco. Faltaban 63 horas para que, como huracán categoría 5, “Otis” impactara con una fuerza nunca vista a Acapulco y generara el desastre que nadie imaginó.
A las 3PM de ese domingo, evolucionó a Tormenta Tropical. Estaba a 800 kilómetros de Acapulco. El lunes avanzó hacia su destino. A las 9AM del martes 24, estaba ya a 250 kilómetros de Acapulco. Se advertía un riesgo alto para 45 municipios de Guerrero. Se recomendaba “evacuación de las zonas de riesgo” y “puesta en operación de los refugios temporales”.
A las 12PM, “Otis” se convirtió en huracán. Una hora después, aumentó a categoría 2. Se desplazaba a 11 kilómetros por hora. Se decretó alerta roja para 30 municipios de las regiones Sur, Suroeste, Centro y Noroeste de Guerrero.
Para ese momento, de haber hecho caso a las recomendaciones, la población y autoridades tendrían que haber estado “en resguardo total” y restringir toda actividad.
El SIAT-CT advertía que podría alcanzar la categoría 3.
Y así fue. A las 3PM, era ya categoría 3. No sólo giraba más rápidamente, también se movía hacia tierra con más velocidad.
A las 6PM, “Otis” alcanzó la categoría 4 y se advertía que podría alcanzar categoría 5.
A las 9PM, se concretó la amenaza. Estaba a 90 kilómetros de Acapulco y aumentaba su desplazamiento a 15 kilómetros por hora. Se preveían rachas de viento de hasta 270 kilómetros por hora; lluvias puntuales extraordinarias en Guerrero y oleaje de hasta 10 metros de altura.
Se tiene el testimonio que al menos dos secretarios del gobierno de Guerrero —Santos Ramírez Cuevas, de Turismo, y Teodora Ramírez Vega, de Fomento y Desarrollo Económico— estaban en la zona Diamante, en la Convención Minera. A ellos mismos, nadie les había advertido del peligro en el que se encontraban, junto con todos los participantes.
Trabajadores del ayuntamiento de Acapulco revelaron que los dejaron ir a sus casas hasta las 20:07 horas.
Y así, “Otis” arrasó Acapulco.
El Presidente dijo en su conferencia del miércoles que estuvo pendiente de “Otis”.
“Recibí el reporte de las 6:00, luego otro reporte con aviones de estos, “cazahuracanes”, hablando de que se iba a intensificar. Y puse un mensaje como a las 8:00 de la noche, pero me apoyé en lo que se estaba informando, de que iba a entrar de 4:00 a 6:00 de la mañana. Y en la franja costera de Acapulco a Tecpan, esto un poco más de las ocho de la noche”.
Reveló que se mesuró, a pesar del peligro: “Cuando estaba yo escribiendo esto, pensé en decirlo más fuerte, o sea, viene cañón, o sea, algo así, pero dije: no, con esto basta”.
Y el resultado ahí está. Quedará la duda si los mandos militares avisaron a tiempo al Presidente y si éste activó los protocolos. Lo que es claro es que no todos los acapulqueños tienen redes sociales y de ellos, quién sabe cuántos sigan al Presidente. El resto, a la vera de la gracia de Dios.
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