Hay algunas obras que se vuelven mito. Tal es el caso de las Variaciones Goldberg.
Se dice que la obra fue compuesta por encargo de un conde a Bach para que las tocara un alumno de este, durante las noches de insomnio del adinerado noble. Se dice que la suma pagada fueron 100 luises de oro depositados en una copa del mismo precioso metal, cantidad que equivalía a un año de sueldo; se dice que Bach compuso las variaciones sobre un tema que ya existía en su época.
Estas versiones históricas no borran ni oscurecen el hecho de que las variaciones son una obra maestra.
Bach, quien no se sentía atraído por la forma de composición en variaciones sobre un tema, deja con esta obra una obra cumbre.
Hoy en día nos cuesta trabajo mirar el mundo musical sin la presencia omnipresente de Bach. Sin embargo no siempre fue así. Durante 1950 un joven pianista de personalidad única dejó asombrado a un público en Nueva York con su interpretación de las Variaciones Goldberg. Su nombre: Glenn Gould.
Para la época ya existían grabaciones de esta obra, la de Claudio Arrau, por ejemplo. A decir verdad la gran mayoría de las versiones de esta obra son excelentes por el simple hecho de que quien se atreva a grabarla es dueño de un dominio y técnica impecable. Pero la versión de Gould fue un parteaguas en la manera de reinterpretar al genio alemán. Además de eso, la personalidad de Glenn Gould se volvería con el tiempo icónica.
Apenas 9 años duró su carrera como concertista. Luego de eso, se refugió en la soledad y la calma para hacer grabaciones de prácticamente toda la obra de Bach y de compositores como Schoenberg o Richard Strauss. Para Glenn el futuro estaba en las grabaciones y no en la sala de conciertos.
Diagnosticado 20 años después de su muerte con el síndrome de Asperger, la personalidad erudita del pianista canadiense hechizaba. De hablar nervioso, pero lleno de conocimiento; hipocondríaco que siempre llevaba una caja de pastillas para lo que necesitara; con una silla apenas de 30 centímetros de altura con casi nada de asiento; con un canturreo característico que podemos escuchar en sus grabaciones, Glenn Gould rompió los moldes de los pianistas de su tiempo también por su manera de abordar a los clásicos de manera tan personal.
Las variaciones fueron la única obra que grabó dos veces, y fueron la primera y la última. De esta última grabación podemos encontrar un video memorable. Sin duda un genio para la posteridad que actualmente cruza el espacio con su interpretación del Clave Bien Temperado de Bach a bordo del Voyager 1.
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