Un brindis para que alcancemos las metas que nos hemos trazado en este 2025
Sentados en torno de la mesa de la cocina, pasamos la noche del año viejo y recibimos el 2025 mi familia y yo, los Gaytán Saucedo, precisamente en el lugar donde solíamos reunirnos en esa fecha con los abuelos, Josefina y Magdaleno, un par de santos y sabios, que a pesar de no tener instrucción educativa sabían mucho del mundo. Ella sólo estudió hasta el tercero de primaria, era todo lo que había en el rancho de donde era originaria y él sí concluyó la primaria, y según su maestra tenía vocación magisterial, ¿pero luego quién nos va mantener?, exclamó doña Santos, su madre, viuda con tres hijos que cuidar.
Josefina y Magdaleno eran lectores de periódicos, libros y revistas, y de cuanto de cultura estuviera en sus manos, y esa vocación del saber heredaron a sus 11 hijos, todos profesionistas, cuatro de ellos maestros.
Don Magdaleno enseñaba las primeras letras a sus hijos leyéndoles el periódico y señalándoles cada letra, luego los motivaba a plasmar pequeñas palabras en un cuaderno. Ese método hizo que los muchachos no tuvieran que ser obligados, cuanto ya de estudiantes tenían que hacer la tarea u otras actividades propias de la enseñanza oficial.
Recordar a esta pareja de esforzados seres humanos que no sólo fueron ejemplo para su familia, sino por dedicarse en cuerpo y alma a su manutención, cuidado e instrucción, nos lleva a reflexionar sobre el tema del año viejo y el año nuevo, basado en sus conocimientos y el fervor católico que ambos profesaban.
Solían decir que el día 1 de enero era, no para festejar el Año Nuevo, sino dar gracias a Dios por todos los bienes recibidos en el año que se va y dar bienvenida a un nuevo ciclo de 12 meses.
Uno de esos fines de año hacía un frío “siberiano” y obligaba a pasar las últimas horas de la noche en torno de la chimenea con aquellos guisos que preparaba doña Josefina para la ocasión.
Los sabores del cabrito en salsa de jitomate, los infaltables frijoles charros, la sopa de arroz que le quedaba exquisita. Todo con tortillas de harina y de maíz. Sin faltar el ponche y la sidra “pomar” para brindar por el año que viene. Ella era una experta rezandera, con frases que contenían sabios consejos y buenos deseos siempre de la mano de Dios, de su Santa Virgen de san Juan y de san Judas Tadeo
Y si el tiempo lo permitía, ambos solían asistir a la “misa del gallo” en las primeras horas del día primero del año, en la Catedral, para escuchar con devoción al sacerdote, bajo el órgano tocado por Tolano, que difundía por los aires las notas y los cantos propios de la fecha.
“El Año Nuevo se celebra el 1 de enero en la mayoría de los países porque se basan en el calendario gregoriano, que estableció este día igual que su antecesor, el juliano, instaurado por Julio César, emperador romano, dedicado a Jano, el dios de los comienzos y transiciones”, solía decir don Magdaleno.
Recordando sus palabras, esta celebración pagano religiosa es un ciclo de renovación y la oportunidad de dejar atrás el pasado, aprender de las experiencias y mirar hacia el futuro con optimismo. Es un momento para reflexionar sobre los logros, los desafíos superados y establecer nuevos propósitos para el año que comienza.
Que este 31 de diciembre sirva para despedir el año 2024 –la famosa Nochevieja– que simboliza el final de un ciclo y con ello la expectativa de cosas mejores en el año que está por comenzar. Es un momento para cerrar capítulos, dejar atrás las cosas negativas y comenzar con la esperanza renovada.
La celebración del Año Nuevo es una tradición milenaria en todo el mundo: la comida, los fuegos artificiales y la reflexión con los amigos y la familia.
Las lentejas y las 12 uvas
Para una importante cantidad de mexicanos, las lentejas en Año Nuevo están asociadas con la salud y la prosperidad, por ello es que las usamos de muchas formas, tanto para comerlas como para tenerlas en los bolsillos y carteras. Las lentejas no pueden faltar este 31 de diciembre.
Las 12 uvas de la suerte es una tradición española que consiste en comerse 12 uvas a las cero horas del 1 de enero, cuando el reloj de Gobernación en la Puerta del Sol, Madrid, da la última de las 12 campanadas, anunciando el fin del año viejo y el comienzo del nuevo.
Según la tradición, comer 12 uvas al son de las campanadas conduce a un año de buena suerte y prosperidad.
¡Que este 2025 los abrace la dicha, la salud y la prosperidad!
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