Casi nadie se acuerda, pero el único antecedente de violencia previo a las elecciones de Ayuntamientos del 2 de junio en Coahuila, durante las campañas, sucedió en Múzquiz. En el resto de la entidad, por el contrario, trascurrieron estas en relativa normalidad bajo la premisa de que no existe democracia perfecta.

En mayo, durante varios días, la candidata a la reelección por Morena-PT, Tania Vanessa Flores Guerra, utilizó las redes sociales para transmitir un ambiente de crispación, confrontación y polarización que terminó con la Guardia Nacional sitiando el municipio con tanquetas. Un escenario de focos rojos, justo es decirlo, motivado por la inquina sembrada durante todo el trienio entre los ciudadanos con sus acciones y omisiones.

Sin embargo, a diferencia de Arteaga y Frontera donde sí hubo movilizaciones de protesta en los días posteriores a la jornada electoral, en Múzquiz no existieron tales. Por el contrario, y como era previsible, Tania Flores perdió por una diferencia de 17.5 por ciento. Pese a ello impugnó el resultado, alegando básicamente lo que transmitió en vivo desde su perfil de Facebook, publicaciones con la cuales logró miles de interacciones y viralidad.

El jueves de la semana pasada el Tribunal Electoral de Coahuila resolvió el juicio (junto a otros dos de la Región Carbonífera: San Juan de Sabinas y Sabinas), sin que prosperase para los quejosos ni fuese determinante para cambiar o anular algo debido a la distancia de 7 mil 823 votos entre primer y segundo lugar, en este caso PRI-UDC-PRD contra Morena-PT respectivamente.

Mientras la Edil movilizó personas en contra de la autoridad policial, alentó un zafarrancho donde hubo agresiones, expuso a la gente sin importar las consecuencias, y ella misma terminó revolcada y en la clínica, al Tribunal no pudo presentar pruebas ni evidencias concluyentes, sólo argumentos inconexos, infundados, livianos y sin rigor.

Impugnar, se ha dicho aquí antes, es el recurso de los malos perdedores; más que para resarcir derechos, para presentarse como agraviados ante la opinión pública y azuzar a indignados y resentidos, inconformes con el resultado, en tanto negocian prebendas o se acercan otras elecciones. Oportunismo puro.

En el fondo lo que buscan partidos y candidatos perdedores con ello es zafarse de la responsabilidad. Aventar la bolita. Escurrir el bulto. Hacer ver ante quien quiera creerles que sí dan la batalla y, aunque pierden, meten las manos, sólo que las autoridades fallan por consigna en su contra pues favorecen al status quo.

Mientras tanto estamos condenados a que los hechos falsos o imprecisos dominen la agenda pública y a políticos como Tania, que a pesar del rechazo masivo pretende demostrar que no se arredra y, por el contrario, entre más la inhabiliten más se moverá y más ruido hará. Movimiento y ruido, básicamente. Allende las fronteras del municipio que gobierna, pretendiendo ser una piedra en el zapato, en una empresa sin ton ni son.

La belicosidad como estilo personal de gobernar. Uno que, a juzgar por los resultados electorales, no es redituable políticamente (más allá de que, valorado a la luz de otros hechos, es evidente que no conduce a nada positivo).

Ni el tráiler con despensas, ni la supuesta compra de votos del PRI, ni los presuntos actos violentos por parte de la Policía Acción y Reacción (PAR) para inhibir el voto. Nada pudo ser acreditado, como consta sendos juicios resueltos la semana anterior. Inclusive presentó indicios “que por sí mismos no generan convicción, ya que pueden estar manipulados o confeccionados”, como sugiere el expediente. Otros, en cambio, “debe considerarse que pueden ser alterados con facilidad”.

 

Cortita y al pie

Es el modelo Tania; nuevos conflictos donde no los hay, el que convirtió a Múzquiz, otrora un lugar apacible y Pueblo Mágico, en el epicentro del conflicto por excelencia en el estado mediante la degradación pública de la investidura en un Municipio de 75 mil habitantes.

Y acaso hay algo aún más peligroso que no estamos advirtiendo, pues en los tiempos que se viven se da una presunción por cierta: trasmitir en vivo un suceso político es transparentar. Y nada más alejado de la realidad. El fenómeno representa, en todo caso, un reality show, jamás una caja de cristal.

Es el modelo Tania; el dominio del espacio público digital a través de la exhibición de la intimidad. La construcción de una personalidad primero y una narrativa después. Ser alguien en la mente de un colectivo. En su libro “La intimidad como espectáculo” (2008) la argentina Paula Sibilia parte de una premisa: hoy la megalomanía y excentricidad no padecen la misma demonización que antes, cuando se consideraban enfermedades mentales o desvíos patológicos de la normalidad ejemplar.

Se trata de la exaltación de lo banal, una especie de satisfacción al constatar la mediocridad propia y ajena. La celebración del “yo” en la web. Una Alcaldesa que sistemáticamente busca guerra, enalteciendo su apellido materno, aunque la mayoría de las veces termina con suero intravenoso luego de cada mental breakdown.

 

La última y nos vamos

No existe la democracia modélica ya que toda decisión política es una elección entre males. Lo único que le salva es que son mucho peores el resto de las formas de gobierno, como definió Churchill.

Por lo demás, tan falsa es la política sin conflicto como la que sólo es conflicto, como encarnan Morena y PT con sus impugnaciones oficiosas.

En el mundo digital ya no importa la verdad sino el argüende. En el real, afortunadamente, aún queda la razón. El Tribunal Electoral de Coahuila acaba de confirmarlo.