Se habrá imaginado por un momento, la Presidenta electa Claudia Sheinbaum, la herencia maldita que le deja su creador, su tutor, su padrino, su amo. ¿Qué pensará la exjefa de Gobierno, al intentar conciliar el sueño después de enterarse, no sin una profunda molestia, de las más recientes declaraciones contra la 4T, del expresidente Ernesto Zedillo? ¿Hablará con su marido acerca de sus temores y de su incertidumbre, a propósito del estado tan lamentable en que se encuentra, justo a unos días en que el Presidente está a punto de irse a la “Chingada”?
Muchos analistas, politólgos, comentaristas de programas sobre política, se hacen cruces sobre lo que le espera al país con una mujer Presidenta. “‘Está esta idea, porque la dicen muchos columnistas, de que yo no tengo personalidad’, dijo Sheinbaum en son de queja a la prensa este año”. (New York Times) Todo el mundo tiene personalidad, nada más que la suya desconcierta, confunde y frustra, porque la opinión pública no sabe qué pensar ni qué creer en lo que a la dra. Sheinbaum, se refiere. Hasta el momento, cuesta trabajo verla como líder y con pensamiento independiente: “No van a encontrar una confrontación entre el Presidente y yo jamás”. “Voy a gobernar con los mismos principios…”. “Nunca lo voy a criticar…”, etcétera. Claudia está tan segura de sí misma, como dice estarlo cuando le preguntan acerca de cómo será su Gobierno, pero desde que fue electa para ocupar la silla aparece tan desdibujada, tan opacada y sin ningún tipo de liderazgo. Especialmente las mujeres, sin importar su ideología, nos preguntamos hasta cuándo se va a deslindar definitivamente de López Obrador. ¿Por qué ha permitido sin chistar la más destructora de las reformas, la reforma del Poder Judicial? ¿Por qué no protestó cuando el hijo de Miguel Ángel Yunes, el corrupto más desdeñable de los últimos años, entregó su voto para la reforma del Poder Judicial, a cambio del silencio de la 4T en lo que se refiere a los evidentes casos de corrupción atribuibles al exgobernador de Veracruz y a sus dos hijos? ¿Por qué se hace de la vista gorda frente a tanta impunidad que permite su padrino, el Presidente? Este comportamiento tan permisivo no nos inspira confianza a las mujeres; al contrario, nos quita toda la esperanza en el gran acontecimiento que fue la elección de la primera mujer Presidenta de México.
Nada me gustaría más que Claudia Sheinbaum me diera ilusión como una verdadera líder autónoma. Nada me gustaría más que demostrara su capacidad como científica y académica. Como he estado leyendo en estas mismas páginas en cuanto a su libertad de actuar: “¿A qué altura ética colocará Sheinbaum la vara democrática?”, “¿Hasta dónde llegará la democracia durante su mandato?”, “¿Se librará permanentemente de la presión tan tóxica de AMLO?”, Siendo una intelectual más preparada que López Obrador, “¿por qué no se libera de una vez por todas de las ataduras que implica una ‘herencia maldita’?”. Me pregunto si cierra los ojos ante el país en llamas que heredará, y si no se ha convertido en la cómplice del Presidente. “¿Por qué se negará a admitir que en México ha habido más asesinatos que nunca, que Pemex está en quiebra, que no va alcanzar el dinero para las pensiones, para los programas de salud y para los de educación?”, “¿por qué al menos no aparenta estar preocupada?”. Es que a Claudia, no le conviene. Además, no se atreve. Tiene que darle por su lado a López Obrador. Cualquier día opinaría lo contrario de lo que piensa su patrón. Y ahora que Andy López Beltrán, el hijo pródigo y extensión de AMLO, ocupará la Secretaría de Organización de Morena, menos podrá actuar con libertad. Pobre de Claudia, con ese alacrán que tiene en la espalda. Seguramente habrá un Maximato, aunque los de la 4T digan lo contrario. En el sexenio que viene, López Obrador va a seguir dando órdenes a los legisladores, jueces, ministros y magistrados electos por el pueblo. A pesar de todas las acusaciones de García Luna y del “Mayo” Zambada, AMLO está blindado, no le pueden hacer nada. Él se sabe impune, por eso actúa totalmente fuera de la ley. Así ha sido siempre y no va a cambiar nunca, comentan los pesimistas, que no dejan de aterrarme y de quitarme el sueño por lo que se nos espera con Claudia Sheinbaum.
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