A dos semanas de la llamada “elección más grande en la historia del país” y tal como lo comenté la semana pasada en la primera parte de mi artículo, en esta ocasión ofrezco un segundo esfuerzo de análisis, esta vez buscando a los ganadores y perdedores en el plano nacional, resultados y realidades que, como dije anteriormente, distan mucho de la realidad en nuestro estado.
En esta ocasión, plasmaremos el análisis buscando enunciar lo que, a mi parecer, ganaron y perdieron los partidos más importantes, así como los bloques de alianzas con los números de este 2021 en la elección para renovar el Congreso. El comparativo lo haremos una vez más en relación a la última elección similar a esta que fue la de 2018.
En 2018, a nivel nacional, se tuvo una participación muy alta, cercana al 63% sobre el listado nominal, es decir, hace tres años cerca de 56 millones de mexicanos participaron en una elección en donde además del Congreso, se eligió al Senado y al presidente de la república en el ámbito federal. En esta ocasión, a pesar de que se eligieron numerosos cargos en lo local, y que a nivel federal se renovó el congreso, la participación bajó a un 52%, once puntos porcentuales menos que en 2018, lo que significó la participación de cerca de 49 millones de electores en 2021. De entrada, 7 millones de mexicanas y mexicanos que se interesaron en sufragar en la presidencial, no se interesaron en participar en “la elección más grande de la historia”.
Arranquemos el análisis con el Partido Acción Nacional. En 2018 el PAN, en alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano, ganaron 68 de los 300 distritos federales, y obtuvieron el 26% de los votos en el país a través de 15 millones de personas que les dieron su confianza. Ya con los escaños de representación proporcional, el PAN por sí mismo se convirtió en la segunda fuerza en el Congreso con 77 curules de las 500 representadas por sus militantes.
Para 2021 el Partido Acción Nacional participó en alianza una vez más con el PRD y lo que para muchos significó la unión del agua y el aceite, en un claro esfuerzo de generar un bloque opositor a Morena, se alió con el PRI en 219 de los 300 distritos en que compitieron. De los 81 distritos en que participaron sin coalición, el PAN obtuvo el triunfo en 33, lo que les representó un 7.8% de la votación total y 3.8 millones de sufragios. En coalición ganaron en 63 demarcaciones territoriales de las 219, con lo que en suma, obtuvieron 111 diputados de los 500 en la cámara ya contando a los de representación proporcional. El PAN sumó gracias a la alianza 34 diputados más en relación a la elección anterior.
En lo que fue la primer elección a gran escala para MORENA como partido y con la fuerza que significó un candidato como Andrés Manuel en las boletas, el partido oficial y sus aliados arrasaron en 2018. Obtuvieron 218 de los distritos de mayoría en conjunto con el PT y Encuentro Social y 256 de las 500 ya con plurinominales. El partido del presidente, sin aliados, obtuvo la mayoría simple de la cámara en un triunfo que fue por demás avasallador con 24 millones de votantes que significaron 43% del total.
Para este 2021 una vez más se convierten en el partido con mayor número de triunfos, 185 de mayoría en alianza con el PT y el Verde y 197 ya sumando los espacios de representación proporcional. Aún y cuando el triunfo es muy claro y mantienen por mucho la mayoría en el congreso, es importante señalar que pierden 33 curules de mayoría y reducen su representación en 59 escaños en la cámara tomando en cuenta los plurinominales, lo que hace que por sí mismo, el partido pierda la mayoría simple de la cámara y sus votos pasaron de 24 millones y el 43% del total a 19 millones y 39% de los votos ejercidos.
El Partido Revolucionario Institucional en 2018 participó en alianza con el hoy desaparecido Nueva Alianza y con el Partido Verde. Ambos partidos o liderazgos que posteriormente formaron alianzas con el partido hoy en el poder. En aquella elección el PRI ganó solamente en 14 de los 300 distritos y obtuvo con los espacios de mayoría relativa 48 curules. Lo anterior significó que, en la peor elección de la historia del que era en ese momento el partido en el poder, obtuvieran solamente 11 millones de votos y 20% de confianza del electorado.
En 2021, el otrora partido grande de México, recupera algo del terreno perdido. Obtienen 11 de las diputaciones buscadas sin alianza, cinco de las cuales las obtienen en Coahuila, y con las 63 que se ganaron en coalición, logran sumar 69 curules en el congreso como partido ya sumando las de representación proporcional, 21 más que hace tres años.
Como bloque, MORENA y sus aliados, el PT y el Partido Verde Ecologista de México obtuvieron 279 espacios de los 500 en el Congreso, contra 334 que tienen, sumando al PES, en la actual legislatura. Una pérdida de 55 espacios como bloque y pasaron de 24.3 millones de votos a 20.4 millones de sufragios, es decir de un 43% a un 42.6% del total de la votación.
Por su parte, el bloque PAN – PRI – PRD obtiene 197 de las 500 curules, 60 más que hace tres años y pasan de 26.4 millones de votos que obtuvieron sin coalición a 19.3 millones en este año como coalición y de un 47% de confianza del electorado por separado a un 39.5% como bloque.
En resumen, MORENA pierde la mayoría calificada pero se mantiene como el gran triunfador de la elección federal, mantiene la mayoría simple y pierde de manera marginal contra un bloque que pretendía arrebatarle mucho más que lo que ganaron. Como bloque, el PAN – PRI –PRD logran ganar en algunos distritos gracias a que no dispersaron sus votos, pero pierden en confianza y votos en lo general. Aún cuando en la práctica obtuvieron un mayor número de curules, es importante darnos cuenta que en número de votos y en proporción de los mismos pierden mucho en relación a lo ocurrido hace tres años. Los resultados por lo tanto, pueden ser engañosos sin un análisis más profundo.
Los resultados del 6 de junio solo significan un respiro para la oposición. El objetivo a corto plazo del bloque opositor de quitar la mayoría calificada al presidente se obtuvo, pero si como bloque quieren obtener resultados más ambiciosos a mediano y largo plazo, deberán replantear su estrategia para recuperar y ganar al electorado que no ven un contra peso o una opción confiable en ellos en este momento.
Aunque ni Andrés Manuel, ni el bloque opositor lograron los resultados que esperaban, los números son fríos y demuestran que el electorado sigue votando por un presidente que considera que es peor ser de clase media y tener títulos universitarios que ser parte de la delincuencia organizada, un presidente cuyos resultados en materias de seguridad, salud, economía y manejo de la pandemia han sido catastróficos. El partido de Andrés Manuel mantuvo la mayoría simple y ganó 11 gubernaturas a pesar de los recortes al presupuesto federal en temas prioritarios, a pesar de que cada mañana reconoce ser el representante solamente de una parte de la población y no de la nación entera. Este mismo presidente, al no saber gobernar, día tras día seguirá haciendo lo que mejor sabe hacer, campaña política, tema en el que indiscutiblemente obtiene aprobación y con mención honorífica. ¿Qué hará el bloque opositor para ganar la confianza del elector? No será tarea sencilla; entre muchas otras tareas a considerar, los legisladores deben demostrar que sí son oposición en el Congreso y no terminar rendidos a los pies de Andrés Manuel, en tanto que los partidos de oposición que han sido favorecidos con el voto en cualquier nivel de gobierno, hoy más que nunca están obligados a dar buenos resultados.
Gran reto el que tiene el bloque opositor rumbo al 2024.
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