Coahuila
Por María José César
Hace 1 hora
“SER agradecido no es una oración que haces antes de cada comida, es una manera de vivir”
Autor desconocido
La histórica tradición cristiana del día de Acción de Gracias o “Thanksgiving” surge en Estados Unidos alrededor de 1623. El gobernador de Plymonth, Massachusetts, impulsó a los recolectores de todas las cosechas, junto con sus esposas e hijos, a dar gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas. Esta petición se fue repitiendo hasta que se proclamó oficialmente una festividad.
George Washington, el primer presidente de Estados Unidos, escribió una proclamación de acción de gracias en la cuál el expresó que es “nuestro deber como personas con reverente devoción y agradecimiento, reconocer nuestras obligaciones al Dios todopoderoso, e implorarle que nos siga prosperando y confirmando las muchas bendiciones que de Él experimentamos…”. Años después, Abraham Lincoln proclamó en el Congreso un día nacional de acción de gracias, y así fue como el último jueves de noviembre se proclama el día nacional como un día de acción de gracias y adoración a nuestro padre benefactor.
Me parece maravilloso que exista una tradición que haga que todo un país se una en familia, reconozca las maravillas y bendiciones que Dios nos ha dado y que agradezca todo lo que recibimos de él, misericordias y bendiciones. Pero, creo que deberíamos de hacerlo una virtud diaria. No basta juntarnos un día al año para reconocer todas las maravillas de nuestra vida, el agradecimiento debe vivirse todos los días.
En mi familia decidimos esta ocasión realizar una comida en acción de gracias, pero creo que es importante que nos olvidemos que lo importante no es la comida, lo importante es estar unidos y AGRADECER a Dios y a nuestros seres queridos su presencia y amor en nuestra vida. No hace falta tener una cena o una comida para vivir el día de acción de gracias. Lo importante es ser agradecido, pensar en todas esas cosas por las cuales agradezco, por las cuáles me siento bendecido.
¿Cómo agradecer? Agradece todo, lo grande y lo pequeño, todos los días. La oportunidad que tienes hoy de vivir es un milagro y es un regalo por el cual tienes que estar agradecido. Agradezcamos la vida, la naturaleza, la salud, la falta de salud (agradece poder ser instrumento en el dolor y poder ofrecer ese sufrimiento por otros y para consolar el corazón de Dios), nuestros seres queridos, los amigos, el trabajo, la ausencia de trabajo (que te hace implorar a Dios), las necesidades (que te hacen buscar a Dios), los dones físicos, emocionales, espirituales y materiales, las vivencias de amor, el don de una familia y de poder ser hijo, hermano, padre, esposo, esposa, madre, abuelo. Tantas cosas que podemos agradecer. Habla desde tu interior, siéntete agradecido y dale gracias a Dios. Agradécele a los que quieres lo que nace de tu corazón.
Te comparto una oración que puede servirte de apoyo para agradecer.
“Gracias, Señor Gracias, Señor, por la paz, la alegría y por la unión que los hombres, mis hermanos, me han brindado, por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron, por esa mano oportuna que me levantó.
Gracias, Señor, por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por ese corazón de amistad, cariño y amor que me dieron.
Gracias, Señor, por el éxito que me estimuló, por la salud que me sostuvo, por la comodidad y diversión que me descansaron.
Gracias, Señor, … me cuesta trabajo decírtelo, … por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión, por el insulto y engaño, la injusticia y soledad por el fallecimiento del ser querido. Tú lo sabes, Señor cuán difícil es fue aceptarlo; quizá estuve a punto de la desesperación, pero ahora me doy cuenta de que todo esto me acerco más a Ti. ¡Tú sabes lo que hiciste!
Gracias, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti y en los hombres; por esa fe que se tambaleó, pero que Tú nunca dejaste de fortalecer, cuando tantas veces encorvado bajo el peso del desánimo, me hizo caminar en el sendero de la verdad, a pesar de la oscuridad.
Gracias, Señor, por el perdón que tantas veces debería haberte pedido, pero que por negligencia y orgullo he callado.
Gracias, Señor, por perdonar mis omisiones, descuidos y olvidos, mi orgullo y vanidad, mi necesidad y caprichos, mi silencio y mi excesiva locuacidad.
Gracias, Señor, por dispensar los prejuicios a mis hermanos, mi falta de alegría y entusiasmo, mi falta de fe y confianza en Ti, mi cobardía y mi temor en mi compromiso.
Gracias, Señor, porque me han perdonado y yo no he sabido perdonar con la misma generosidad.
Gracias, Señor, por indultar mi hipocresía y doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido, pero que sé en el fondo no es más que engaño a mí mismo. Gracias, Señor, por disculpar esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé y esas manos que no tendí y esa mirada que desvié, esos oídos que no presté, esa verdad que omití y ese corazón que no amé.
Gracias, Señor, por esa protección con que siempre me has preferido y te suplico muy encarecidamente por tu amor, disculpes mi silencio y cobardía.
Gracias, Señor, por todos lo que no te dan gracias, por los que no imploran de tu ayuda y por los que no te piden perdón, no abandones las obras de tus manos, y que llenes mi vida de esperanza y generosidad.
Señor, Gracias por permitirme vivir el día de hoy y por tantas bendiciones”.
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