Nacional
Hace 7 meses
Por: Francisco Rivas
El pasado 19 de mayo se llevó a cabo el último debate presidencial. Como se pudo observar, el formato no favoreció una verdadera explicación de las propuestas ni una discusión de ideas para entender qué plataforma tiene la mayor probabilidad de lograr resultados.
A pesar de las limitaciones que impone el formato, las candidatas tampoco mostraron interés en expresar cómo sería su estrategia de seguridad. Las ideas fueron sumamente decepcionantes, ambas expusieron generalidades poco originales y una de ellas dio un dato falso tras otro.
Sheinbaum habló de resultados de la estrategia nacional de seguridad, mostró gráficas en las que se destacaban reducciones del homicidio y el secuestro e insistió en que, gracias a ella, en la capital del país hubo una reducción del 58% en los delitos de alto impacto.
Lamentablemente nada de ello es real. A nivel nacional no se puede afirmar que haya existido una estrategia de seguridad ni que las acciones de este Gobierno hayan logrado reducir delitos.
Con base en los datos oficiales podemos observar que en este sexenio el homicidio doloso creció casi 40% respecto al anterior y casi 60% respecto al de Calderón.
Por lo que refiere al secuestro, la reducción que se presenta en datos oficiales es del 40% y no el 80% del que habló Sheinbaum. Además, dichas reducciones fueron efecto de los subrregistros y no de una mejor atención al delito.
Los datos oficiales desmienten que en la capital los delitos de alto impacto hayan bajado 58%. La estadística demuestra que estos se comportan de la misma manera desde 2015 y que tanto el homicidio doloso como el feminicidio crecieron 16% y 35% respectivamente.
Sobre la desaparición de personas, Sheinbaum también mintió cuando afirmó que en Ciudad de México existe un modelo efectivo para localizar a quien desaparezca pese a que en su administración éstas crecieron 1,359 por ciento.
Nadie explicó cómo recuperarían el territorio nacional para evitar el surgimiento de nuevas fosas clandestinas ni de qué manera garantizarían el acceso a la justicia para los deudos.
Ambas candidatas hablaron de cooperación entre autoridades, fortalecimiento institucional, mejora salarial para los policías, pero en ningún caso hablaron de qué modelo seguirían para fortalecer a dichas instituciones, cómo llevarían a cabo el proceso, cuáles serían los indicadores para evaluarse, cuánto nos costaría o de dónde saldrían dichos recursos.
Gálvez habló de desmilitarizar la seguridad, asumiendo que ello se logra con sólo dar una instrucción. Sheinbaum omitió hablar del tema.
La candidata morenista habló de los programas de transferencia directa de dinero como parte de una estrategia de prevención, pese a que ninguno de ellos ha tenido un efecto de reducir los delitos. De hecho, decidió ignorar que los principales factores que inducen a las personas a delinquir son la impunidad, la violencia familiar, la dependencia de sustancias, la informalidad y la falta de acceso a la educación, temas en los que su administración y el gobierno federal fracasaron rotundamente.
En ningún momento se habló de combatir el lavado de dinero o de debilitar los recursos de los grupos delictivos. Tampoco explicaron cómo combatirían la extorsión; la trata y el tráfico de personas, el robo a transporte de carga; de hidrocarburo, en la vía pública o en el transporte público; la minera y la pesca ilegal; la tala clandestina; el contrabando; la piratería; la venta de especies protegidas; el secuestro; las violaciones; la violencia familiar.
Es decir, fue un debate sin un verdadero debate ni ideas, pero plagado de mentiras.
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