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Coahuila

Un coahuilense en la Presidencia: Roque González Garza

Por Sandra Rodríguez Wong

Hace 3 dias

El 23 de marzo de 1885, nació en el seno de una familia coahuilense un hombre cuya vida estaría marcada por los vaivenes de una nación en lucha: Roque González Garza. Su ascenso a la Presidencia de México, durante un periodo de convulsión social y política, fue el de un líder que, además de revolucionario, fue el de un dirigente que buscó reformar un país resquebrajado por las injusticias.

La Revolución Mexicana, que comenzó en 1910, fue un periodo de grandes cambios y agitación en el país. González Garza se unió a las fuerzas revolucionarias, motivado por el deseo de combatir la dictadura de Porfirio Díaz y luchar por los derechos de los campesinos y trabajadores.

Inició su carrera política en 1908 y se convirtió en partidario del antirreeleccionismo liderado por Francisco I. Madero. Participando en la Batalla de Casas Grandes y en la toma de Ciudad Juárez, se convirtió en un líder carismático y capaz de movilizar a las masas. Su intervención en el movimiento lo llevó a adquirir experiencia militar y política, convirtiéndose en un importante general del Ejército Constitucionalista.

Fue diputado federal por Coahuila en 1912 y, después de la decena trágica, se unió a la División del Norte, contra el usurpador, y participó en la Convención de Aguascalientes. González Garza llegó al poder en 1914, tras la renuncia de Victoriano Huerta, como Presidente provisional. Su Presidencia significó un respiro para las esperanzas de un pueblo cansado y en un momento de gran inestabilidad política.

El presidente Roque González adoptó una postura firme en favor de los derechos de los campesinos y los trabajadores. Desde su breve mandato impulsó reformas agrarias y laborales, abriendo el camino a la participación popular en la gestión del país. A su alrededor resonaba el eco de la Revolución: un movimiento que no sólo buscaba derrocar un régimen, sino también reconstruir el tejido social.

Su Presidencia se esforzó por reconciliar a las facciones revolucionarias y sentar las bases para una transición pacífica –aunque fue duramente cuestionado por ello–. González Garza representó la lucha por la justicia social y la democracia en México, y su participación en la Revolución Mexicana sentó las bases para las reformas políticas y sociales que seguirían en las décadas posteriores.

Su legado también se ve reflejado más allá de los meses en los que asumió el poder, ya que, tras su Presidencia, volvió a las tropas y, años más tarde fue nombrado general de división y presidente de la Legión de Honor Mexicana y, hasta 1922, nuevamente diputado federal.

Se dedicó también a la educación y se convirtió en un destacado publicista, usando su pluma para seguir defendiendo los valores por los que había luchado. González Garza es testimonio del fervor que caracterizaba su tiempo; participó en la militancia política y fue voz activa en la lucha por la justicia social.

Hoy en día, la participación de González Garza en la Revolución Mexicana es recordada como un ejemplo de compromiso y valentía. Aunque su figura no siempre ha estado en el centro de la narrativa histórica, el impacto de su labor se siente aún en el México contemporáneo. Las reformas impulsadas durante y después de la Revolución han dejado huella en la estructura política y social del país.

La herencia de su trabajo se traduce en un México donde, a pesar de los retos persistentes, la voz del pueblo sigue resonando en la esfera pública.

Este 23 de marzo, a 138 años de su nacimiento, recordar su figura y su influencia en la lucha por México nos enseña que los sueños de justicia e igualdad son, en efecto, posibles a través de la acción. Pero para ello, es preciso luchar con el valor necesario de buscar transformar nuestra realidad.

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