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Coahuila

Un barrio tlaxcalteca y el primer bombero de la ciudad

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 1 mes

El Barrio de Escobedo forma parte de la antigua traza original tlaxcalteca. Abarca una importante zona, entre General Cepeda y Manuel Acuña. Así como sus afluentes, las callecitas que lo cruzaban: Bravo, Morelos, Miraflores, el Callejón del Beso y Mina.

De esta última calle desciende otro famoso barrio, Santa Anita, que, junto al Ojo de Agua, son considerados como los primeros conjuntos habitacionales de su tipo desde la misma fundación de ambos pueblos, el tlaxcalteca y el español, cuya línea divisoria era la gran acequia, zanja o canal artificial por donde se conducía las aguas para regar y para abastecer a la población, que con el paso del tiempo se convirtió en la calle Allende, tal cual ahora la conocemos.

Para narrar parte de la historia contemporánea de esta porción de la calle Escobedo, nos ubicamos en la famosa peluquería de don Nicolás Galindo, que por más de 70 años se mantuvo en el mismo lugar de Escobedo, casi esquina con Morelos. Ahí nacieron los 11 hijos del matrimonio formado por don Nicolás Galindo Cervantes y Carmen Leyva Rodríguez. Algunos de los hijos le dieron por la peluquería: Lalo, Donato, Rafael y Manolo. La familia Galindo Leyva se componía de cuatro mujeres y siete hombres. Ahí, en la misma casa donde se localizaba la peluquería, nacieron los muchachos. Eran vecinos de los Galindo Leyva, la familia de don Virgilio Verduzco, quien fuera por muchos años oficial mayor de Gobierno del Estado, en Morelos y Pípila. El licenciado Moncada, maestro y litigante de gran prestigio. La familia de Ramiro Rojas, que fue líder de la Sección 12 del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social.

Frente a la peluquería Galindo había una gran tienda de abarrotes que daba abasto a los mayoristas y al público en general, propiedad de Anastasio Cabello; le ayudaba su hermano Jerónimo y, como eran solteros, los atendían sus hermanas Rosa y Jovita. A la vuelta de Escobedo, hacia el sur de Morelos, José Pérez Maldonado atendía también una gran tienda. Y hacia el norte en Pípila y Morelos, otro comercio, El León de Oro, de don Martín Valdés. También era vecina de los Galindo, una familia de apellido Contreras, todas personas muy queridas, como don Enrique. En la esquina de Miraflores y Escobedo se localizaba el taller de reparación de calzado de Manuel Alvarado, a quien auxiliaban sus hermanos Isidro y Polín. Ahí eran ayudantes Isabel y un hermano de este, a quien le decían “El Maestro”. Hacia el norte de Miraflores vivió por muchos años Enrique “Pipo” Linares, el famoso cantante mexicano que surgió de la barriada de Escobedo, hacia el estrellato en una meteórica carrera artística. Hacía el norte de Escobedo, por Miraflores, existe todavía una hilera de casas antiguas, en una de ellas habita Sabino Cárdenas, todo un personaje de la barriada. Más adelante hacia el poniente se ubica el famoso Callejón del Beso, un angosto pasadizo que conecta con el barrio de Santa Anita.

Ahí mismo, en la calle Escobedo, muy cerca de la peluquería de los Galindo, habitó la familia de don Albertano Monsiváis, quien fue el primer bombero que tuvo la central que operaba en la fábrica de tractores International Harvester, y que daba servicio a la ciudad, quien portaba en su quepí el número dos (gorra cilíndrica o ligeramente cónica, con visera horizontal, que como prenda del uniforme usaban militares, policías y bomberos). Y usted se preguntará que, siendo el bombero número uno, por qué lo anunciamos como el dos: simple y sencillamente porque el gerente de la planta, que era comandante en jefe, utilizaba el casco con el número uno.

Don Albertano era muy condescendiente, “buena onda”, como se dice ahora, pues no sólo cargaba con sus hijos, sino con algunos vecinos pequeños en la máquina apagafuegos para ir a irrigar con la motobomba el estadio Saltillo, en las calles Salazar y Ramos Arizpe; era la época de la Liga Central Mexicana.

Por Escobedo y Miraflores había un mesón, estacionamiento de carretas que era además un centro de venta de leña. Los sábados era el día de mayor movimiento, pues los adultos y los pequeños de la barriada tenían la sana costumbre de bañarse los sábados únicamente; lo atendía don Marcos Tobías. Junto al Callejón del Beso se localiza la casa de don Enrique Prado de León, quien nació ahí, muy cerca de las dos cantinas que tenía Mina y Escobedo: El Río Verde y El Venadito, una frente a la otra.

Frente a El Venadito había un expendio de petróleo propiedad de don Luis López Espinoza y Antonio Ledesma de López. Fueron vecinos de los López un señor de nombre Pascual, que era inspector de salud pública; así como don Francisco Cardona, los Yeverino, el fontanero Arnulfo Salas y los Murguía.

La calle Mina lucía un empedrado hasta cierto punto uniforme y de corte colonial, igual al de la calle Hidalgo de la antigua traza española.

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