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Coahuila

Tres mujeres: una sola voz

Por María del Carmen Maqueo Garza

Hace 6 meses

La literatura mexicana ha recibido una gran noticia: Cristina Rivera Garza, escritora tamaulipeca, será galardonada con el Pulitzer en la categoría Memoria o Autobiografía por su libro El Invencible Verano de Liliana. Obra de género híbrido, entre crónica literaria y autobiografía, nace como una necesidad en la autora, después de la muerte de su hermana que finalmente se cataloga como feminicidio, pero que, durante 20 años, permaneció en un limbo. Fue la dedicación de Cristina, quien partió de muy pequeñas evidencias que dejó su hermana: recaditos, hojas sueltas en un diario, cartas y mensajes, como comenzó un lento pero amoroso proceso de reconstrucción de una realidad que nadie conocía a fondo. Con la ayuda de algunos personajes del pasado de su hermana, Cristina logra hilvanar uno a uno los retazos de historia hasta darle un cierre apropiado, tanto para la memoria de su hermanita, como para consuelo propio y de su familia. Premio criticado en Palacio, para variar.

Casualmente esta distinción coincide con dos hechos por demás lamentables: Desde la Mañanera se ridiculiza la incansable labor de Ceci Flores, madre buscadora, tras el hallazgo de lo que pareciera un crematorio clandestino en Iztapalapa, Edomex. Después de que el presidente López Obrador se negó en dos ocasiones a recibirla en sus oficinas, al día siguiente de que el grupo de buscadoras notifica a las autoridades el hallazgo de restos óseos calcinados y la sospecha de un crematorio clandestino, desde su palestra el ejecutivo se mofa de ellas, ridiculizando sus hallazgos. No toma en cuenta que, por años, este grupo de madres buscadoras viene haciendo el trabajo que, en esencia, corresponde al Estado. Ellas lo emprenden utilizando su tiempo, sus recursos monetarios, y sacrificando su tranquilidad y la convivencia con sus familias.

La tercera voz que quiero traer a este espacio es la de María Amparo Casar, analista política y directora de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Ella publica su libro Los Puntos Sobre las Íes, donde hace una evaluación documentada del actual Gobierno, y tres días después es expuesta desde Palacio, en voz del Presidente y en el portal de la Presidencia de México, como una mujer corrupta que –según López Obrador– persigue delitos en los que ella misma incurre. Se refiere a una pensión por viudez que ella percibe desde hace 19 años, a raíz de la muerte de su esposo, alto funcionario de Pemex, lo que ahora buscan hacer pasar como un cobro fraudulento. Además de la acusación hecha al vuelo, difundieron el expediente completo del caso, donde aparece información confidencial suya y de sus hijos, que se puso, indebidamente, al alcance de quien quisiera conocerla.

Tres mujeres y una sola voz: el reclamo airado de que, si las autoridades correspondientes no están en capacidad de resolver problemas como son la desaparición, el feminicidio y la corrupción, que al menos las dejen trabajar a ellas, las que se parten el lomo en la búsqueda de respuestas. Que no las ataquen o las ridiculicen, y mucho menos las expongan al escarnio público ni las arriesguen a sufrir violencia personal o patrimonial.

Recién terminé, con años de diferencia, una segunda lectura del libro La Elegancia del Erizo, de Muriel Barbery, publicado en español en el 2010. Como los tamales recalentados, hallé la relectura mucho más sabrosa que la primera. Se trata de un ensayo que se percibe muy autobiográfico, en el que dos voces narradoras, una mujer madura y una púber de casi 13 años, hacen una revisión de lo que significa el sentido de la vida en el tercer milenio, qué problemas enfrenta y cómo habrá de manejarse esa idea de la muerte que ronda nuestro imaginario. La autora habla del arte en general, y de la literatura en particular, como dos formas de hallar cómo otorgar trascendencia a los actos propios, para así seguir con ganas de vivir de modo entusiasta, en el entendido de que hay un punto final, llamado muerte, el cual no está en nuestras manos determinar. A partir de esa idea central sabemos que las tres voces traídas hoy a este espacio tienen una razón para luchar por hacer valer la verdad. Lo llevan a cabo a partir de un mundo interno tal, que les permite reinventarse tras cada situación adversa. Llaman a actuar desde dentro para hallar el punto de coincidencia con los demás, al margen de las diferencias de origen, estrato socioeconómico y otros factores que, a fin de cuentas, no son definitivos para establecer metas ni lazos afectivos en la carrera por conseguir los sueños.

Me quedo feliz por Cristina Rivera Garza; inquieta por Ceci y por María Amparo, con mi abierta solidaridad a sus justas causas. Apostando todo a que, finalmente, la verdad prevalezca.

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