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Coahuila

Traición anunciada

Por Cholyn Garza

Hace 3 dias

Nadie debería sentirse sorprendido ante lo recientemente sucedido en nuestro país.  El golpe mortal propinado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación bien pudiera ser la culminación de una traición largamente anunciada y dirigida a las instituciones, por quienes ansiaban llegar al poder.

Un poder que anhelaban y no precisamente para servir al pueblo sino para servirse de él para sus propios fines.

Lo que estamos viviendo hoy en México, me hizo recordar uno de los discursos de Michelle Obama haciendo referencia a que “los candidatos no cambian cuando toman posesión”. Mucha razón existe en el mensaje.  “La presidencia no cambia quien eres, sólo revela quién realmente eres”.

Algo muy cierto pero que no se alcanza a dimensionar el riesgo que lleva consigo una campaña impregnada de resentimiento, de coraje, de mucho odio, que se va manifestando en cada discurso.  No son palabras dichas al viento, no, son frases hechas para sembrar sentimientos mezquinos en la población.

La polarización es peligrosa y lo saben quienes la practican; los que se dicen luchadores sociales, activistas, y se consideran los únicos que tienen la razón.  Expresan comprensión a los pobres, y señalan responsables a quienes aborrecen.  Les hacen creer a los ciudadanos que el sufrimiento, la pobreza en que viven no es culpa de ellos sino de quienes los han marginado.

Lanzan toda clase de difamaciones y mentiras en contra de sus opositores a quienes culpan de todo lo malo que pasa en el país. Son incapaces de reconocer lo bueno que se haya hecho en el pasado.

En su obsesión destructora van depositando la semilla de la maldad a su paso.  Rencor, coraje, odio los acompaña durante lo que ellos consideran “su lucha por el bienestar del pueblo”.

Porque hay que decirlo, la ideología que practican no da bienestar a ningún pueblo, a ninguna nación.  Sólo basta dirigir la mirada hacia los países que han caído en las garras del socialismo o del comunismo.  Dictaduras que oprimen a la población.  Países que fueron prósperos un día ya lejano, hoy, padeciendo muchas limitaciones.

Desafortunadamente cuando la gente se da cuenta de lo que han perdido por causa de las mentiras, infamias y traiciones, ya es muy tarde.

Los dictadores cuando tienen el poder, difícilmente lo quieren dejar.  Habrá elecciones, a su manera, a su conveniencia.  Sumen al pueblo en la miseria y coartan los derechos de los ciudadanos.

Un candidato que en campaña se atreve a gritar “al diablo con las instituciones” ha enviado un claro mensaje a los ciudadanos: que no va a respetarlas, por lo tanto, las va a destruir tarde o temprano.  Sus palabras deberían interpretarse como lo que realmente es, un individuo haciendo campaña mostrando el reflejo de lo que sería como gobernante: Un verdadero peligro para su país.

Pero no, eso no pasa porque ese “pueblo bueno” no cree que los pueda traicionar un individuo que arroja tanto lodo a sus contrincantes y con tanta vehemencia.  Es tal la fuerza del mensaje que lanza el candidato que sus seguidores se emocionan.

Promete acabar con la corrupción; meter a la cárcel a los corruptos; acabar con la pobreza porque por el bien del país “primero los pobres”.  Lo malo es que no especifica quiénes son esos “pobres”.  Y ¡oh, sorpresa! muy pronto quedan al descubierto los grandes negocios en familia, cómplices, amigos, que se convierten de la noche a la mañana en los nuevos millonarios.

Nadie imaginó ver a Cuba en las condiciones que se encuentra actualmente.  Menos aún a Venezuela, un país maravilloso -como el nuestro- con riqueza propia. En verdad ¿Nadie observó que López Obrador repetía las mismas frases de Chávez? ¿y de Maduro?

Peor aún, el mismo estilo de gobernar. Destruir para apoderarse de lo que no les pertenece y gozar de lo que tanto decían odiar: La riqueza.

La destrucción de instituciones, el no acatar leyes que emanan de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la pretendida desaparición de la Suprema Corte y todo lo que ello conlleva, debe verse como una traición a la patria.  Aún creo en la justicia y confío que no todo está perdido.

Nuestro México tiene gente preparada, expertos en leyes, con doctorados y aman esta maravillosa tierra; como la amamos millones de mexicanos que no votamos por una dictadura.

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