Coahuila
Hace 2 semanas
ESTIMADOS LECTORES Y LECTORAS:
¿Alguna ves has sentido que tus hijos no te respetan, que te ignoran, no te ven y, si te ven, es como si no existieras? Hundirte en la tristeza no resuelve la problemática. TE MENCIONO ALGUNOS PASOS QUE PUEDEN AYUDAR A MANTENER LA CALMA, QUE ES LO MÁS DIFÍCIL, pero puede ayudarte con hijos ya mayores de edad.
No reacciones con ira, haz una pausa y reflexiona.
Cuando nos sentimos con falta de respeto con las personas que criamos, el dolor es profundo, y es natural querer reaccionar y decirles: “¿Cómo puedes tratarme así después de todo lo que he hecho por ti?”. Antes de reaccionar, es bueno tomarse, como ya comenté, una pausa y reflexionar, ya que reaccionar impulsivamente puede salir contraproducente.
Procura mantenerte independiente lo más posible, cuidar de tu salud es tu responsabilidad, no les dejes a tus hijos esa tarea de cuidarte por tu irresponsabilidad de no cuidarte, haz ejercicio, manténte activa, activo, no querrás depender de tus hijos si te mantienes sentado todo el día. Nunca es tarde para empezar a estudiar un oficio, asistir a grupos de tu edad y convivir. Camina, aunque sea despacio. No te encierres en tu casa, aún estas viva, vivo, no todo es hacer el quehacer y cocinar para la familia. Piensa en ti, no importa que tengas 90 años, los años se llevan en el alma. Sé joven de espíritu y sigue poniendo el ejemplo a tus hijos hasta el final, vive. Acepta siempre las invitaciones de tus hijos, te lo mereces.
Te cuento el ejemplo del señor Tanaka, un maestro ya jubilado en sus años 70´s
Sus hijos casi nunca lo visitaban y apenas le hablaban, un día más que no recibía noticias de ellos, su frustración estalló. Y quiso gritarle a uno de sus hijos: “¿acaso ya no te importa nada de mí?”. Pero no lo hizo. En lugar de decirle eso, salió a caminar al parque y dejó que sus recuerdos pasados empezaran a pasar por su mente, reflexionó sobre su vida como maestro dedicado y los sacrificios que hizo por su familia, lo responsable que fue. Esto le ayudó a darse cuenta de que su vida no valía por lo que pensaran sus hijos de él, ni tampoco si no lo llamaban o no lo visitaban. Recordó la bondad que había demostrado siempre, ese momento de soledad lo llevó a la conclusión de que, la ausencia de sus hijos, las no llamadas, no le quitarían su dignidad como persona, ni dependería su felicidad de sus acciones.
Recuerda que la aprobación viene solamente de ti mismo, no de qué piensen tus hijos o los demás. La reflexión es mejor que la ira. Cuando tus hijos te ignoran, lo mejor es concentrarte en ti mismo, en lugar de esperar su validación. No importa lo distantes que estén los hijos o hijas. Cuando te desquitas, no ganas respeto, lo pierdes, en cambio, respira hondo, reflexiona y recuerda tu propia valía. Esto permitirá darle un sentido más fuerte a tu autoestima y a menudo llevará a una mayor comunicación y relación restaurada.
Empieza a reconstruir tu vida, encontrando un nuevo propósito, cuando vives una vida plena, tu energía cambia y los demás no pueden evitar notarlo y es más probable que se acerquen más tus hijos, viendo esa alegría y vibración de buena energía. Tranquilidad.
La dignidad es algo que se lleva en el interior, no viene de la aprobación de nadie.
LA REFLEXIÓN SIEMPRE SERÁ MEJOR QUE LA IRA
Una viuda de 60 años, después de la muerte de su esposo, sus hijos fueron visitándola menos, y las llamadas se espaciaron hasta dejar de llamarla. Ella se puso triste, pero después ella misma dijo, “basta, no puedo depender de sus llamadas y visitas”, así que compró unos paquetes de semillas, las plantó en su jardín, empezó a ir a un grupo de jardinería. Hasta empezó a ofrecer sus productos con los vecinos, la vida de ella se volvió feliz y de nuevo productiva, revivía. Un día su hija la llamó y le dijo: “mamá, he estado pensando en ti, suenas tan feliz últimamente, ¿cuál es tu secreto?”. Esa llamada fue el inicio de más conversaciones significativas y profundas, el nuevo propósito de Elena, la viuda, empezó a reavivar la admiración de sus hijos por ella. La vieron no como alguien esperando su atención, sino como alguien con una vida con propósito y significativa, una vida rica llena de momentos felices que ella misma se proporcionaba. Sin depender de sus hijos de ninguna forma. Ni anímica, ni económica. Esas personas se hacen atractivas en todos los sentidos. No más días grises.
La lección es simple, un padre activo es difícil de ignorar, cuando tu vida tiene propósito, las personas se sienten atraídas por ti. Incluidos tus hijos, así que no esperes a que tus hijos vengan o llamen, dedícate el tiempo a ti misma o a ti mismo. Haz voluntariados, estudia algo nuevo que te llene, que te guste. Y tal vez ellos regresen de nuevo. Unos padres agrios, tristes, quejumbrosos, enojones, controladores, alejaran a los hijos, más que atraerlos.
El respeto es imperante en cualquier relación, más entre los padres y madres con sus hijos e hijas, ponte límites a ti mismo y pónselos a tus hijos. Si se alejan, déjalos, en algún momento entenderán y reflexionarán. Seguro que cuando regresen sabrán que si no vienen a tratarte con respeto y cariño, tú no aceptarás sus visitas, aunque sean tus hijos, no permitas las faltas de respeto. Es mejor vivir solos que viviendo con los hijos irrespetuosos, tu paz NO ES NEGOCIABLE. No les des ese poder a tus hijos, de sentirte feliz, enojado o triste porque no te hablan, o no te llaman, o no te van a visitar. Y no te sientas mal si dices NO cuando te pidan algo, un favor, etcétera. No estás ya obligado a hacerlo. Si te nace y disfrutas diciendo que sí, adelante, gózalo, si no, es mejor decir NO. Límites saludables para todos y todas. Si tus hijos llegan para aportar, para demostrarte cariño, ayudar, acompañar, convivir, asistir a algún evento de agrado de ambos, qué padre, pero recuerda siempre, respetuosamente, si es así, adelante, bienvenidos, pero si no es así, con el dolor del alma, será mejor que se queden donde estén y no permitan sus comportamientos irreverentes, todos debemos tener respeto a sí mismos, y así te respetarán. Si no, como el sol, entre más lejos mejor, porque si no, te quemarás. Hasta la próxima, su amiga y terapeuta, Verónica. Diosito por delante.
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