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Coahuila

Test para reconocer a un fascista  

Por Gerardo Aguado

Hace 2 años

Entre nosotros, en pleno 2022, anda suelto por ahí el fascismo, que esta de regreso con las apariencias más inocentes posibles. El deber de todos: partidos opositores, sociedad civil, empresarios y ciudadanía, es desenmascararlo y apuntar com el dedo sobre cada una de sus nuevas expresiones, cada día, en cada parte de nuestro México. Luchar por la libertad, la democracia y el estado de derecho es una tarea que no acaba nunca. Es por ello que considero importante enumerar una lista de características típicas de lo que es un totalitarista, autócrata, dictador o fascista, que para fines prácticos son sinónimos. El objetivo es que con lo que a continuación escribiré, usted reflexione si le resultan conocidas estas características. Advierto que tales peculiaridades no pueden quedar encuadradas en un solo sistema político; incluso muchas se contradicen entre sí, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer cuadrar características fascistas.

Una característica es el culto de la tradición. Es suficiente mirar la carta de presentación de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. Los nazis por ejemplo, se alimentaban de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. El tradicionalismo implica el rechazo a lo moderno. Es cierto que, tanto los fascistas como los nazis adoraban la tecnología, sin embargo, a pesar de que el nazismo estuviera orgulloso de sus logros industriales, su aplauso a la modernidad era sólo el aspecto superficial de una ideología basada mas bien en la sangre y la tierra. Otra propiedad del fascismo es que surge de la frustración individual o social. Lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido “hablarles” a las clases medias bajas y bajas enojadas, que han sufrido las crisis económicas, de la falta de oportunidades o de sensibilidad por parte de los políticos. En esta época, en donde algunos gobernantes buscan confrontar a los “muchos agraviados” contra los “pocos aspiracionistas”, el fascismo va a encontrar su público cautivo en esta nueva mayoría.

Una peculiaridad más de los dictadores o fascistas es que se dirigen a todos aquellos que carecen de una identidad social, el fascismo les dice que su único privilegio es haber nacido en el mismo país. Es éste el origen del nacionalismo. Además, los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los “enemigos”, los “malos del cuento”. De esta forma, en la psicología fascista está la obsesión por el complot. La manera más fácil para hacer que asome un complot es apelar al rechazo hacia los extranjeros: es decir, la xenofobia. Por otra parte, el elitismo es otro aspecto típico de toda ideología fascista. En el curso de la historia, todos los elitismos aristocráticos y militaristas han implicado el desprecio por los débiles. El fascismo no puede evitar predicar un “elitismo popular”. Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los mejores ciudadanos, cada ciudadano puede convertirse en miembro del partido pero, claro, no puede haber “patricios sin plebeyos”. El líder, sabe también que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles que necesitan y se merecen un “mesías”. Y ya que el grupo está organizado según un modelo jerárquico, todo líder subordinado desprecia a sus subalternos, y cada uno de ellos desprecia a sus inferiores. Todo ello refuerza el sentido de un “elitismo de masa”.

El fascismo se basa en un “populismo cualitativo”. En una democracia los ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de vista cuantitativo (se siguen las decisiones de la mayoría). Para el fascismo los individuos no tienen derechos, y “ser el pueblo” se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la voluntad común. Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. Habiendo perdido su poder de mandato, los ciudadanos no actúan, son llamados sólo a desempeñar el papel de pueblo. El pueblo, de esta manera, es sólo una ficción teatral.

Lamentablemente, el fascismo está aún a nuestro alrededor, a veces con trajes de civil. El fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Decía Roosevelt, en 1938: “Me atrevo a afirmar que si la democracia americana deja de progresar como una fuerza viva, intentando mejorar día y noche con medios pacíficos las condiciones de nuestros ciudadanos, la fuerza del fascismo crecerá en nuestro país”.

¿Y a usted, le hizo ruido o se le hicieron familiares algunas de estas características?

Gerardo Abraham Aguado Gómez es miembro de Acción Nacional desde 2008. Exdiputado local en la LXI Legislatura del Congreso del Estado de Coahuila.

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