Nacional
Por
El Universal
Publicado el lunes, 22 de febrero del 2010 a las 16:00
México, DF.- En el año del bicentenario del comienzo de la guerra de Independencia, “soberanía” es una palabra que abunda en los discursos oficiales en México, pero al menos en lo que respecta a la defensa del patrimonio cultural de la nación, es difícil afirmar que el país haya hecho valer su soberanía ayer (en los siglos 19 y 20), e incluso ahora, cuando una colección de más de 700 objetos prehispánicos expoliados del país están a punto de perderse en un litigio judicial que se lleva a cabo en Múnich.
El 17 de febrero pasado, a través de un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) respondió: “no se ha emitido una resolución desfavorable en contra de nuestro país”, luego de que El Universal consignara que la prensa germana informó recientemente que se perfila un fallo definitivo favorable para Leonardo Patterson y otros coleccionistas que sostienen un juicio contra México y otros países por la propiedad de un lote de piezas prehispánicas incautado por la policía alemana.
Implacable justica alemana
El Universal contactó a Sebastian Schoepp, reportero del diario Süddeutsche Zeitung y uno de los autores del reportaje que informó sobre cómo la justicia alemana está desfavoreciendo los intereses de países latinoamericanos implicados en el litigio.
Schoepp, quien ha estado pendiente del proceso desde que éste se inició en Múnich, explica que México ha fracasado en los tribunales al habérsele negado lo que se conoce como “rechtshilfeverfahren” (proceso de ayuda jurídica), es decir que el Estado alemán se negó a apoyar legalmente las peticiones de México y del resto de los países implicados. Así que, contra lo que afirmó el INAH en su comunicado, el pasado otoño ya hubo una primera resolución desfavorable contra nuestro país. En su comunicado el INAH mintió parcialmente.
El reportero de Süddeutsche Zeitung explica que los países apelaron aquel fallo y ahora el litigio ha pasado a un proceso llamado “eilverfahen” (rápido), en el que es cosa de tiempo para que se dé un veredicto definitivo. Para Schoepp, es muy probable que México se quede “con las manos vacías”.
“La legislación alemana es muy formalista e ignora los deseos de los países latinoamericanos. Aquí los jueces valoran más los supuestos derechos de propiedad de los coleccionistas porque ellos pueden presentar documentos de compra y adquisición, en muchos casos fingido, pero esto no se valora”, explica Schoepp, y continúa: “Por otro lado, hay incapacidad en las embajadas latinoamericanas al tratar con ese formalismo de la justicia alemana. Ellos creen que es suficiente enfatizar su derecho moral. En eso se equivocan bastante”.
La migración de bienes culturales
En el taller “Protección y salvaguarda de los bienes culturales patrimoniales de la Iglesia en América Latina y el Caribe”, convocado por la UNESCO, que se organizó en la UNAM el año pasado, quedó claro que, por mucho, México es el país latinoamericano en el que más recursos se han gastado, donde mejor infraestructura se tiene y en el que existen leyes más completas para la protección del patrimonio cultural eclesiástico en comparación con el resto de la región. La conclusión incluso puede extenderse al patrimonio arqueológico. Pero esto no es ningún consuelo para la nación: desde Guatemala hasta Argentina, la situación es aún más descorazonadora.
En la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia se resguarda el códice Colombino; éste forma parte del Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO junto con otros documentos invaluables. El resto de los rarísimos códices prehispánicos está repartido en bibliotecas extranjeras, como el Dresde, el Florentino, el Borgia o el Vaticano…
El recuento de las pérdidas de joyas documentales que alguna vez estuvieron en México es enciclopédica. Aquí, apenas dos ejemplos legendarios: el original del Nican Mapohua, de Antonio Valeriano (sobre las apariciones de la Virgen, escrito en el siglo 16), hoy está en la Biblioteca Municipal de Nueva York; el original de la Utopía, de Tomás Moro, que alguna vez perteneció a Fray Juan de Zumárraga, ahora se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Austin.
Piezas que salieron y no regresaron
De invaluables archivos y libros que salieron alguna vez de México legal y a veces ilegalmente están llenas varias bibliotecas, sobre todo en Estados Unidos. Con una visión que aquí ha faltado, algunas instituciones han hecho suya la misión de crear colecciones con libros y documentos de procedencia mexicana que hoy son de consulta obligada. Así que, por ejemplo, para estudiar imprescindibles fuentes documentales sobre la historia de México, los investigadores deben acudir a la Biblioteca de la Universidad de Texas. Para consultar archivos y bibliotecas que explican el desarrollo de la literatura mexicana del siglo 20, hay que ir a la Universidad de Princeton.
La sangría de archivos y bibliotecas que pudieron haber formado parte del patrimonio documental de la nación es histórica e inmensa. En “El Libro de los Desastres” (que originalmente iba a ser el prólogo de La Ciudad de los Palacios. Crónica de un patrimonio perdido, de Guillermo Tovar de Teresa), el escritor Fernando Benítez calculó que, en el siglo 19, hasta 1884 “en números redondos el país perdió más de 100 mil libros” de alto valor histórico. Pero ése no ha sido el único desastre.
El blanqueo de piezas
El llamado “penacho de Moctezuma”, en el Museo Etnográfico de Viena, y la máscara de Tezcatlipoca elaborada sobre un cráneo humano con incrustaciones de turquesa, en el Museo Británico de Londres, son dos de los objetos que más levantan pasiones entre quienes exigen la devolución de artefactos o ecofactos prehispánicos sacados de lo que hoy es territorio mexicano.
Esos son ejemplos célebres, pero el mundo está lleno de objetos arqueológicos que han sido extraídos de suelo mexicano. Pectorales de jadeíta de Chichén Itzá, tableros en caliza de Palenque, pinturas murales de Teotihuacán, dinteles de Yaxchilán son algunos tesoros que forman parte de las colecciones del Museo Peabody de Arqueología y Etnografía de la Universidad de Harvard, de la Dumbarton Oaks Research Library and Collection en Washington, del Instituto de las Artes de Chicago o del Museo Británico de Londres.
Nuevos mercados
De un sórdido saqueo en las selvas mexicanas, muchos objetos hoy resguardados por importantes instituciones de renombre mundial pasaron de mano en mano, algunos desde hace siglos, hasta parar en las vitrinas de museos europeos y estadounidenses principalmente, a veces por donación, pero casi siempre a través de la venta.
El patrimonio arqueológico ahora tiene nuevos mercados. En las últimas décadas, algunos objetos prehispánicos se han sumado a los inventarios de instituciones tan lejanas como la Galería Nacional de Canberra, en Australia, donde el traficante Leonardo Patterson, el mismo que hoy litiga contra México en Múnich, vendió y “donó” en los años 70 antigüedades de origen olmeca.
Crónica de una defensa fallida
* El INAH, en coordinación con la Secretaría de Relaciones Exteriores y la PGR, ha llevado a cabo la reclamación de las más de 700 piezas de origen mexicano que figuran en la Colección Patterson.
* Noviembre de 1996. La llamada “colección privada de arte prehispánico más importante del mundo” es presentada en una magna muestra en Galicia por Leonardo Patterson. El INAH no muestra interés en los mil 500 objetos.
* Diciembre de 1996. Patterson presenta el catálogo de la expo ”América Prehispánica. Tiempo y Cultura”. Los textos fueron pagados por el traficante costarricense.
* 1997. Felipe Solís, entonces subdirector del MNA, recibe el catálogo en México y “lo desecha” al descubrir piezas fraudulentas. No da parte a ninguna autoridad superior.
* Octubre de 2006. Luego de estar guardada en una bodega en Galicia durante una década, la colección es ubicada por agentes gallegos y el mayor George Gamarra Romero de la Policía Nacional de Perú.
* Otoño de 2006. Gamarra avisa a la embajada de México en Lima sobre el descubrimiento en Galicia. Los mexicanos no muestran interés. Se avisa al INAH de manera lenta y burocrática. En el Instituto no hay una reacción rápida.
* Julio de 2007. El gobierno de Perú pide el aseguramiento judicial de piezas de su patrimonio y arqueólogos de ese país documentan su procedencia. Patterson acepta devolver todo lo que los peruanos reclaman.
* Diciembre de 2007. Perú se convierte en el único país en recuperar las piezas de su patrimonio que estaban en la Colección Patterson. El INAH informa que la reclamación mexicana llevará tiempo.
* 19 de abril de 2008. Leonardo Patterson traslada las piezas en un tráiler rumbo a Alemania. El dueño de la bodega en Galicia informa a “El Universal” que ningún funcionario de la embajada de México se paró en el lugar para revisar el lote.
* 26 de abril de 2008. La Interpol detiene a Leonardo Patterson en la frontera alemana. La colección es incautada y guardada en un lugar secreto de Múnich.
* Julio de 2008. María del Socorro Villarreal, titular del área jurídica del INAH, asegura a la prensa mexicana que su institución “actuó pronto”.
* Octubre de 2008. Patterson declara a agencias internacionales que él es sólo un prestanombres de otros coleccionistas estadounidenses y europeos, y se proclama como “perseguido” de la prensa latinoamericana.
* Otoño de 2009. El Estado alemán se niega a apoyar las peticiones de México y otros países latinoamericanos en un tribunal. Las naciones afectadas apelan el fallo. Ni el INAH ni la SRE informan sobre este revés.
* Febrero de 2010. El diario “Süddeutsche Zeitung” informa sobre los traspiés de las embajadas latinoamericanas en el litigio contra Patterson y otros coleccionistas. El INAH niega que se haya emitido una resolución desfavorable.
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