Ayer llegué a la ciudad de Guatemala, día de luto nacional decretado por el presidente Bernardo Arévalo, debido al accidente de un autobús extraurbano en el cual fallecieron 52 pasajeros en el Puente de Belice. Qué día tan triste para todas sus familias y amigos. Qué día tan triste para los guatemaltecos.
Y qué día tan triste para presentar la espléndida obra de poesía titulada: Tanto Río. Poesía Inmarcesible, de la poeta Carolina Escobar Sarti. Los presentadores son Diego Antoni, Miguel Domínguez y la autora. Carolina Escobar es la mejor escritora, catedrática e investigadora social de Guatemala.
En 2019, recibió la Medalla Olof Palme por su labor en defensa de niñas y adolescentes víctimas de la violencia sexual y trata de personas. En sus poemas, Carolina habla de las cicatrices de estas niñas y adolescentes guatemaltecas.
La poeta las quiere curar con sus versos, quiere cubrir con sus manos sus cabezas desconsoladas, le quiere decir a Martina, cuyo corazón dejó de latir, que sin ella: “se quedaron solos los campos de tomate que tus manos nuevas sembraron”. No Martina, no te mueras parece suplicarle Carolina, en su poema“El día más triste”; sí, ese era “el día más triste del mundo”.
Y ella, Martina, no será “El Olvido de Nadie”, porque la poeta: “no dejará el tiempo borrar, tu rostro ni tu voz”. (.) “Hablamos antes de tu muerte/ sobre la muerte/ pero esto no se trata/ de un corazón que detuvo su marcha/ sino el fracaso de la memoria/. Vení de donde estés/ Martina querida/ a dibujar tu cara en el viento/ a cantar sobre los campos/ sembrados de milpa y tempestad/ a cribar la tierra/ que cubre tu tumba/ Yo veré/ Yo escucharé/ Yo recordaré/ Como un animal ciego”.
Carolina es una luchadora social, feminista y figuró en la revista Forbes, entre las 100 mujeres más relevantes de Latinoamérica de 2019. Ella es doctora en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad de Salamanca.
No puedo dejar de decir que muchos de sus poemas me pusieron triste y melancólica. Cada uno de ellos lo relacionaba con algo personal. También será porque tengo cuatro nietas y quisiera advertirles, a propósito de “El disfraz de las bestias”, que describe de una forma tan aterradora, soy abuela y tengo que prevenirlas:
“Cuidado niña/ que las bestias/ también se disfrazan/ y no dejan ver/ sus afilados colmillos/ ni la lengua que se relamen/ ni la saliva resbalando/ por las comisuras/ de sus hocicos/ Cuidado niña”.
Es cierto, las bestias de las que habla adquieren para sus fines macabras formas diversas. Hoy por hoy, pasan tantas cosas extrañas y tentadoras para las niñas; hay tantas plataformas, tantos celulares, tantos mensajes y tantos videos, “con ojos de fuego/ y bestias al acecho”.
Dice Carolina que las niñas descritas en su poema “las bestias no saben” se “despiertan cada mañana/ sin miedo al dolor/ a perder la vida o lo que se ama/ y no temen al olvido/ Sienten y presienten/ huelen y esperan/ lloran por costumbre/ no lamentan/ no aman/ no se ilusionan/ no temen envejecer/ no saben que alguien/ podría extrañarles/ que el amor/ también es sueño”..
¿Cuántas de estas niñas y adolescentes no estarán entre los deportados que llegaron a Guatemala desde Estados Unidos? Sabemos que el presidente Arévalo está haciendo todo lo posible para ayudar a los deportados implementando un programa de infraestructura y empleos con el “Plan Retorno al Hogar”.
Estoy segura que Carolina Escobar, fundadora de la asociación Alianza, se convertirá en la tutora de muchas de estas niñas. Por cierto, ¿cómo habrá sido la poeta de pequeña? Sé que era traviesa e inquieta, que nunca imaginó que se convertiría en poeta.
Entonces le encantaban los deportes, tocar el acordeón, observar a sus dos hermanas y hermano, y escribir sus pensamientos en unas libretitas que vendían en algunos barrios, con hojas blancas, mismos que encontró muchos años después.
Entonces comprendió que para sobrevivir a la soledad que a veces la embargaba en esa época, había que amarrarse a la palabra y así poder amarrar muchos mundos a la vez. Desde entonces no ha soltado la palabra, la lleva tatuada a lo largo y ancho de su cuerpo. Ha publicado 11 libros y escrito más de 2 mil 500 columnas para el periódico más importante de Guatemala, en el que colabora dos veces por semana.
Como diría Carolina, hoy martes que Guatemala está de luto, y que “están lloviendo corazones/ brillantes rojos palpitantes/ sobre nuestras cabezas desconsoladas/ y nuestros campos solos”, no puedo dejar de agradecerle su libro de poemas: Tanto río y su existencia.
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