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Tampoco saben ganar

Por Ana Paula Ordorica

Hace 2 meses

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le gusta citar a clásicos como “Cantinflas” en sus conferencias mañaneras. Yo citaré a otro clásico, a Juan Gabriel, para preguntar: “Pero ¿qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?”

Habiendo logrado que los tribunales les dieran la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y tan sólo a un senador de obtener lo mismo en la Cámara alta después de los dos chapulines del PRD que se fueron a la bancada de Morena, ¿cómo explica el oficialismo el arranque de sesiones de la 66 Legislatura en una sede alterna? ¿Qué necesidad de hacer las modificaciones constitucionales que quieren de esta manera?

La forma como arrancan los legisladores no concuerda con el discurso oficialista de que lo que están haciendo es en favor del pueblo, que está con ellos en las modificaciones al Poder Judicial. Si el pueblo está con ellos ¿por qué debieron mudarse a una sede alterna, a la unidad deportiva Magdalena Mixiuhca, a sesionar?

Este arranque más que atropellado es un mal augurio de lo que veremos en un entorno político en el que ha quedado claro que, además de no saber perder en Morena, tampoco saben ganar.

No saben perder, como quedó claro en las elecciones presidenciales del 2006 en las que AMLO se puso la banda de presidente legítimo. Ahora, no han sabido reconocer que perdieron la alcaldía Cuauhtémoc en la CDMX y han recurrido a la figura de la violencia política de género para intentar arrebatar a Alessandra Rojo de la Vega uno de los pocos triunfos de la oposición en las elecciones de junio pasado.

Pero tampoco saben ganar, como quedó claro con el discurso “cuasi mitin” de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, en el que habló como una militante partidista y no como una funcionaria de un Gobierno que debe representar a todos los mexicanos en la entrega del Sexto Informe de Gobierno a la Cámara de Diputados el domingo pasado.

No saben ganar cuando el discurso del oficialismo busca someter a todo un país a los designios e ímpetus de Andrés Manuel López Obrador. La prisa por sesionar y aprobar desde esta primera semana la reforma al Poder Judicial es para que de ahí pase al Senado y después sea aprobado por al menos 17 legislaturas locales, para que al escritorio de AMLO llegue la reforma a tiempo, para que él la pueda firmar y publicar en el Diario Oficial de la Federación antes del 30 de septiembre.

La prisa no es por aprobar una reforma que quiere el pueblo, como justifican los diputados sesionando en un deportivo en lugar de en el recinto legislativo. El pueblo es una figura que al ser todos, resulta no ser nadie a la vez.

La prisa no es por empujar una iniciativa que hará de México un mejor país; un país de leyes; un país de estado de derecho. No. La prisa es simplemente para complacer a una persona, a Andrés Manuel López Obrador.

Vaya forma de estrenar el oficialismo la aplanadora legislativa, en una sede alterna, en un deportivo en la Magdalena Mixiuhca.

 

Apostilla: No importan las cuentas, importan los cuentos. Eso quedó claro en el sexto informe de Andrés Manuel López Obrador.

 

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