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Grupo Zócalo
Publicado el sábado, 12 de abril del 2025 a las 04:17
Ciudad de México.- El mercado estadunidense marcó el rumbo de las operaciones de Stellantis en México durante las últimas tres décadas. Las decisiones de manufactura y comercialización respondían, en gran medida, al consumidor estadunidense. Pero el entorno cambió. Hoy, con aranceles acumulados que podrían alcanzar hasta 52.5% para los vehículos que no cumplan con las reglas de origen del T-MEC o que no tengan suficiente contenido estadunidense, la compañía ha decidido replantear su estrategia y mirar hacia dentro.
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Históricamente hemos dedicado nuestros recursos principalmente al mercado americano”, reconoció Daniel González, presidente y CEO de Stellantis México. “El reto ahora es transformar una parte de eso y darle más al mercado mexicano”.
El giro no implica abandonar las exportaciones, sino diversificar riesgos y reducir la alta dependencia de un solo mercado, justo cuando las reglas del comercio internacional cambian con rapidez. El reciente cierre temporal de las plantas de Windsor, en Canadá, y de Toluca, en México -esta última con más del 90% de su producción destinada a Estados Unidos– mostró la fragilidad del modelo actual.
De México para México
El plan ahora es redirigir una parte de esa capacidad productiva hacia el mercado interno. Pero adaptar la operación al consumidor mexicano no será inmediato. El mayor desafío está en adaptar líneas de producción pensadas para pickups de gran tamaño o SUV premium a segmentos más demandados en México, como los subcompactos y SUV pequeños.
La complejidad operativa actual es otro obstáculo. Stellantis comercializa en México más de 30 modelos de distintas marcas, lo que -según su CEO- confunde al cliente, eleva los costos y dificulta la atención posventa. “Tenemos que dar un paso atrás y simplificar. Hoy le pedimos al vendedor que conozca decenas de modelos y versiones, y eso puede terminar alejando al cliente del showroom”, comentó.
La empresa ya evalúa una depuración de versiones y modelos. El objetivo es centrarse en los vehículos que realmente tengan sentido para el consumidor mexicano, diferenciando la oferta según región, nivel socioeconómico y hábitos de consumo.
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Dependiendo de cómo termine todo este tema de los aranceles, eso le pudiera pasar a muchas de las plantas que hay aquí”, reconoce el CEO de Stellantis.
China, el reto
La apuesta del fabricante se inscribe en una discusión más amplia sobre el rumbo de la industria automotriz en México. González advierte que abrir el mercado de forma indiscriminada a vehículos importados desde China, sin exigir inversiones locales, podría llevar al país a repetir errores que ya cometieron otras naciones. “Ese error lo han cometido otros. Tailandia es uno que lo cometió”, señaló.
En ese país asiático, la entrada masiva de autos chinos -muchos de ellos eléctricos- desplazó rápidamente a las marcas con producción local, gracias a precios bajos y agresivas estrategias de financiamiento.
México también tuvo un incentivo que eliminaba el arancel de 20% a los vehículos eléctricos importados desde países sin tratado de libre comercio con Estados Unidos, entre ellos China. Esta política facilitó la llegada de modelos con precios muy competitivos, por debajo de los 400 mil pesos.
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