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Coahuila

Soñar un sueño completo

Por Jorge A. Meléndez

Hace 1 semana

Mary: “Déjame preguntarte algo: si pudieras ir a cualquier lugar, ¿a dónde irías?”

-Paul: “Oh… Grecia, Italia, Egipto, Perú, Cartago, ahora Túnez. En la universidad comencé una monografía sobre Cartago. Me gustaría terminarla. Una monografía es como un libro, sólo que más corta”.

-Angus: “¿Por qué no simplemente escribir un libro?”

-Paul: “No estoy seguro de tener un libro completo en mí”.

-Mary y Angus intercambian una mirada.

-Mary: “Ni siquiera puedes tener un sueño completo, ¿verdad?”.

Apenas una escena de la fantástica película The Holdovers, por la que Paul Giamatti fue nominado al Oscar.

The Holdovers (ve al menos el tráiler) es la historia de dos almas dañadas (el estudiante Angus Tully y el profesor Paul Hunham) que se curan tras pasar un par de semanas en la Academia Barton durante las vacaciones de Navidad en medio de un friísimo invierno bostoniano.

En español: “nunca falta un roto para un descosido”.

Y es cierto, a veces la ayuda viene de los lugares más improbables.

No te arruino la película, es extraordinaria. Pero regreso a la escena inicial.

Porque Hunham es un tipo de esos que se esconden de la vida. Que guardan sus sueños en un cajón para abrazar al espejismo de una rutina “segura”.

Que guardan una monografía inconclusa en lugar de escribir la primera página de ese libro que alguna vez soñaron. Y, peor aún, que al apachurrar sus sueños se amargan y amargan a los que les rodean.

“Ni siquiera puedes soñar un sueño completo”.

Soñar. Un gran tema ahora que acaba un capítulo y está por iniciar otro.

Empiezo por lo obvio: ¡por supuesto que vale la pena soñar!

A fin de cuentas un sueño es una aspiración y, duélale al que le duela, el aspiracionismo es la palanca fundamental de la mejora. Y, sin embargo, soñar no es suficiente.

El mundo está lleno de soñadores que en el mejor de los casos terminan envueltos en fantasías y que en el peor terminan amargados y amargando.

¿Cómo hacer un sueño realidad? A riesgo de sonar como un cliché, poniendo la mirada en el cielo, pero manteniendo firmemente los pies en la tierra.

Reconociendo que convertir un sueño en realidad no sólo implica ingenio o imaginación, sino arremangarse la camisa y ponerse a trabajar. Primero, entonces, elige bien tus sueños:

1. Aprovecha tus activos. ¿Sueñas con algo en lo que no tienes experiencia? Perfecto, pero: ¿cómo la vas a adquirir?

2. Jerarquiza. El que mucho abarca, poco aprieta. No es malo soñar mucho… lo que sí es malo es soñar sin ton ni son.

3. Reconoce tus circunstancias. Un soñador que no considera su entorno fácilmente se puede convertir en un soñador frustrado. Tus circunstancias pueden potenciar algunos sueños y hacer otros muy difíciles de alcanzar.

Si me lees, ya sabes lo que sigue, crea un plan de trabajo ingenieril. Entiende dónde estás y a dónde quieres ir. Identifica diferencias. Calendariza acciones para cerrar la brecha. Agénciate de los recursos que necesitas (humanos y materiales). Inicia actividades. Crea un sistema de retroalimentación para medir progreso. Y luego ajusta en el camino.

Para esto te será indispensable, como bien dice James Clear, desarrollar rutinas de hábitos atómicos (acciones que potencien resultados) que te acerquen a tus sueños (relee Eres lo que Repites).

Espero que te sirvan estos conceptos para pasar de soñar a lograr. Para recuperar la esperanza del que ve la vida con ojos de novato. Porque la esperanza del que sueña nunca será mala, tal como le explica Andy a Red en su carta al final de The Shawshank Redemption, otra inolvidable película:

“Red: si estás leyendo esto, ya saliste (de prisión). Y si has llegado hasta aquí, quizás puedas llegar un poco más lejos. Recuerdas el nombre del pueblo, ¿no? Me vendría bien un buen hombre para ayudarme en mi proyecto. Estaré atento y con el tablero de ajedrez listo. Recuerda Red: ‘la esperanza es algo bueno, tal vez lo mejor de todo y nada bueno muere’”.

Eso es entonces lo que te deseo para el 2025: la esperanza del que sueña para luego buscar alcanzar sus sueños.

Ah, y por lo pronto, ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

Aquí nos vemos en enero.

 

En pocas palabras…

“No sacrificaremos nuestra integridad en el altar de su privilegio”.

Paul Hunham en The Holdovers.

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