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Salud de Silvia Pinal avanza favorablemente, podría salir del hospital este día

  Por Margarita Reyna

Publicado el martes, 26 de noviembre del 2024 a las 10:39


La tirada es ya mañana retirarle el oxígeno y si ya responde todo bien y todo el día respira sin esfuerzo, pues ya sale: Sylvia Pasquel

Ciudad de México.- El lunes 26 de noviembre la actriz Sylvia Pasquel dio un nuevo reporte médico sobre la salud de su madre, contó que ya se encuentra libre de la bacteria que le provocó la infección urinaria por la que quedó hospitalizada.
¿Cuándo sale Silvia Pinal del hospital?

“La tirada es ya mañana retirarle el oxígeno y si ya responde todo bien y todo el día respira sin esfuerzo, pues ya sale pasado mañana”, explicó, con lo que dejó ver que la actriz podría regresar a su casa este miércoles 27 de noviembre si todo va bien. Además, comentó que Silvia Pinal no ha dejado de lado el ánimo.

De este modo, parece ser que Silvia Pinal se encuentra mejor de salud después de lo sucedido. Sylvia Pasquel contó que su madre “bronco aspiró sus pulmones”, lo cual hizo que los mismos colapsaran, por lo que necesitaron de una máquina en el hospital para que los pulmones regresaran a su estado idóneo.

¿Cuántos años tiene Silvia Pinal?

Silvia Pinal tiene 94 años. El nombre completo de la última diva del cine mexicano es Silvia Pinal Hidalgo y nació en el puerto de Guaymas, Sonora, el 12 de septiembre de 1930.

JOVITA, LA GRAN MATRIARCA

Su abuela Jovita era la matriarca de la familia. Provenía de una familia acomodada de Sonora que a los 15 años se fue a vivir a Toluca con sus tíos y primas. Allí tuvo un incidente que la dejó coja permanentemente. Pese a su discapacidad, Jovita supo abrirse paso en la vida y se casó con Fernando. Ambos se fueron juntos a vivir a la Ciudad de México y tuvieron siete hijos, un hombre y seis mujeres, entre ellas Marilú, mamá de Silvia Pinal.

Jovita enviudó muy joven y siempre trabajó para sacar adelante a sus seis hijas. La ausencia de hombres en la familia hizo que Silvia creciera en un matriarcado que años después ella misma encabezó con sus propias hijas y nietas.

SU INSPIRACIÓN PARA SER ARTISTA

Su madre, María Luisa Hidalgo Aguilar “Marilú”, aún en el colegio y a los 15 años quedó embarazada de Moisés Pasquel, padre biológico de Silvia y un hombre importante en la famosa estación XEW.

Marilú se enamoró de él sin saber que era casado y tenía varios hijos, el más grande, incluso, mayor que la propia Marilú. Cuando nació Silvia, ambas se fueron a vivir con Concha, la única hermana de Marilú que se había logrado independizar y que vivía sola.

La historia familiar se repetía: su madre la criaba sola, así como su abuela lo había hecho con sus seis hijas. Marilú trabajaba en una marisquería cerca de la XEW, en el Centro Histórico de la CDMX. Silvia recuerda con cariño en su autobiografía que el vaivén de la falda de su mamá la arrullaba pero también la hacía soñar con ser bailarina. Y esta ilusión no era extraña pues a su madre le gustaba mucho bailar y cantar; de hecho, formó parte de la compañía de danza de Eva Pérez Caro, así que el gusto por las artes lo traía en las venas.

Silvia tenía cuatro o cinco años cuando Marilú se volvió a enamorar, esta vez de un hombre llamado Luis G. Pinal, que reconoció a Silvia como su hija y le dio su apellido.

Luis había sido corresponsal en Hollywood y era un hombre culto, políglota y del que Silvia aprendió una frase que es su mantra: “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Luis también fue contador y político y esta última carrera le dio oportunidades de trabajo en varias partes del país, por lo que durante su infancia Silvia vivió en diferentes lugares como Puebla, Monterrey, Tequisquiapan, Acapulco, Chilpancingo y Cuernavaca.

CON EL CANTO Y LA ACTUACIÓN EN LAS VENAS

Desde pequeña, Silvia traía en la sangre varias cosas: la vena artística, el amor a México y la política. Su época de escuela fue el momento en que empezó a soñar con ser artista, ya que recitaba versos, bailaba, cantaba y brillaba en los escenarios escolares.

Ella declaró en entrevistas que no fue buena estudiante, pero que era “la artista de la escuela” y su popularidad hizo que fuera una de las niñas más populares.

Cuando en vacaciones visitaba a su abuela Jovita, Silvia jugaba a “hacer show” con las vecinas o con su tía Graciela y eran tan buenos que hasta cobraba la entrada. ¿Cuánto costaba un boleto en aquella época para verla actuar? Dependiendo del sapo era la pedrada, relata la actriz en su libro.

Y lo de cobrar las funciones no era por ególatra, sino porque Silvia siempre tuvo en mente “juntar su propio dinerito”, además de que de alguna forma tenía que ayudar a la economía familiar; de ahí agarró el gusto por vender, por hacerse de sus propios recursos, cosa que -dice- heredó su nieta Frida Sofía, hija de Alejandra Guzmán.

De su infancia, la artista recuerda en Esta soy yo que le encantaba ir al cine con su tía Graciela, o a las funciones en el Teatro Arbeu con su tía Concha, donde actuaba “Placidín”, hoy conocido como el gran tenor Plácido Domingo.

A pesar de su corta edad, Silvia estaba segura de que de grande iba a ser cantante y actriz, pero tenía un gran problema: papá Pinal veía con malos ojos la artisteada ya que él era un señor conservador, de ‘buenas costumbres’, que decía que el espectáculo era algo ‘pecaminoso’. Pero Silvia -como siempre- se las arregló para convencerlo (poniendo a su madre de por medio) y a los 11 años empezó a estudiar ópera.

SU PRIMERA GRAN TRISTEZA

Un hecho que la marcó para siempre fue enterarse de que su papá Pinal no era su padre biológico. Su tía Concha la llevaba a la XEW donde “un señor” le regalaba cosas, la consentía y jugaba con ella. Ese señor era Moisés Pasquel, su verdadero padre, quien con el paso del tiempo se encariñó con ella y decidió enfrentar a Marilú y a Luis para poder estar con ella.

Al entrarse de que su papá Pinal no era su verdadero padre, Silvia se derrumbó y no quiso hablar con ninguno de los dos. Con el paso del tiempo decidió frecuentar a Moisés y nada se lo impidió. Aunque recuerda: “Papá Pinal me dijo: Yo soy TU PAPÁ, tú eres mi hija y no hay nadie que pueda quitarme mi lugar”.

Frecuentar a Moisés Pasquel le abrió las puertas al medio que ella tanto deseaba pertenecer: el artístico. Gracias a que pasaba mucho tiempo con él en la XEW le nació la idea de ser, además de cantante, también actriz.

Pero el reencuentro con su papá biológico pronto dejaría de ser una nube rosa. Los regalos y la compañía de tan importante personaje le jugarían una mala pasada a Silvia. La prensa de la época publicó que Pasquel “se paseaba con una señorita muy bonita, con unas piernas preciosas, por los pasillos de la estación”.

Después de esa nota, Moisés le prohibió a Silvia decir que era su padre porque su familia no podía enterarse de que tenía una hija ilegítima. A partir de entonces, dejó de frecuentarlo y lo dejó de admirar.

Silvia relata en su libro que se enteró que él tuvo otra hija con una tijuanense a la que, como a ella, “quizá también negó”. Así volvió a ser la hija de papá Pinal y de Marilú, de quienes -asegura- siempre tuvo apoyo incondicional, amor, valores, educación y guía.

Aunque varios años después se reencontró con Moisés Pasquel, nunca le volvió a decir “papá”. Silvia decidió no mantener ninguna relación con los Pasquel aunque sus medios hermanos siempre estuvieron enterados de su existencia y parentesco familiar.

De regreso con su madre y Luis G. Pinal, éste le pidió que estudiara una carrera y le diera un título antes de dedicarse al canto y la actuación porque con eso “se iba a morir de hambre”, así que Silvia eligió la carrera más corta: taquimecanografía, que estudió en el Instituto Washington donde por cierto, asegura, siempre pasó de panzazo la materia de inglés, idioma que “nunca se le dio”.

Uno de los momentos decisivos en su carrera fue cuando participó en un certamen de belleza organizado en esa escuela. Silvia, que ya cantaba y bailaba, obtuvo el segundo lugar y el título “Princesa Estudiantil de México”.

En la coronación conoció a Rubén Rojo y Manolo Fábregas, quien después sería decisivo en su carrera como actriz. La Pinal asegura que Manolo y ella fueron novios solo 20 días, pero amigos toda la vida.

Siendo muy joven su tía Beatriz le consiguió un trabajo en los laboratorios “Carlos Stein” y combinaba esa ocupación con la escuela de ópera en la Academia del maestro Reyes Retana.

Pinal recuerda que su primera presentación en público fue un desastre: interpretaron La Traviata y Silvia en su mejor momento ¡desafinó! Allí se rompieron sus sueños de ser una gran cantante, pero un compañero la convenció y le ayudó a entrar al INBA con el argumento de que estudiando arte dramático podría dominar el escenario y cantar mejor.

Películas de Silvia Pinal: sus pininos en la actuación

Silvia audicionó para la compañía de teatro experimental que dirigía Rafael Banquells, quien declaró que se enamoró de ella a primera vista y con quien se casaría por primera vez. Con el doble de edad que ella, quedó flechado por la inexperta actriz y le dio su primer papel protagónico en teatro.

Después, gracias a una amistad de su novio logró obtener su primer protagónico profesional en la obra Nuestra Natacha. Los padres de Banquells eran españoles exiliados en México y la ayudaron a relacionarse con las personas de su grupo social que pertenecían al medio artístico. Después vinieron otros montajes ya a nivel profesional: Un sueño de cristal, Don Juan Tenorio y El cuadrante de la soledad.

A su paso por el INBA tuvo como maestros a la crema y nata de la cultura y la farándula de la época: Carlos Pellicer, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, entre otros. Con el tiempo, participó en la obra Sueño de una noche de verano como extra, ya que los alumnos de primer grado no tenían derecho a ningún papel importante.

Su primera oportunidad en el cine se dio en 1948 con el director Miguel Contreras Torres, quien la había visto actuar en teatro y la llamó para hacer un papel pequeñito en la cinta llamada Bamba.

Lo demás es historia…. películas, premios, giras mundiales, fama internacional y una gran trayectoria en el cine mexicano y en producciones extranjeras. Fue musa de artistas como Diego Rivera y la preferida de directores de cine importantes de la época como Luis Buñuel.

Pionera de la televisión, con todo y desnudo

Otro gran hito en la carrera de Silvia fue cuando en 1952 protagonizó la primera telecomedia (un formato antecesor de las telenovelas en México) en la incipiente televisión mexicana con la compañía de su amigo Manolo Fábregas.

 

 

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