De acuerdo con García Márquez, los piratas que devastaron los mares tuvieron cualidades cinematográficas en una época en que las películas ocurrían en la realidad. De manera parecida, nuestros legisladores logran que los géneros de la telenovela, el circo y la farsa encarnen en la vida cotidiana.
El escenario de la disputa es singular. El PRI y el PAN crearon reglas (avaladas por el INE) que permiten la sobrerrepresentación en el Congreso, y de las que ahora se arrepienten, pues Morena se quedó con el 73% de las curules. “Hecha la ley, hecha la trampa”, dice el dicho. Morena aprovechó con picardía el abuso inventado por sus enemigos.
A pesar de su avasallante éxito, al oficialismo le faltaba un voto para conseguir la mayoría calificada en el Senado, algo asequible en un oficio de tránsfugas. Todas las miradas se dirigieron a la familia Yunes, investigada por presuntos delitos. ¡La reforma judicial dependía del voto de un posible inculpado! ¡Circo, telenovela y farsa por el mismo precio!
Luego de una sospechosa ausencia, Yunes se presentó para confirmar -al margen de toda congruencia- que su larga militancia en el PAN lo llevaba a votar por Morena. Marko Cortés, líder de la bancada panista y orgulloso propietario de un reloj de 120 mil pesos, lo acusó de traidor. Gerardo Fernández Noroña, que fungía como maestro de ceremonias, ofreció el más inesperado de sus papeles. Con impecable urbanidad, cedió la palabra a Cortés y a Yunes para que se hicieran pedazos.
Llama la atención que Miguel Ángel hijo tuviera como suplente en el Senado a Miguel Ángel padre. El ejercicio dinástico del poder es una de las lacras de un país de licenciados que se creen faraones.
Hago un paréntesis para recordar otro acto circense: hace unos días, el Tribunal Electoral de la CDMX invalidó el triunfo de Alessandra Rojo de la Vega en la alcaldía Cuauhtémoc por haber dicho que su oponente, Catalina Monreal, era “títere de su padre”, el entonces senador Ricardo Monreal. El tribunal interpretó esto como “violencia política de género”, demostrando que ignora el uso del lenguaje: lo que estaba en juego en la aseveración de Rojo de la Vega era el nepotismo, no la condición de género.
Por su parte, la ministra Norma Piña demostró que en México no hay nada más lento que la ley. Los rezagos de la justicia compiten con la eternidad. De acuerdo con Coneval, cerca de siete mil personas han sido encarceladas por “robo famélico”, como se conoce a quienes son arrestados por hurtar un yogur o un frasco de mermelada. Revertir estas condenas lleva meses y en ocasiones años. Con el aplomo de quien ignora la prisa, Norma Piña presentó su propia iniciativa de reforma judicial horas antes de que la iniciativa del Presidente fuera votada.
México es un país de impuntuales; por eso mismo, detestamos que la improvisación sea oficial: lo que ocurre al “cuarto para las doce” está destinado al fracaso. ¿No era posible que alguien consagrada al estudio de las leyes reaccionara más rápido?
Lo ocurrido en el Congreso plantea un enigma: los legisladores han sido democráticamente electos; a la luz de su conducta, ¿podemos esperar que la elección de jueces tenga mejores resultados? Y algo más: buena parte del territorio está total o parcialmente en manos del narcotráfico. ¿Será posible elegir jueces independientes en regiones donde la “voluntad popular” se decide a balazos? En las elecciones de 2024 fueron asesinados 37 aspirantes a cargos electorales.
La oposición se ha convertido en algo tan débil que Morena se da el lujo de integrarla a sus filas. Cuando el PRI era el Partido Oficial, poco faltó para que se creara un Fideicomiso de la Disidencia. Ante la falta de adversarios, el nuevo Partido Oficial sienta las bases para dominar de manera casi absoluta; sin embargo, como la arena pública requiere de dinámica, la lucha será interna.
Quienes controlan el Congreso son las mismas personas que contendieron contra Claudia Sheinbaum como precandidatos de Morena. Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Fernández Noroña definirán la estrategia del imparable Poder Legislativo. Ninguno de ellos es cercano a la Presidenta. Todo indica que, al modo de Alemania y Japón, los congresistas se disponen a demostrar que lo importante no es ganar la guerra sino la posguerra.
Mientras tanto, un hábil dramaturgo espera que lo llamen a resolver el sainete que con tanta inspiración ha creado.
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