“Cuando un niño se siente en peligro, cuando percibe a una madre ansiosa e incapaz de darle paz, crece su incertidumbre y su angustia. Nace la traición como una forma de miedo a la amenaza”.
Anamar Orihuela
Cuando estás en desacuerdo con tu pareja o con los demás…
¿Reaccionas de forma enojada o impulsiva?
¿Revisas el celular o las redes sociales de tu pareja?
¿Sueles y te gusta cargar con las responsabilidades de los demás?
¿Te cuesta pedir ayuda? ¿Te cuesta soltar?
¿Te causa ansiedad lo que va a pasar y te gusta tener el control de todo?
Entonces es probable que tu herida primaria, sea la herida de traición.
Esta herida suele formarse cuando dentro de la infancia, alrededor de los 2-5 años de vida, alguno de los padres (por lo general el padre del sexo opuesto) no cumplió las expectativas al ser ese padre o madre ideal. Tal vez prometió algo, que a la larga le fue imposible cumplir. Esas promesas incumplidas generan una dependencia, que llevan a la larga a una dependencia en la pareja buscando recibir eso que no se dio en su núcleo primario.
Si esas promesas incumplidas se convirtieron en un patrón repetitivo… se generan sentimientos de desconfianza, de aislamiento y de poco compromiso en la palabra.
Todas estas emociones suelen transformarse en rencor (cuando se siente engañado por no recibir lo prometido) o en envidia (cuando ve que no se siente merecedor de lo prometido y otros si lo reciben). También puede generarse por la muerte de alguien cercano o por un entorno de miedo, ya que le presenta una experiencia de incertidumbre, de desconfianza y de inestabilidad.
¿Cómo saber si tengo la herida de traición?
A las personas que tienen esta herida, les cuesta comprometerse por miedo a ser decepcionadas, traicionadas y a que les mientan.
Para no sentir esa herida de nuevo, la persona construye la máscara del control.
Construye una personalidad fuerte, posesiva, desconfiada, controladora, manipuladora. Le gusta tener la razón y jamás se muestra vulnerable (le cuesta mucho abrirse a las demás personas). Es demasiado exigente.
Para sanar esta herida…
Hay que trabajar la paciencia, la tolerancia, la confianza, y el delegar responsabilidades a los demás. Busca y concéntrate en…
Ser auténtico con lo que sientes.
Comunica lo que necesitas.
Busca ver la fuerza en las demás personas e intenta soltar.
Date permiso de disfrutar el aquí y ahora.
Establece relaciones de libertad.
Abraza tu miedo y refuerza la creencia de que hay cosas incontrolables y que eso también está bien.
No eres responsable de la programación o de la historia que recibiste en tu infancia. Pero como adulto, si eres 100% responsable de arreglarlo. Tu infancia viene a mostrarte un mensaje profundo y sanador. Depende de ti si quieres acogerlo e integrarlo.
La diferencia entre una persona sana y una tóxica, es que aunque ambas cometen errores, solo una sabe que debe de cambiar y la otra jamás asume su responsabilidad.
El sostener relaciones sanas, contigo y con los demás, te permitirá completar tareas pendientes. Cada relación que vamos construyendo, con las personas que vivimos y con las que compartimos, nos arrojan una oportunidad para completar cada una de las tareas incompletas. Y es necesario comprender, que esto nos hace aprender, a darnos el aprecio y respeto, para poder construir más de eso. Y por lo tanto más relaciones nutricias. Porque cada relación nos nutre en cierta forma a nivel emocional.
Lisa Bourbeau, en su libro La Sanación de las 5 Heridas, decía que amarte significa darte a ti mismo el derecho de ser tal y como eres en este momento. Es la única manera en que puede darse una transformación interior y exterior.
Cuando somos capaces de darnos eso que nos faltó, completamos esa necesidad y nos habilitamos para recibir eso mismo de los demás. Primero respetándonos y después respetando a otros.
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