“El silencio es el peor de los venenos, siempre va envuelto de dolor, enojo, tristeza y se queda atrapado en el cuerpo y la mente. Como cuando comes algo descompuesto, de inmediato debe ser expulsado. El problema es que el secreto está alojado en la psique y nosotros debemos darle salida. Al no encontrar cómo sacarlo, elaboramos conductas compulsivas que nos hacen sentir alivio o nos dan protección ante esto que tragamos y no sabemos desahogar”.
Anamar Orihuela
Todas las relaciones van reproduciendo algún dolor de la infancia.
Todas abren parte de una historia, o de creencias aprendidas de nuestra infancia que nos refieren a una memoria donde hemos de cubrir una falta de valor. Porque en todas las familias y en todos los sistemas existe algo disfuncional. Todos los secretos, lo que no se quiso decir, lo que se tapó, lo innombrable, lo oculto… todo esto conforma una sensación de que algo está mal en mí o de alguna manera de cierta vergüenza.
Para saber cual es mi herida, es necesario observar cuál es el miedo que se me genera con la conducta.
¿Te sientes avergonzado de ti, de tu historia, tu cuerpo, tus modales?
¿Sueles moverte en relaciones donde la humillación es una constante?
Hay experiencias de mucho dolor que pueden ser confundidas, como una sensación de sentirse humillado puede ir conectada con una traición. Pero la humillación suele verse más latente cuando conociendo lo que quieres, deseas o necesitas, no lo hablas, no lo expresas, no lo pides.
Esta herida va de la mano de una actitud compulsiva de servir, de arreglar los problemas de otros para sentirse querido.
Es probable que tú tengas esta herida si en tu infancia te ridiculizaron o se avergonzaron de ti, si te vives en una constante donde te percibes ridiculizado, pisoteado, inferior, con vergüenza o con mortificación.
También es probable que te vivas desde la timidez extrema o cierta prepotencia, desde la culpa y el autocastigo. En cierta manera, actúas de un modo “masoquista”.
Esta herida puede traerse también sistémicamente por algo que vivió la madre, o por algún abuso sexual.
La personalidad herida se forma cuando ciertas realidades dolorosas están presentes hasta que se asientan. Si alguna vez te sentiste avergonzado, quizás se instalo en ti una memoria de vergüenza, sin que esto afecte por completo tu personalidad.
Puedes no tenerlo identificado, pero puedes estar fortaleciendo esa personalidad herida cuando te criticas, ignoras tus necesidades, no pones límites o permites abusos, cuando haces por los demás lo que no haces por ti, y cuando aguantas, aguantas, aguantas.
Cuando identificamos la herida, podemos, de la mano de la terapia, curar esa herida y desaprender los malos hábitos que encubrían ese dolor. Cuando le damos salida, el cuerpo suele expresarlo, en ocasiones hasta perdiendo peso o soltando esos hábitos que nos hacían daño.
Recuerda que tú puedes debilitar la personalidad herida cuando te vives desde el respeto, la comprensión, la confianza en ti, y siendo compasivo contigo. Escúchate, atiéndete y gestiónate espacios que te permitan disfrutar de tu libertad.
Para sanar esta herida… repite constantemente esta afirmación:
“Estoy en sana conexión con mi autoridad interna, yo me amo y me protejo en cada momento. Reconozco mi valía personal, y la defiendo en todo momento con amor”.
La certeza de que nuestros padres dieron lo que tenían siempre nos va a llenar de paz. En esta herida, es importante integrar este pensamiento y reaprender a ganar ese orgullo familiar. Porque cuando te avergüenzas de tu madre, tu padre, de tu familia en general, no estás sanando. Una de las tareas de desarrollo para sanar esta herida es recuperar esa herencia positiva. Pensando en esa constante… ¿Qué sí me dio?
¿Qué me enorgullece? ¿Cuáles fueron las ganancias?
Anamar Orihuela decía que estaba convencida que todo es para evolucionar. El conflicto de vencer lo conocido, sanar las heridas, librar una batalla con nuestros miedos, ese conflicto que para nadie es fácil, será la base de la existencia. Al sanar las heridas, no estamos reparando un error, estamos siendo partícipes de la evolución, del movimiento y del crecimiento de todos, aunque no todos estemos enterados.
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