Saltillo
Por Carlos Rodríguez
Publicado el domingo, 13 de octubre del 2024 a las 04:00
Saltillo, Coah.- Celina y Fernanda caminan tomadas de la mano por las plazas de Saltillo, contentas de haber encontrado el amor y orgullosas de haberse aceptado; planean casarse en noviembre y sellar su amor para siempre, lo único que lamentaban es que no podrían cumplir su sueño de llegar vestidas de blanco al altar, pero ahora han descubierto que hay sacerdotes de otras iglesias cristianas que están casando hombres con hombres y mujeres con mujeres.
“ Pues tenemos planeado para el 30 de noviembre ya estar casadas, fue muy rápido por temas familiares, de que no viven nuestras hermanas aquí en el país. De hecho nos hubiera gustado tener algo como toda pareja heterosexual, con su ramo y su vestido hampón, pero pues no sabíamos que sí se podía”, comenta Fernanda González, quien tiene 25 años.
Siendo católicas, vivieron el drama de aceptar su identidad pese a que era contrario a lo que dictaba la religión, la sociedad y sus familias. Al igual que miles de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y todas las variantes, han ido ganando visibilidad, aceptación y un respeto que debería ser inherente a su existencia, sin embargo, unir sus vidas en matrimonio en una iglesia ante la comunidad es algo que no podrían hacer, aunque de manera alternativa, hay curas que están ofreciendo estos rituales católicos.
Sacerdote apócrifo
Daniel Santos se dice sacerdote y casa parejas homosexuales. En los últimos cinco años ha bendecido la unión de al menos 30, la mayoría en Monterrey, pero desde el año pasado llegó a Saltillo para impartir su ministerio con el que busca dar espacio a los que se sienten segregados.
“ Obviamente no vas a hablar del hombre y la mujer, pero usas la misma liturgia de la Iglesia, los mismos cantos y se les da la bendición. Yo he casado unas 30 parejas en el tiempo que estuve en Monterrey”, comenta.
Él sabe que las bodas que realiza no tienen legitimidad ante la Iglesia, pero para los nuevos esposos o esposas significa una gran oportunidad de vivir en unión habiendo sido bendecidos.
Su labor de unir a miembros de la comunidad LGBTQ empezó en su natal Tamaulipas, en donde formó una pastoral dentro de una parroquia católica para este sector de la sociedad, allí le externaron que era lamentable que ellos no pudieran casarse ante la Iglesia y como él estuvo 2 años en el seminario empezó a casar parejas.
Posteriormente, en Monterrey conoció sacerdotes con mayor apertura, y David Kalke, Arzobispo de la Diócesis de Los Ángeles, de la Iglesia Católica Ecuménica en Estados Unidos, le dijo que lo que estaba haciendo era algo bueno, y lo preparó para ser sacerdote en un año en clases en línea y luego lo ordenó en la ciudad de Monterrey.
“ Tú estás bendiciendo el amor, y estás predicando amor y eso no puede ser pecado, y me acuerdo que me dijo el obispo ‘si Jesús viniera aquí no te condenaría a ti por estar bendiciendo el amor, sino a ellos por discriminar’”, le dijo el Obispo, que también es de la comunidad LGBTQ.
Por supuesto que ante la Iglesia católica romana su sacerdocio no es legítimo, sin embargo, asegura que no hace daño a nadie, sino que da comprensión y amor a las parejas diferentes.
Ahora, junto con un pastor evangélico, comenzaron el proyecto enlace diverso en el que pretenden unir en matrimonio a parejas homosexuales siguiendo el rito católico o evangélico, según prefieran los contrayentes.
En Saltillo realizó una boda el pasado diciembre, en la que dos hombres se prometieron amor eterno, pero en total lleva más de 30, algunas como exseminarista y otras ya como sacerdote ordenado de la Iglesia Católica Ecuménica.
Estigmatización, rechazo y discriminación
La aceptación a sí mismas les costó años a Celina y Fernanda, y luego luchar por su amor, pues en pleno siglo 21 las parejas de la comunidad LGBTQ aún son estigmatizadas. Lo que para una pareja heterosexual es algo cotidiano, como abrazarse y besarse en una plaza, en una calle, en un cine, o cualquier rincón de la ciudad, para una pareja de mujeres o de hombres es una conducta que pareciera retar a la sociedad.
“ Con nuestras primeras muestras de afecto y así, la gente se nos quedaba viendo, o que pasaban en carros y nos gritaban, entonces eso fue muy incómodo”.
Y aunque el movimiento progresista y todas las marchas y campañas para exigir el respeto de la comunidad LGBTQ va rindiendo frutos, la discriminación se sigue presentando. Casos que se vuelven públicos como el de una pareja de lesbianas a las que les negaron la renta de una casa por ser dos mujeres que criaban a una niña, y otros casos que se pierden en el día a día, pero que duelen.
“ Mi jefe no se había enterado que era de la comunidad, entonces cuando se enteró dijo que ya no íbamos a poder hablar directamente”, platicó Fernanda.
Así, ser lesbianas, gays, transexuales, pansexuales o de cualquier género no binario es ir contracorriente, un remar que cuesta y cansa y lo peor, cuando no se tiene el apoyo de los más cercanos.
Iglesia no rechaza la diversidad…
Aunque el sacramento del matrimonio no les está permitido y el acto sexual entre ellos está considerado pecado, la Iglesia no rechaza a los homosexuales, y les ofrece acompañamiento espiritual, aunque hayan elegido un estilo de vida diferente a lo que dicta la doctrina.
“ La Iglesia, siendo una madre, tiene otras formas de asociar a aquellos que no pueden participar del matrimonio, la Iglesia como toda madre no los puede rechazar, sino que las personas, al elegir un estilo de vida, ellas mismas se excluyen de una figura que es el matrimonio sacramental”.
Entre las opciones está servir a la comunidad con obras de caridad, de evangelización, catequesis. Y pueden acceder a consejería espiritual y todos los demás sacramentos, siempre y cuando se cumplan los requisitos de no estar en pecado mortal en el caso de la comunión.
La Iglesia tiene otros caminos de recepción, de acompañamiento, de velar y custodiar a la persona, independientemente de cuál sea su decisión. Las oficinas de los sacerdotes todas están abiertas cuando necesitan un consejo, no hay derecho de admisión”.
La boda alternativa
A sabiendas de que la Iglesia católica no celebraría una misa de matrimonio para una pareja LGBTQ, la actividad que realiza el sacerdote alternativo para algunos, apócrifo para otros, Daniel Santos gana adeptos, pues permite a las personas con cualquier preferencia sexual unir sus vidas con una ceremonia prácticamente igual al rito católico.
El exseminarista, que luego dice fue cobijado por la Iglesia Ecuménica, se jacta de hacer una labor para el bien de las parejas.
“ Hasta el momento creo que he tenido buena mano, ninguna pareja se ha separado, están juntos todavía, o juntas y muy agradecidos conmigo, me quieren mucho, me estiman y eso me ayudó a que me fueran recomendando. Yo nunca me anuncié para casar gente”.
Y una acción como esta que genera polémica y polarización, es bien recibida por quienes en carne propia han vivido el camino de autodescubrimiento, aceptación y lucha por ser diferentes.
“ Nos hace mucha ilusión de que no, si nos gustaría mucho que lo pudiéramos hacer tradicionalmente, porque es muy bonito”, comenta Celina.
El único matrimonio: hombre y mujer
El presbítero Mario Cruz, quien es vicario judicial de la Diócesis de Saltillo, aclara que estos matrimonios entre hombre y hombre o mujer con mujer no son reconocidos ni serán reconocidos nunca por la Iglesia, pues la doctrina es muy clara en que debe ser un varón y una dama para poder recibir el sacramento.
“ El sacramento tiene su fundamento en la verdad revelada e inspirada, que es la Sagrada Escritura, las condiciones no son de la Iglesia o del
Papa como se puede pensar, sino que son palabras del mismo Jesús, que han quedado plasmadas en los textos bíblicos, por eso se llama la verdad revelada”.
El sacerdote reitera que no se trata de criterios humanos o convencionalismos que se hayan tomado en la cúpula clerical, sino qué es lo que dicen las Sagradas Escrituras.
“ Dejará el hombre a su padre y a su madre y serán una sola carne, por lo tanto, lo que Dios unió que no lo separe el hombre, entonces es un texto bíblico del que no puede ser modificado, ni al criterio del Papa ni de los obispos, por eso la doctrina no puede ser modificada ni hoy, ni mañana ni nunca”.
Además, para la Iglesia el sacramento del matrimonio está ordenado en virtud de la procreación, para cumplir el mandato dado en el Génesis de ser fecundos y poblar la tierra.
“ La alianza matrimonial en la que hay un consorcio de toda la vida lo constituyen el varón y la mujer, un consorcio encaminado al desarrollo de la pareja, a la generación de la vida, lo que no se podría dar en personas del mismo sexo. Por eso no cabe la posibilidad en cuanto a sacramento ni matrimonio canónico de la figura entre hombre y hombre o mujer, mujer”.
Autodescubrimiento: Una lucha por la aceptación
El día que ante el Registro Civil, Fernanda y Celina se unan en matrimonio, será el día más feliz de su vida, pero llegar allí les ha costado lágrimas, rechazo, soledad, insultos, dudas, miedo y tristeza.
“ De hecho, yo me tuve que salir de mi casa, porque mis papás no aceptaban la relación de nosotras, entonces ya fue como que un límite para mí, porque yo ya quería formalizar algo con ella, entonces fue cuando me salí de mi casa, su mamá me acogió y desde entonces vivimos juntas”, narró Fernanda.
La joven fue aceptada desde entonces en el hogar de su pareja, pues su madre ya había recorrido el camino de la aceptación y ese duelo de saber que no se casaría por la Iglesia católica.
“ Ya cuando lo supe, que intenté mi primera relación con una mujer, mi mamá también lo supo y también le tomó por sorpresa, me dijo que no estaba bien, aunque con el tiempo lo aceptó y ahorita tenemos una muy buena relación, tanto con ella como con toda mi familia”.
Las jóvenes saltillenses tuvieron que vivir un proceso de autodescubrimiento, que se volvió incómodo y hasta tortuoso por ir en contra del status quo, por ello costó reconocerse a sí mismas.
Celina sabía que era diferente, pero le costaba distinguir en qué y aceptarlo; a los 14 años confirmó que le gustaban las mujeres y desde entonces empezó a “nadar contra la corriente social”.
“ Sinceramente lo sospechaba desde que estaba más chiquita, pero en mi cabeza no lograba entender, entonces conforme fui madurando pues dije sí me gustan las mujeres”, confiesa Celina.
Y por supuesto tuvo que luchar contra su conciencia, pues lo que resonaba desde sus entrañas era contrario a lo que le habían dicho en el catecismo, en la misa y en su hogar, lo que la volvió pensativa, introspectiva por mucho tiempo, en una batalla religiosa y moral.
“ Desde siempre te han pintado que el hombre y la mujer, que así son las parejas que Dios creó, pero como que se contradicen a la vez”, dice ya resuelta la joven que se identifica como bisexual.
Más sobre esta sección Más en ZocaloApp-home2
Hace 15 horas
Hace 15 horas
Hace 15 horas
Hace 15 horas
Hace 16 horas
Hace 17 horas
Hace 17 horas
Hace 17 horas
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia
Hace 1 dia