Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el jueves, 19 de diciembre del 2024 a las 03:50
Ciudad de México.- Las mujeres japonesas fueron diestras e intrépidas samuráis, pero la historia relegó sus hazañas, un desdén que los franceses Benjamin Lacombe y Sébastien Perez atribuyen al protagonismo masculino que prevalece en los relatos de acontecimientos pasados y el cual ellos desafían con su arte.
Lo hacen a través de Historias de mujeres samuráis, publicación de Edelvives en la que Lacombe, ilustrador, y Perez, narrador, reivindican a las guerreras de Japón y recobran figuras como la de Jing¸, emperatriz del periodo Yayoi (300 a.C al 300 d.C); Tomoe Gozen, del periodo Heian y Kamakura (1157 y 1184), y Nakano Takeko, del periodo Edo (1615-1868).
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Han sido relegadas simplemente porque eran mujeres, y a pesar de que tenían un papel importante y defendían a sus pueblos, no tenían acceso a cierto tipos de armas, por ejemplo”, señala Perez, cuyos relatos se sustentan en la historia, pero abrevan de la literatura para darles profundidad a los personajes y añaden una dimensión mítica en la que resuenan las tradiciones japonesas.
Aunque en apariencia una sociedad tradicional, como la de Japón en aquellos años, podía ser más reacia a la incursión armada de las mujeres, Lacombe pide matizar al hacer comparaciones.
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Es la impresión que uno puede tener. Sin embargo, no somos japoneses. Yo no me atrevo a afirmar algo así. Lo cierto es que cuando comenzamos a investigar, nos dimos cuenta de que falta información directa de esas mujeres.
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La carencia de documentos, de libros o de estudios acerca de ellas demuestra que una parte de la sociedad las invisibiliza, y que durante siglos no existieron textos dedicados a ellas. Las primeras menciones se remontan al año 100 después de Cristo”, contrasta Lacombe, uno de los mejores ilustradores de libros infantiles, si bien su apuesta gráfica trasciende este sector para ocuparse, también, de la obra de Edgar Allan Poe o de Frida Kahlo, entre otras y otros.
Si bien es cierto que las samuráis no encajaban en el estereotipo de la mujer japonesa, delicada y sumisa, y que se les desplazó de la historia, también lo es que Occidente relegó a mujeres que luchan, subrayó Lacombe.
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Hay que evitar el etnocentrismo y creer que las cosas son mejores en otras partes del mundo o en otras épocas. Estamos en 2024 y a las mujeres de Afganistán se les ha prohibido hablar, usar literalmente su voz, y en los Estados Unidos hay entidades en donde las mujeres no tienen derecho a abortar, no pueden decidir qué hacer con su cuerpo, cuando podían hacerlo en 2023″, dice.
La lucha por la igualdad de mujeres, de homosexuales o de las minorías no es lineal, advierte Lacombe, e insta a no bajar la guardia.
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A veces avanza y otras retrocede, por eso en el libro recuperamos la frase de (la filósofa) Simone de Beauvoir, que dice: ‘no olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos'”.
Lacombe, que apuesta por una paleta de colores en la que resalta el morado, se aleja en su plástica del exotismo y de las representaciones de manga o de los videojuegos que erotizan a las mujeres guerreras, aclara.
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Quise hacer lo opuesto y representar en cambio a mujeres reales que se ponen una armadura y no se ven más ‘sexi’ con ella, no busco sexualizarlas”, aclaró sobre este libro feminista, con prefacio de Matthias Hayek, especialista en historia japonesa, que fue presentado en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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