Internacional
Por Proceso
Publicado el domingo, 26 de enero del 2025 a las 13:33
Bogotá.- El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está utilizando al guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia para tender un “colchón de seguridad” en la frontera que comparten ambos países, en previsión de un ataque externo, lo que ha puesto su relación con el gobierno del mandatario colombiano Gustavo Petro cerca de la ruptura.
Fuentes del área de seguridad del gobierno colombiano consultadas por Proceso indicaron que el trasfondo de la ofensiva militar que ha desatado en la última semana el ELN en la región colombiana del Catatumbo, a un alto costo humanitario, forma parte “del plan de seguridad” que implementa Maduro ante el temor de que el recién posesionado presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordene planes de desestabilización en su contra.
Pese a las evidencias de su derrota electoral el 28 de julio último ante el opositor Edmundo González Urrutia, el chavista juramentó hace dos semanas como presidente de Venezuela para un tercer periodo ante la Asamblea Nacional, que él controla, mientras que Trump asumió por segunda vez la presidencia de Estados Unidos el lunes 20 último.
Dos días después, el miércoles 22, el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, quien considera a Maduro un “narcodictador”, sostuvo una reunión virtual con González Urrutia, a quien reconoció como “presidente legítimo” de Venezuela, y con la líder opositora María Corina Machado, a quienes expresó su apoyo para “la restauración de la democracia” en su país.
“ Maduro está anticipando acciones de Estados Unidos para derrocarlo y utiliza al ELN para alzar un muro de seguridad en la frontera colombiana, por donde en el pasado han ingresado mercenarios americanos (estadunidenses) para realizar operativos armados en Venezuela”, dijo una de las fuentes consultadas.
El Catatumbo, una región del nororiente colombiano que colinda con los estados venezolanos del Táchira y Zulia, es escenario desde la semana anterior de una ofensiva militar del ELN que ha dejado hasta este jueves último más de 80 muertos, la mayoría civiles –entre ellos tres niños–; unos 20 mil desplazados y 12 mil confinados que no pueden salir de la zona.
Aunque varios medios colombianos presentaron en un principio esa conflagración como una guerra entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las FARC por el control de las rutas del narcotráfico y de la minería ilegal, el trasfondo “es geopolítico y está relacionado con el interés de Maduro en ‘blindar’ esa zona fronteriza ante el temor de una invasión o una incursión de comandos de fuerzas especiales”, dijo una de las fuentes.
Sostuvo que lo que ocurre en esa región colombiana es que “estamos empezando a ver el desarrollo de la ecuación Maduro-Trump, con Petro en el medio”.
Y añadió que la injerencia de Maduro en esa región colombiana es considerada como “inaceptable” por los sectores más centristas del gobierno de Petro, a quien el chavista le estaría pasando una “cuenta de cobro” por su ambigua posición frente a la crisis política venezolana.
Petro ha dicho que le resulta imposible reconocer los resultados de las elecciones presidenciales de julio último, en las cuales las instituciones controladas por Maduro lo declararon vencedor, pese a que la oposición y el Centro Carter han demostrado, con actas electorales, una holgada victoria del opositor Edmundo González Urrutia.
El mandatario colombiano también ha condenado la represión desatada por el régimen chavista contra dirigentes opositores, activistas de derechos humanos y cientos de jóvenes que engrosan una lista de mil 687 presos políticos, de acuerdo con datos de la ONG Foro Penal.
Pero, hasta ahora, la posición de Petro frente a Venezuela sigue siendo ambigua porque, pese a que declinó asistir a la toma de posesión de Maduro el 10 de enero último, envió en su representación al embajador colombiano en Caracas, Milton Rengifo, lo que implica un reconocimiento de facto a la investidura presidencial que se autoconcedió el chavista.
Las fuentes consultadas señalaron que el gobierno de Petro tiene conocimiento, pero “no evidencia concluyente que se puede hacer pública”, de que el ELN, la única guerrilla colombiana que sigue en pie de lucha tras la desmovilización de las FARC en 2016, trasladó a decenas de combatientes desde el departamento de Arauca al Catatumbo –ambas regiones fronterizas– vía eñ territorio venezolano para apoyar la operación militar.
Ese trayecto, de unos 400 kilómetros, lo habrían realizado entre 400 y 500 guerrilleros vestidos de civil, a pie y en camiones de volteo, desde la última semana de diciembre pasado, según reportes de inteligencia militar, aunque Petro ha reprochado que esa información no llegó a tiempo.
El 21 de enero último la columnista de la revista Cambio, Marisol Gómez Giraldo, una especialista en conflicto armado interno, escribió:
“ Como es sabido, en política no suele haber coincidencias. Y, en ese sentido, no es casualidad que los trágicos hechos de la última semana en el Catatumbo –originados en la decisión del ELN de consolidar y ampliar su control en esa zona fronteriza con Venezuela– ocurrieran en vísperas de la posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Para Gómez Giraldo, el ELN “está siendo el peón de un juego geopolítico mayor: asegurar para Nicolás Maduro el control de la frontera colombovenezolana en esa región”.
La autora de “La historia secreta del proceso de paz” dice que por esa región fronteriza han ingresado a Venezuela, antes del gobierno de Petro, mercenarios estadunidenses y comandos del ejército colombiano que dieron de baja a importantes jefes de las disidencias de las FARC refugiados en territorio venezolano, como Jesús Santrich, en 2021, y Gentil Duarte, en 2022.
Ambos fueron abatidos en el estado de Zulia, colindante con el Catatumbo, mediante operaciones encubiertas ejecutadas desde territorio colombiano.
El mismo Petro sabe que las pistas que tiene del conflicto en el Catatumbo, donde el ELN ha asesinado a líderes sociales y civiles, a quienes busca casa por casa con un listado, lo conducen al presidencial Palacio de Miraflores en Caracas.
El presidente colombiano se preguntó en un acto el miércoles 22 de enero cómo es posible que el ELN hubiera desplazado de Arauca al Catatumbo una gran cantidad de combatientes de manera tan planificada y con gran rapidez. “No pueden llegar caminando simplemente por entre las montañas porque tardarían meses”, dijo.
Entonces, “¿por dónde caminaron o anduvieron o se transportaron?”, planteó, y dijo que esas son preguntas que necesariamente hay que hacer.
Petro, según lo afirmado por las fuentes consultadas, sabe las repuestas, pero hacerlas públicas lo obligaría a decretar el quiebre de las relaciones con el régimen de Maduro, y el mandatario “no quiere llegar a ese escenario”.
Por ahora, el presidente colombiano se ha centrado en la responsabilidad del ELN en los crímenes de lesa humanidad que ha cometido en el Catatumbo y ha sugerido que esa guerra es una ficha de un juego de mayor dimensión “internacional”.
El ELN busca “el control para convertirse en carta de negociación internacional”, escribió ayer jueves 23 de enero en su cuenta de X.
El 17 de enero último Petro suspendió los diálogos de paz que mantenía con el ELN en el contexto de su política de Paz Total y lo acusó de cometer “crímenes de guerra” en el Catatumbo. También declaró “estado de conmoción interior” para enfrentar la crisis humanitaria y de seguridad, una figura que no se usaba desde hace 16 años y que le permite promulgar decretos sin la aprobación del Congreso.
Nadie duda que el sorpresivo operativo militar del ELN contra líderes sociales y el Frente 33 de las disidencias de las FARC es mucho más que un asunto de control de las rutas de la cocaína.
Es verdad que el Catatumbo es un área cocalera en la que hay unas 40 mil hectáreas de cultivos de hoja de coca, casi la cuarte parte del total en el país. Los cargamentos de cocaína producidos en esa zona salen hacia Venezuela, donde son enviados a Centroamérica y México en avionetas con la complicidad de altos mandos militares, de la policía y del gobierno chavista.
Pero según las fuentes consultadas, el ELN tenía un acuerdo con el Frente 33 para repartirse el control de las rutas “y extrañamente lo rompió e inició una guerra en vísperas de la toma de posesión de Maduro (el pasado 10 de enero) y de Trump (el lunes 20 de enero)”.
El ELN considera que el Frente 33 “hacía trabajos para la inteligencia militar” colombiana, indicaron las fuentes, “pero lo que vemos en el Catatumbo es una guerrilla muy fortalecida militarmente con armamento que perfectamente puede venir de Venezuela”.
Incluso la izquierda petrista más radical, que suele ser tolerante con el régimen de Maduro, repudia la violencia en el Catatumbo pues entre las víctimas figuran firmantes de la paz de las desmovilizadas FARC, civiles inocentes y líderes sociales que trabajaban de la mano con el gobierno en programas de sustitución de cultivos ilícitos.
El reconocido dirigente social Carmito Abril, quien participaba en la reintegración de excombatientes de las FARC en el Catatumbo, debió huir de la zona porque guerrilleros del ELN lo buscaban para matarlo. Hace unos días lo recataron funcionarios del gobierno y de la Defensoría del Pueblo junto con su familia y un grupo de campesinos.
“Ya estamos a salvo, nos libramos de las manos de los sanguinarios, no hemos comido, no hemos desayunado, pero estamos con vida, estamos a salvo, nos iban a matar”, dijo llorando en un video tras su rescate.
El mismo Petro ha puesto en duda que el fortalecimiento militar que muestra el ELN en el Catatumbo sea producto únicamente del negocio de la coca.
“ ¿Por qué el ELN hoy –preguntó el mandatario–, a pocos meses de que era muy débil militarmente hablando, es fuerte? Eso tiene unas respuestas que debemos ahondar. ¿Cómo una organización puede saltar y fortalecerse técnica y militarmente en el corto plazo? La droga, decimos, pero…”
El senador Iván Cepeda, negociador del gobierno en el suspendido diálogo con el ELN, dice que no hay aún evidencias de la responsabilidad del régimen chavista en los sucesos del Catatumbo, “pero hay que seguir investigando”.
Los principales jefes del ELN, Antonio García y Pablo Beltrán, residen en Venezuela y la fiscalía colombiana ya reactivó las órdenes de captura internacional contra ellos y con el principal mando militar de la organización, Gustavo Aníbal Giraldo, “Pablito”, que se desplaza entre el departamento colombiano de Arauca y el estado venezolano de Apure.
Según cálculos de inteligencia militar, el ELN tiene unos seis mil hombres en armas en Colombia y al menos mil 500 en Venezuela, lo que convierte a ese grupo en una guerrilla binacional.
El investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Ronal Rodríguez, señala que si bien el ELN no es una organización subordinada a Maduro, en esta coyuntura hay una confluencia de objetivos y siempre ha estado en sus principios la defensa de la llamada Revolución Bolivariana.
“ Ellos tienen su propia agenda, ellos tienen sus propios objetivos, pero en este momento se alinean sus intereses con los de Nicolás Maduro”, asegura, y dice que el chavista está usando a esa guerrilla “como elemento de disuasión” en la zona fronteriza ante un eventual ataque de mercenarios estadunidenses.
Además, pueden aportar información de inteligencia de alta calidad de los movimientos en ese corredor estratégico “y son un actor seguro que controla la zona del Catatumbo”, señala el académico colombiano.
Desde este 22 de enero el gobierno venezolano desarrolla los denominados “Ejercicios Escudo Bolivariano” que contemplan la movilización de unos 150 mil efectivos del Ejército, la Guardia Nacional, la policía, la Armada y la Fuerza Aérea, la mayoría de ellos desplegados en la zona fronteriza con Colombia, en especial en los estados Zulia y Táchira, colindantes con el Catatumbo.
Desde el Fuerte Tiuna, sede las Fuerzas Armadas en Caracas, Maduro, con una casaca camuflada y gorra militar, dijo que el chavismo camina “dos, tres, cuatro pasos delante de las hipótesis de conflicto” y que el objetivo es defender el territorio “con férreo control fronterizo” y el control “de grupos que han sustentado desde Colombia el paramilitarismo y el narcotráfico”.
Según Maduro, el ejercicio también tiene como propósito “reforzar el tapón militar” en la frontera común, advirtió que “todos los pasos de Colombia hacia Venezuela serán asegurados”.
Sin mencionar al ELN, el chavista dijo lamentar “los hechos de violencia” en el Catatumbo colombiano y, con la mayor seriedad, aseguró que su país ha recibido a desplazados provenientes de esa zona.
Y el pasado viernes, los ministros de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, y de Venezuela, general Vladimir Padrino, se reunieron en la fronteriza ciudad venezolana de San Cristóbal, en el estado Táchira, “para abordar la problemática que afecta al Catatumbo”, según un boletín oficial.
En el comunicado, Padrino señaló que no permitirá que su territorio sea utilizado “de plataforma para grupos armados al margen de la ley, independientemente de su ideología, naturaleza o nacionalidad”.
Nada se dijo, sin embargo, de los jefes del ELN que residen en Venezuela bajo protección del gobierno de Maduro, los cuales tienen una orden internacional de captura, ni de los cientos de guerrilleros de ese grupo que operan en el vecino país.
Según el comunicado difundido por el Ministerio de Defensa de Venezuela, lo que hay en marcha es una “campaña de desinformación orquestada por personajes con oscuros intereses, que pretende involucrarnos con alguna de las facciones” que se enfrentan en el Catatumbo.
Más sobre esta sección Más en Internacional
Hace 10 horas
Hace 10 horas
Hace 12 horas
Hace 13 horas
Hace 14 horas
Hace 14 horas
Hace 15 horas
Hace 16 horas
Hace 16 horas
Hace 16 horas
Hace 17 horas
Hace 17 horas