Saltillo, Coah.- Una teoría, varios experimentos, material proporcionado por el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, y permisos de la Defensa Nacional: la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Coahuila contó con un laboratorio que estaba a punto de encontrar la cura para la rabia, pero tuvo que ser desmantelado. 

Eran los años 90 cuando el doctor Valentín Cardona realizaba experimentos en ratas y ratones para infectarlos de rabia, tratarlos con radioactividad y extraer láminas de su cerebro para ver si el virus podía detenerse aun estando ya alojado en el sistema nervioso central, lo cual sería un hito científico ya que, hasta la fecha, no existe cura para esta terrible infección. 

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Hipótesis: el anticuerpo antirrábico iodinado con I-131, inoculado intracerebralmente a ratones que presenten la sintomatología del virus rábico, la sintomatología de la infección viral desaparecerá y el ratón recuperará su salud”, se lee en su libro La rabia: biofísica y bioquímica del virus rábido en interacción con la célula huésped.

Tenían su proceso

José Luis Martínez Hernández, profesor investigador en Bioprocesos de la Facultad, era un joven recién egresado cuando colaboró en el equipo del doctor Cardona, y recuerda que estaba realmente interesado en aplicar la biofísica y la bioquímica para salvar la vida de las personas infectadas con rabia y que no contaran con vacunas previas. 

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Él desarrolló una serie de fórmulas y ecuaciones que trataban de explicar claramente qué era lo que ocurría para esa interacción del virus con la célula, y a partir de ahí desarrollar un modelo para un estudio en animales de laboratorio, y eso fue lo que se hizo: se utilizaron ratas Wistar para desarrollar este estudio, y ver esa interacción virus-célula, también para buscar una forma de desarrollar un anticuerpo radiomarcado que fuera muy específico para el virus, pero que este pudiera llegar al sistema nervioso central y atacar al virus, y con ello evitar el desarrollo del virus y el daño que sufría una persona”, explica. 

Las ratas de laboratorio eran adquiridas en el biotero de la Universidad Autónoma de Nuevo León; los investigadores buscaban grupos con características semejantes de tamaño, peso y edad, con cerebros más grandes que los ratones blancos para ser estudiados con mayor facilidad. 

Los animales se infectaban y se observaban hasta que comenzaban a manifestar la enfermedad, y cuando la rabia llegaba al sistema nervioso central, se les daban radiaciones con Yodo 131, que es material radioactivo. 

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Se sacaban pequeñas láminas del cerebro y se cuantificaba para saber qué tanto radiomarcador había llegado a la célula”, detalla Martínez Hernández. 

Poco a poco se pierde

El doctor Cardona fue pionero en la investigación de la Universidad, ya que quería corroborar las hipótesis planteadas en su libro, y lo logró: comprobó que el anticuerpo radiomarcado podía llegar a la célula y atacar al virus. 

Esta investigación obtuvo el primer lugar en el área de Ciencias Básicas al trabajo de investigación por su contribución a la ciencia y a la salud, relacionado con el tratamiento de radionúclidos del virus rábico cuando invadió al sistema nervioso central.

Pero se detuvo. 

Un problema de salud obligó al investigador a abandonar los experimentos, y el equipo se desintegró por la falta de interés y financiamiento. 

De haber continuado, afirma el doctor José Luis Martínez, sin duda hubieran logrado avances importantes en el campo de la salud. 

El roedor ideal

Las ratas Wistar son un animal de laboratorio muy utilizado en la investigación biomédica por varias razones:

Son un modelo para evaluar la toxicidad y la eficacia en la investigación preclínica. 

Son más activas que otras ratas, como las Sprague Dawley. 

Son relativamente económicas de criar y mantener. 

Se pueden reproducir rápidamente, lo que permite a los investigadores estudiar la función de genes particulares a lo largo de varias generaciones. 

Las ratas Wistar se caracterizan por tener una cabeza ancha, orejas largas y una cola más corta que la longitud de su cuerpo.