Ciudad de México.- Jóvenes de entre 14 y 27 años, principalmente, que son reclutados por el crimen organizado son obligados a asesinar, muchas veces entre ellos mismos, desmembrar cuerpos y comérselos, así como drogarse como parte de su entrenamiento criminal para deshumanizarse y formar parte de los ejércitos de sicarios. Si se niegan, los matan, denunciaron activistas.

De acuerdo con Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, las principales víctimas de este flagelo son hombres de entre 14 y 27 años, mientras que en mujeres de 14 a 19 años.

En 2010 calculamos de manera súper conservadora entre 35 mil y 45 mil adolescentes cada año; es decir, menores de 18 años de edad, y que podría ser mucho más alto si subimos los rangos (de edad)”, destacó, por lo que en la última década la cifra podría rebasar los 450 mil menores reclutados, “más las personas mayores de 18 años”. A esto se suman los 250 mil menores que están en riesgo de ser potencialmente víctimas de reclutamiento.

Una consulta realizada por este diario al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (Rnpdno) arroja que de 2018 al 20 de marzo de este año suman dos mil 421 menores de 10 a 14 años desaparecidos, de los cuales 921 son hombres, mil 497 mujeres y tres indeterminados; de 15 a 19 años van siete mil 809 jóvenes en esta condición, de los cuales cuatro mil 347 son hombres; tres mil 440 mujeres y 22 indeterminados.

“ De 20 a 24 años, van nueve mil 15 en esta condición de los cuales, siete mil 73 son hombres, mil 914 mujeres y 28 indeterminados, y del rango de 25 a 29 años suman nueve mil 605 desaparecidos y no localizados, de los cuales siete mil 785 son varones, mil 802 mujeres y 18 indeterminados.

El pasado 7 de marzo, se dio a conocer el hallazgo de un centro de adiestramiento criminal y campo de concentración en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, donde fueron hallados, al menos, 200 pares de zapatos, ropa, mochilas, identificaciones, aparatos hechizos para acondicionamiento físico, un altar de la Santa Muerte y dos crematorios en donde, pese a que la Fiscalía de Jalisco lo negó, madres buscadoras aseguran que sí existen.

En entrevista con Excélsior, Cecilia Flores, presidenta fundadora de Madres Buscadoras de Sonora y de México, narró la historia de Pepe (nombré ficticio por seguridad), quien vivió distintas atrocidades dentro del rancho Izaguirre hasta que logró escapar.

“ Para ser pistolero tienen que vivir un entrenamiento muy fuerte, incluso, algunos no sobreviven y mueren”. Los matan casi por todo, si no obedecen una orden, los asesinan. En el campo de entrenamiento “deben matar, incluso descuartizar a las víctimas y comérselas”. Pepe contó que si alguien se negaba a comerse los restos del mutilado corría con la misma suerte.

“ En ese lugar les daban carne humana cuando no tenían qué comer. Imagínate el terror de estar conviviendo con una persona y de repente ver cómo la están descuartizando y tienen que comer su carne. No puedo concebir lo que es capaz de hacer la mente humana”, narró Flores.

Pepe contó que en el rancho Izaguirre probablemente no haya ni 60 cuerpos, ya que no todos eran inhumados en el lugar. “No eran enterrados ahí todos porque ahí vivían, pero él nos reveló sobre un predio en donde los enterraban, está a tres horas del rancho, es en otro municipio, no es en Teuchitlán, ya tenemos algunas fotografías, sólo estamos esperando que las autoridades acompañen al lugar para comenzar a buscar los cuerpos, los cuales fueron enterrados con una retroexcavadora.

Es terrible, mi testigo (Pepe) me contó que, incluso, en un solo día se llegaron a enterrar hasta 60 cuerpos de quienes morían en enfrentamientos o en el campo de adiestramiento de Teuchitlán”.

El 24 de agosto pasado, Pepe fue enviado a Zacatecas a combatir grupos antagónicos; sin embargo, en el camino pidió a su jefe ir al sanitario, lo que aprovechó para escapar y poder contar su historia.

Muchos no lo lograron, pues quienes lograban huir del rancho eran detenidos por los policías municipales; de acuerdo con el testimonio de Pepe, éstos los llevaban de regreso al rancho Izaguirre, donde su final era trágico. “La mayoría de los policías municipales trabajan para los cárteles”, aseveró.

“ Los que sobreviven no quedan bien, después de vivir ese terror ya no pueden dormir, ya no pueden ni vivir, llegan a pensar que no son merecedores de haber sobrevivido ni de estar cerca de sus familias, de sus hijos”, aseveró Ceci Flores.

Juan Martínez Pérez recordó que este tipo de entrenamientos son métodos que destrozan a los seres humanos, “en resumen, lo que buscan es convertirlos en seres desechables y que así se vivan ellos; es decir, un doble rol, no sólo es que los traten así, que los consideren como desechables, sino lograr romperlos para que ellos mismos así se vean”.

En tanto, Flores dijo que las principales entidades que están “abonando” reclutados son “San Luis Potosí, Colima, Nayarit, Sonora, Sinaloa, Puerto Vallarta (Jalisco), Guerrero, de la Costa Chica y de la Costa Grande; Oaxaca y Chiapas, aunque hay más estados”.

La activista cuenta que muchos son reclutados en la centrales de autobuses, otros a través de anuncios de periódicos o redes sociales, donde les ofrecen salarios de hasta cinco mil pesos a la semana como guardias de seguridad, “yo misma he visto esos anuncios, ¿cómo van a pagar esos sueldos, pues a quién vas a escoltar? La necesidad y el sueño de un mejor futuro los hace caer en esas redes”, dijo.

Añadió que, desgraciadamente, sólo una persona por cada 100 que son reclutadas logra sobrevivir, pues imagínate, de unas 400 personas que fueron reclutadas (en el rancho Izaguirre), cerca de sólo cuatro están vivas”.

ESCUELA DEL TERROR

Por su parte, Indira Navarro, fundadora del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, el pasado 11 de marzo dio a conocer el caso de una joven que logró escapar de la también llamada “escuelita del terror”, quien estuvo al menos tres años ahí.

“ Yo siento que me van a matar en cualquier momento, por eso quiero hablar. Fueron situaciones muy graves, hasta puercos metían, si llorabas te lanzaban desnudo a los cerdos, los cuales te comen y te dejaban en pedazos, lo que quedaba lo llevaban a los crematorios, quemaban bastantes veces y los restos los enterraban”.

La integrante colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco detalló que en ese lugar, que llevaba más de tres años funcionando y que ya había sido intervenido por autoridades, los jóvenes reclutados eran obligados a cavar las fosas tipo crematorio, “lo más espeluznante fue que a varios jóvenes los obligaron a matar y a hacer hoyos, ponerles piedras y prenderles fuego”, para cremar los cuerpos.

La activista señaló que el joven que las contactó “fue sobreviviente porque pudo escapar después de estar ahí. Dijo que dura como un mes (el adiestramiento), se gradúan según ellos y los mandan a Zacatecas o Michoacán, y si llegaras a sobrevivir te manda al segundo nivel, escuela de más alto rango”.

Familia lo rastreó hasta dar con él

El año pasado, Omar, de 17 años, fue reclutado a través de redes sociales.

El problema de su comportamiento empezó cuando su madre dejó a su marido y se fue con otro hombre, llevándose a sus hijos.

La pareja de su madre le ofreció trabajo a Omar, pero comenzó a tomar dinero, a beber y fumar mariguana y, aunque su mamá le insistió en regresar a estudiar éste simplemente ya no quiso, hasta que un día sólo desapareció.

Su familia se movilizó, acudió a la Fiscalía del Estado de México y obtuvo la ficha de búsqueda, la cual comenzó a circular y compartirse en redes sociales.

Muchas horas después, Omar llamó a su familia y le dijo que se iba a trabajar a Zapopan, Jalisco, donde había conseguido un trabajo en el que le iban a pagar 20 mil pesos semanales. De ahí perdieron contacto con él.

La madre de Omar tuvo que ratificar la denuncia en Jalisco.

Autoridades lograron dar con su última ubicación y se confirmó que estuvo en Zapopan.

Omar, como muchos de los jóvenes reclutados, fue contactado a través de redes sociales, donde un sujeto le ofreció un salario de 20 mil pesos al mes, le estuvo enviando dinero para comprar el pasaje, viáticos y un nuevo chip de celular para que cuando llegara se deshiciera de su número anterior.

No le mintieron, desde el inicio le dijeron que era para trabajar con el crimen, que haría “cosas difíciles”, pero que valdría la pena porque ganaría 80 mil pesos al mes.

Omar les creyó y se fue

Lo empezaron a drogar con crystal hasta que rápidamente se hizo adicto —ésta es una sustancia potencialmente tóxica y adictiva.

De acuerdo con el informe Sobre la situación de la salud mental y el consumo de sustancias en México, 2024, de 152 mil 57 hombres atendidos, 51% recibió tratamiento por el consumo de Estimulantes Tipo Anfetamínico (ETA), que incluyen a la anfetamina, metanfetamina, éxtasis o estimulantes de uso médico.

En el centro de entrenamiento criminal al que lo llevaron lo obligaron a golpearse contra otros jóvenes, a quienes no aguantaban “se los llevaban y no se volvía saber de ellos”.

Presenció casos de abusos sexual contra otros reclutados y hasta asesinatos. También los entrenaron en el uso de armas.

Durante todo ese proceso los obligaban a drogarse. La madre de Omar se movilizó, tocó muchas puertas en Zapopan hasta que semanas después dio con él.

Según allegados a la familia, la madre de Omar logró rescatarlo, tuvo que pagar una cuantiosa cantidad a quienes lo tenían. Se lo entregaron muy drogado. “A partir de ahí algo se rompió en él”.

Ya no volvió ser el mismo, reprochó a su madre el haberlo rescatado, pues el quería seguir en las filas criminales.

Dijo que pronto volverá con quien se lo llevó, incluso le han ofrecido quedarse en su lugar de origen e integrarse a los grupos delincuenciales locales.

“ Se fue porque mi hijo quería ser matón”

Margarita, madre de Christopher, fue directa: “Mi hijo fue reclutado, él quería ser matón y vender vicio”.

La señora Mago explicó que Christopher tuvo una niñez difícil, “pues mi hijo fue diagnosticado con déficit de atención e hiperactividad. Donde vivíamos teníamos muchos problemas, porque él desde niño era agresivo y grosero con las vecinas”.

Mago era madre soltera y a los 17 años, Christopher decidió irse de casa y se fue a vivir con su abuela. Dejó los medicamentos que atendían su condición y comenzó a consumir mariguana, se volvió más rebelde y no tenía amigos.

Su mundo era el Xbox y el teléfono. ¿Con quién platicaba?, quién sabe. No le gustaba que le dijeran nada, tenía problemas con la autoridad.

“ Empezó a decir que se iba, que quería ser matón, que quería vender vicio (drogas), que tenía contacto con alguien que los reclutaba. Mi hijo tenía tres años de retraso mental, siempre hablaba loqueras, entonces la familia de mi mamá sólo le daba el avión.

“ Un día acudí porque había días que si se enojaba no me hablaba. Lo fui a visitar y me encontré a un tío que me expresó su preocupación, porque Christopher ya tenía varios días diciendo que se iba a ir, que iba a ser reclutado, que iba a usar armas y ropa táctica”, dijo.

Ante ello acudió otro día a visitarlo, un sábado, y lo encontró arreglado, con una maleta lista porque ya se iba.

“ Me dijo, ‘mira mamá, tú ya hiciste tu vida, déjame hacer la mía, pero no te preocupes, yo te voy a avisar a dónde voy a ir, en el momento en el que llegue yo te voy a avisar’, así que se marchó el 25 de junio de 2021, a la edad de 21 años”.

Alguien lo esperaba en la central camionera, desde donde partirían hacia Puerto Vallarta, Jalisco.

Al llegar a su destino le dijo a su madre que avisara a todos sus familiares que ya estaba en Puerto Vallarta y que a partir de ese momento ya no volverían a tener contacto. Le mandó mensajes a través de una cuenta de Facebook que no le pertenecía a él y que, posteriormente, descubrió que pertenecía a una persona que también estaba desaparecida.

“ Yo creo que tanto Christopher como esa persona iban para el mismo lugar, porque después descubrí que la cuenta de Facebook pertenecía a una persona que también estaba desaparecida. La hija de este hombre logró tener acceso a la cuenta y me explicó que su padre estaba desaparecido”.

“ En el mensaje que me mandó mi hijo me pidió que “ya no me busques más”.

Desde entonces perdí contacto con él, presenté la denuncia casi un año después, mi familia no quería que denunciara porque temía que le hicieran algo a Christopher, debido a que se había ido con ‘personas malas’.

“ No he vuelto a saber de mi hijo, está desaparecido. Soy una persona de escasos recursos, yo vivo en Cuautepec, en la Ciudad de México, y no tengo los recursos para viajar a Puerto Vallarta a buscarlo”.

A tres años de que Christopher “decidió” unirse a las filas del crimen organizado, Mago no ha vuelto a saber de él. De hecho, se dijo resignada, ya no lo ha buscado porque teme que le pase algo a su hija más pequeña y su familia.