Espectáculos
Por Grupo Zócalo
Publicado el viernes, 29 de noviembre del 2024 a las 12:39
Ciudad de México.- Dueña de una belleza y una personalidad únicos, durante al menos 50 años de su vida Silvia Pinal fue una mujer muy asediada por los hombres. Por eso no es de extrañar que la hayan pretendido todo tipo de caballeros, desde políticos, actores, cineastas y empresarios. Aquí los hombres más importantes de su vida amorosa.
Sus primerísimos amores se dieron cuando ella era jovencita y estudiaba en el Colegio Pestalozzi, en Cuernavaca. Ahí conoció a Tadeo, quien años después de convertiría en sacerdote. Silvia, en su autobiografía Esta soy yo aclara: “No por mi culpa, él ya traía la vocación”. También en esa época conoció a Sergio, quien incluso fue su pareja de graduación.
Los amores de Silvia Pinal
RAFAEL BANQUELLS: BOLETO A LA LIBERTAD
A pesar de que su padre (Luis G. Pinal) era muy estricto, Silvia se las arregló para poder vivir su vida privada con libertad. En su libro recuerda que cuando anunció que se iba a casar con Rafael Banquells, su papá le dijo que era muy joven, que no le iba a gustar el matrimonio y trató de impedirlo, pero no lo logró, aunque años después Silvia reconoció que su papá tenía razón.
Volviendo al momento en el que se salió con la suya, en 1947 se casó con el también actor Rafael Banquells; ella tenía 16 años y él 35. La pareja procreó en 1949 a su primera hija, Sylvia Pasquel.
Silvia reconoció en más de una ocasión que siempre quiso a Rafael Banquells, pero que estaba muy chica para saber lo que era el amor.
Banquells era el director de la compañía de teatro experimental donde Silvia obtuvo su primer protagónico gracias una audición que hizo frente a él… o más bien, de espaldas a él.
Resulta que el actor cubano de origen español la intimidaba así que le pidió que no la mirara y él accedió. Así obtuvo no solo el papel, sino su amistad y una propuesta: ‘Y… ¿si nos casamos?’, ‘Bueno, sí, creo que sí’, respondió Silvia.
La actriz ha confesado que aceptó casarse porque quería ser libre de la estricta vigilancia y disciplina militar que vivía con su papá en casa; Rafael sería su boleto a una supuesta libertad.
En Esta soy yo la actriz hace una cándida declaración cuando habla de la ingenuidad de aquella actriz en ciernes que vio en el matrimonio algunas ‘cualidades’: “Cenaría en el restaurante Prendes todos los domingos, como lo hacían las grandes celebridades, actores y socialités de la época (…) luciría mi vestido blanco, (…) sería dueña de mí, ya no entregaría cuentas a nadie”.
En la relación todo fue bien en un principio, aunque siempre tuvieron carencias económicas. Después él dejó de tener llamados y se quedó sin trabajo mientras ella obtenía cada más papeles y se convertía en la proveedora del hogar. Entonces, cuando ella tenía 17 años, su esposo se hizo su mánager. Pero a medida que Silvia se hacía más famosa y se llenaba de éxitos, la relación se fue enfriando.
La carrera de Rafael se estancó y comenzó a volverse celoso, estricto y -literalmente- dueño de las quincenas de Silvia que, cansada del matrimonio, un día en la mesa y comiendo sopa le dijo: “¿Sabes qué, Rafael? Esto ya no me gustó, me quiero divorciar”.
Él le pidió que hiciera lo que quisiera, pero que no lo dejaría y la siguió, la persiguió e intentó que regresaran, pero Silvia estaba decidida, quería ser libre y así fue, lo dejó y empezó una nueva vida con su hija.
Para Silvia Pinal, terminar con Banquells fue como liberarse de otra prisión de la que había pretendido salir casándose con él.
ARTURO DE CÓRDOVA: LOCURA DE AMOR
Arturo de Córdova fue uno de sus grandes amores. Con él protagonizó la película Un extraño en la escalera (1954). Al principio del rodaje se caían muy mal, pues él hubiera preferido compartir créditos con actrices como Gina Lollobrigida o Rosa Carmina.
Durante la filmación se fueron haciendo amigos hasta que un día, después del trabajo, se fueron a cenar juntos, él le dio un besazo y ella ya no lo dejó ir. Silvia lo describía como un galanazo, un hombre de mundo, culto, generoso y bon vivant con quien vivió un apasionado romance. Sin embargo, un día el actor se fue a hacer una película a Brasil y, tal cual, la dejó.
Ella buscó la manera de seguirlo y pidió un préstamo a Gregorio Walerstein, el magnate de la industria del cine de la época, pero él no se lo dio. Ella, empecinada en alcanzar a su gran amor, le dijo que se iría y que no le importaba dejar su carrera para seguirlo.
Don Gregorio le hizo ver que Arturo era casado y que no iba a dejar a su familia para estar con ella y la convenció de seguir con su carrera. Esta verdad le hizo una llaga en el corazón, una más por un amor profundo pero imposible.
EMILIO AZCÁRRAGA MILMO: SU GRAN AMOR
Silvia Pinal tuvo un romance con el magnate de la televisión durante cuatro años. Fue un noviazgo profundo y significativo para ella, de hecho lo consideraba uno de los grandes amores de su vida.
Pero lo de ellos no pudo ser. A pesar de que se amaban, de que hicieron muchos viajes juntos y de que tuvieron una complicidad y relación amorosa como pocas, los padres de “El Tigre” nunca aceptaron a Silvia por ser divorciada y con una hija, y buscaban que él se relacionara con mujeres jóvenes de alta sociedad.
Entonces, “El Tigre” Azcárraga tuvo que casarse con otra mujer, una socialité francesa, Pamela de Surmont, que era del agrado de sus padres, quienes arreglaron una espectacular boda en Notre Dame para él. Según Silvia, ninguno de los dos fue feliz en ese matrimonio.
Pero volviendo a Silvia y Emilio, se conocieron en la casa de su amiga Gloria, “La Gorda” Elías Calles, en una cena en la que él estuvo invitado y su comienzo no fue el mejor.
Azcárraga Milmo estaba acostumbrado a que lo adularan y a dar órdenes, y aquella fiesta no fue la excepción. Le dijo a Silvia: “Mujer, pon unos discos” a lo que ella respondió: “Ponlos tú”. Esa respuesta no dejó indiferente al joven empresario y aquella rubia llamó su atención.
Después vinieron otras cenas, reuniones, citas, travesuras juntos, viajes y una relación que se vio interrumpida por los padres de él. Con todo el dolor, pues lo amaba de verdad, Silvia comprendió la situación y decidió ser amiga para toda la vida de su amado “Pato”, como se llamaban mutuamente de cariño.
Juntos vivieron muchas cosas, entre ellas, el terremoto de 1985, en la Ciudad de México. En su biografía, Silvia recuerda que vio a Emilio frente a Televisa, su emporio, el cual se había derrumbado por el sismo. Se tomaron de la mano y vieron frente a ellos la destrucción de lo que para ambos fue su casa y parte importante de su vida.
Su amistad perduró parejas, hijos y años, hasta el día de la muerte del empresario, quien murió el 16 de abril de 1997 víctima de cáncer. Hasta el último día Silvia lo recordó y lo tuvo en una parte muy importante de su corazón pues siempre lo amó como hombre, lo respetó como empresario y lo admiró como ser humano. Él fue su protector, su mentor y gran compañero de vida.
GUSTAVO ALATRISTE: EL PAPÁ DE VIRIDIANA
En 1961 se casó con Gustavo Alatriste, un joven y visionario contador público que había creado un emporio, prácticamente de la nada, y que era -en ese momento- uno de los empresarios más exitosos de México. Con él tuvo una hija, Viridiana, la cual falleció en un accidente automovilístico en 1982.
Silvia y Gustavo se conocieron en la casa de Ernesto Alonso, cuando Alatriste estaba casado, así que ella no le dio mucha importancia. Pero de nuevo su belleza y carisma pudieron más y cuando él se separó de su esposa, sin dudarlo buscó a Silvia. Desde que se casaron, Silvia y Gustavo formaron una súper pareja: él le había cumplido el sueño de producirle películas de prestigio, nada menos que bajo la batuta de Luis Buñuel, para demostrar que Silvia Pinal era mucho más que una cara bonita o un cuerpo sexy.
Gracias a su mancuerna, Silvia protagonizó tres de las mejores películas del maestro del cine surrealista: Viridiana (1961), que causó furor en el Festival de Cine de Cannes; El ángel exterminador (1962), la cinta en la que Silvia interpretó el papel de ‘La Valkiria’, así como el cortometraje Simón del desierto (1965).
Pero todo lo que empieza debe terminar y su relación se enfrió por completo cuando la diva del cine descubrió que Gustavo le había sido infiel con una modelo y actriz novata llamada Sonia Infante , hija mayor de Ángel Infante, uno de los muchos hermanos del célebre Pedro Infante, quien por cierto, también pretendió a la Pinal.
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Silvia nunca tomó a bien una infidelidad por parte de un esposo -en repetidas ocasiones se ha narrado, incluso por boca de ella misma, que puede perdonarlo todo excepto la violencia y la ‘puesta de cuernos’- así que, apenas se enteró de la infidelidad, tramitó un divorcio rápido y la exitosa dupla se extinguió, aunque Gustavo y Silvia siguieron teniendo una relación de verdaderos amigos.
A los dos les tocó vivir juntos una de las grandes tragedias de sus vidas: la pérdida de su hija Viridiana, muerta a causa de un accidente en su automóvil cuando era muy joven, el cual afrontaron con el mayor dolor. Decidieron sepultarla rápidamente para evitar un “circo” con los medios y los dos siguieron por separado su camino con una gran cicatriz en el corazón.
CONRAD NICHOLSON “NICK” HILTON: EL AMOR FUGAZ
Silvia Pinal también fue pareja de Conrad Nicholson “Nick” Hilton, tío abuelo de Paris Hilton. Según narra la actriz en Esta soy yo, en la década de los 60 conoció al magnate hotelero en Acapulco, puerto al que acostumbraba ir con frecuencia.
“ Salí un tiempo con Nick Hilton, dueño de la cadena de los famosos hoteles”, cuenta Pinal en su libro. “Como ya se había divorciado de Elizabeth Taylor, no existía impedimento para tratarnos. Lo conocí en la inauguración de su hotel en Acapulco”.
Según relata Silvia, tuvo una relación corta pero muy linda con Nick Hilton, en quien, sin embargo, no encontró al hombre ideal que ella estaba buscando.
blockquote class=”cita w-clearfix”>“ Con Nick salí como siete meses. Tuvimos un romance muy bonito, lo acompañé varias veces a Nueva York, y el venía a cada rato a verme a México. Era encantador, me hizo algunos regalos, pero a pesar de todo ello, no logré ver en él al hombre perfecto con quien soñaba compartir mi vida, así que terminamos y quedamos como amigos”, se lee en su biografía.
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Pese a que Silvia y Nick hablaban idiomas distintos, la comunicación entre ellos no fue un problema, aseguró la actriz durante la presentación del libro en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en 2016. “Los dos nos entendíamos muy bien, aunque él hablaba poco español y yo poco inglés”.
ENRIQUE RODRÍGUEZ ALDAY: TRÁGICO AMOR POR ”EL GÜERO”
Se conocieron en el teatro. Desde que ella lo vio, a su mente vino una sola palabra: guapísimo. Y él se obsesionó con ella, la persiguió por cielo y mar y tierra para conquistarla y lo logró.
El empresario incluso viajó a Guadalajara donde Silvia filmaba con “El Indio” Fernández para hacerle compañía. Y ella cayó rendida a sus pies.
El problema en esta relación es que al “Güero”, como le decían de cariño, le encantaba pilotear aviones y justo durante un vuelo fue donde perdió la vida. Cuando Silvia recibió la noticia, quedó en shock, según relata en su libro. “Me entró un ataque, una cosa rarísima. No podía yo hablar, se me bajó la voz… estaba yo deshecha”.
ENRIQUE GUZMÁN: UN AMOR COMPLICADO Y VIOLENTO
Silvia ya era una estrella a nivel nacional e internacional cuando conoció a Enrique Guzmán , ídolo musical juvenil de la época. El cantante acudió como invitado al programa ¡Ahora Silvia!
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Él cayó rendido a sus pies de inmediato y se valió de su talento para la música para conquistarla. Silvia tenía sus dudas, pues era 11 años mayor que él. Pero Enrique estaba loco por ella y no quitó el dedo del renglón.
Se casaron en 1967 y los primeros años de matrimonio fueron muy buenos. Durante ese tiempo procrearon dos hijos: Alejandra y Luis Enrique. Pero poco a poco su relación se deterioró debido a los celos por parte de él y a la violencia doméstica de la que ella fue víctima en más de una ocasión y que fue incrementando con el tiempo.
En uno de los pasajes de Esta soy yo, Silvia Pinal cuenta: “Enrique cada vez estaba más raro, su cambio de humor y estado de ánimo eran inexplicables. Los celos seguían aumentando, las discusiones verbales eran cada vez más violentas y, sin saber ni cómo, llegó el primer golpe. Primero fue un empujón, un jalón, luego un manazo; la primera bofetada, la primera golpiza…”.
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Incluso, asegura la diva, una vez Enrique Guzmán estuvo a punto de matarla. Primero tomó una pistola del cajón, luego la amenazó y después le pidió que ella lo matara: “Volvió a tomar el arma y me dijo: ‘Tómala así, apunta así ¡y disparas!’, la pistola se disparó. La bala me pasó rozando”. Ante esto, Silvia Pinal huyó de casa, encontrando ayuda con su entrañable amigo el doctor Teodoro Cesarman.
La situación se volvió insostenible y la pareja se divorció en 1976. Aunque después casi nunca se frecuentaron, Enrique Guzmán estuvo ahí cuando la actriz, ya mayor, estuvo hospitalizada por diversos motivos.
TULIO HERNÁNDEZ GÓMEZ: SU ÚLTIMO AMOR
En 1982 Silvia Pinal se casó en cuartas nupcias con el político Tulio Hernández Gómez, quien en esa época era gobernador de Tlaxcala. A partir de ese momento, la actriz incursionó en la política, una carrera que le gustó. Silvia fue primera dama de Tlaxcala y durante esos años (1981-1987) se desempeñó como directora del DIF local y del organismo de cultura del estado.
Ésta es una de sus relaciones más largas (estuvieron casados durante 13 años) aunque también ha sido de las más discretas. Se dio poco tiempo después de la muerte de su hija Viridiana; por eso es que Silvia se recuerda a sí misma como la novia ausente, pues aunque quiso cancelar la boda, Tulio le pidió que no lo hiciera pues aseguraba que evitar el enlace no iba a cambiar en nada su dolor. Eso sin contar que ya estaban invitados poderosos empresarios, socialités, políticos y hasta el presidente el turno (José López Portillo).
Silvia se casó con poco entusiasmo y sin la ilusión de un nuevo matrimonio, pues su dolor era más grande. Y aunque quiso a Tulio, quien fue un como un padre para sus hijos y con el que mantuvo una buena relación de casados, el momento de su unión tuvo el peor timming.
Al separarse del político, Silvia ocupó otros cargos políticos. Tras haberse convertido en militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue diputada federal de 1991 a 1994; luego asambleísta del Distrito Federal y senadora en 1997. De 2010 a 2014 también se desempeñó como secretaria general de la Asociación Nacional de Actores (ANDA).
Con información de Quién
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