Espectáculos
Por Excélsior
Publicado el viernes, 10 de enero del 2025 a las 15:40
Ciudad de México.- Aunque la trayectoria fílmica de Frances Farmer se compone de 18 películas que pocos aficionados al cine conocen, existe más de media docena de canciones dedicadas a su nombre y una gran desdicha detrás de su historia.
Frances Farmer fue una actriz de Hollywood. Nació el 19 de septiembre de 1913 en Seattle. Su infancia fue sencilla, bajo el seno de una familia conformada por un abogado y una trabajadora social, quien años después contribuyó a su desgracia.
La primera vez que se vio rodeada por la fama fue cuando tenía 17 años, gracias a un ensayo titulado Dios muere, que le hizo ganar 100 dólares y convertirse en noticia nacional por ser señalada como “la Chica Mala de West Seattle High”.
A los 21 años ganó otro premio, esta vez, un boleto a Moscú que la llevó a conocer el Método Stanislavski en el teatro ruso. A su regreso, viajó a Nueva York y no tardó mucho en conseguir un agente y un contrato con Paramount.
Sin embargo, su mayor aspiración no era ver su nombre en una película, sino en las marquesinas de los teatros. Por esto, comenzaron a llamarla “la estrella que no quiere estar en Hollywood”. A pesar de todo, su nombre brilló en lo alto del séptimo arte.
En 1936, Howard Hawks le dio un papel como doble en la cinta Rivales y fue en ese momento cuando descubrió el gran talento que había en ella. Sin embargo, el título de “la actriz maldita de Hollywood” la acechaba.
En 1941, Paramount cedió la exclusividad que tenía con la promesa del cine a una pequeña productora, luego de un descontento en el filme Aventureros de Dakota (1941). Su vida empezó a ir en declive.
Frances Farmer perdió el éxito que había construido después de que dos psiquiatras la declararan mentalmente loca. Su vida terminó el 1 de agosto de 1970, a los 57 años, a causa de cáncer en el esófago, después de que distintas tragedias la convirtieran en “la actriz maldita de Hollywood”.
Tras su salida de Paramount, Frances Farmer se enamoró de un hombre casado que le rompió el corazón, por lo que se sumió en el alcohol. Poco después, tuvo que enfrentar una demanda por parte de su agente, lo que marcó el inicio de la decadencia de su imagen.
En una ocasión, fue detenida en una carretera de Santa Mónica por circular de noche con los faros encendidos –una acción prohibida para aquella época– y sentenciada a 180 días de cárcel. Cuando quedó en libertad y regresó a su casa, descubrió que su madre se había marchado y había alquilado su vivienda sin decirle nada.
Cuando parecía que las cosas mejorarían, recibió una oportunidad para una película, pero nada terminó bien. En el primer día de filmación, abofeteó a una peinadora y terminó en la cárcel. Para ese entonces, Frances Farmer, además de consumir alcohol, ingería anfetaminas, ya que eran muy comunes en Hollywood debido a que no se conocían sus efectos secundarios.
En el juicio por la bofetada, le preguntaron si había bebido. Ella fue sincera, pero todo terminó en una pelea ante el tribunal que hundió aún más su imagen. Esa misma noche, fue ingresada a una sala psiquiátrica en Los Ángeles por decisión de su familia. Se informó a los medios que sufría de “psicosis maníaco-depresiva”.
En los años siguientes, su vida fue un constante entrar y salir de instituciones mentales, llegando incluso a recibir tratamientos de electroshock. En algún momento, dos psiquiatras la declararon mentalmente loca, lo que le tomó cinco años recuperar su propia custodia.
Cuando finalmente lo logró, intentó volver a actuar, pero ninguna puerta se abrió para ella, hasta que consiguió un pequeño papel para presentar películas antiguas en un canal de televisión, empleo que eventualmente perdió.
Durante sus últimos años, se dedicó a pintar, escribir su biografía y actuar en obras de teatro de la universidad. La actriz describió esta como la mejor etapa de su vida, aunque no duró mucho tiempo, ya que falleció durante este periodo.
Entre las cintas que protagonizó Frances Farmer destacan: Flowing Gold (1940), El ídolo de Nueva York (1937), El hijo de la furia (1942) y Rivales (1936), dirigida por Howard Hawks.
En 1936, Cecil B. DeMille, el director y productor de diferentes éxitos de Hollywood, describió a Frances Farmer como una estrella prometedora. Howard Hawks también aseguró que era una de las mejores actrices con las que había trabajado.
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