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¿Primero los pobres? No en Coahuila, líder en ‘mal trato’ por la 4T

Por Luis Carlos Plata

Hace 1 año

Al grano: de 13 millones 88 mil 132 cajas de medicamento requeridas en Coahuila durante 2022, en las unidades médicas adscritas al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) del Gobierno federal, solo 6 millones 859 mil 139 fueron entregadas el año pasado.

Dicho en otras palabras: de lo solicitado no llegó 47.6 por ciento. Una de cada dos, para dimensionar.

Sin magnificar su importancia, somos el estado del país más afectado por desabasto. Y con diferencia sobre los demás. Esto afecta a un universo de 956 mil 657 personas no derechohabientes en la entidad. Aunque parecen simples estadísticas, el fenómeno supone un déficit sanitario para su población más vulnerable: adultos mayores y enfermos crónicos en condiciones de pobreza. No es cualquier caso, sino uno de salud pública que, en el fondo, merma la esperanza de vida y disminuye su calidad.

¿Dónde queda entonces la propaganda del “primero los pobres” en que todavía sustenta su legitimidad como régimen la denominada Cuarta Transformación?

Si piensa usted que se trata de politiquería, o grilla derivada del proceso electoral que inició el 1 de enero, debe saber que son cifras oficiales del Insabi, estructuradas por entidad federativa en el Estatus General de Abasto 2022, con corte al 26 de diciembre, de la Secretaría de Salud.

¿Es acaso un asunto de centralismo y logística?

Si así fuese, el vecino Nuevo León tendría peores números y solo registra un faltante del 1.9 por ciento. Simbólico, pues. O Chihuahua, al que le falta 5.8% de lo pedido.

¿El mal trato obedece a un conflicto partidista?

Si así fuese, Guanajuato, gobernado por el PAN, no reportaría solo 0.9% de carencia, o Aguascalientes, bajo el emblema del mismo partido blanquiazul, 1.8 por ciento.

Inclusive la media nacional es de 25.4 por ciento. Muy por debajo, en comparación.

No hay justificación. Ni tampoco casualidad. En 2021 sucedió lo mismo: hubo 47.8% de desabasto en Coahuila para personas sin seguridad social, ya que de 2 millones 16 mil 862 piezas tramitadas (concepto en el que incluyen equipo e insumos, además de medicamentos), solamente fueron despachadas 965 mil 452 desde la Ciudad de México. La media nacional entonces fue de 29.6 por ciento. Consistente con el referido periodo anterior.

El 2020, por su parte, fue un año perdido en ese ámbito debido a la emergencia sanitaria y el confinamiento por la pandemia, tanto que ni siquiera existen datos disponibles. Por decreto desapareció el Seguro Popular que sí funcionaba, y de la misma forma se creó el Insabi.

Y desde el 1 de enero de 2019, cabe señalar, nadie más que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público puede comprar medicamentos para el Gobierno federal (anteriormente se realizaban las adquisiciones a través del IMSS). Así que todo ese ejercicio fiscal fue de inoperancia, experimentación, y descomponer lo que aún no estaba (tan) descompuesto.

En resumen: ha sido un problema recurrente de la Administración Pública Federal, aunque focalizado en el estado. Como justificación primero señalaron -sin presentar pruebas- que había corrupción y favoritismo en las adquisiciones; posteriormente acusaron sabotaje en el reparto (otra vez, sin evidencia); vetaron y satanizaron farmacéuticas y laboratorios porque sí; luego informaron que ya estaba todo comprado y conminaron a tener paciencia con el surtido de recetas; reiteradamente han dicho como pretexto que ahora sí van a llegar, que ya casi, y finalmente como broma de mal gusto mencionan que próximamente seremos Dinamarca en el sistema de salud.

Saliva y atole, el sello de la casa. Y pésimos resultados.

 

Cortita y al pie

“Esdeque” sí llegan, pero aquí se los roban prianistas vendepatrias, dirían los más inflamados y enajenados. Al respecto cabe señalar que la cadena de suministro inicia y acaba en manos del Gobierno federal, con lo cual dicha hipótesis -por llamarle de alguna manera- no representa una posibilidad real.

 

La última y nos vamos

¿Es personal? ¿Desinterés político? ¿Cálculo electoral? ¿Se trata de un castigo por no plegarse al autoritarismo?

A Coahuila y sus necesidades en los hechos y con evidencia la 4T responde: ni los veo ni los oigo.

Pues que con su pan se lo coman.

 

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