“En el siglo más desgarrado, más violento y más sangriento de la historia francesa, surgió un joven que no se parecía a ninguno de sus contemporáneos. Príncipe de un Estado libre al pie de los Pirineos, fue hijo de la guerra, objeto de odio romántico y político entre su madre, alma del partido protestante, y su padre, líder del ejército católico.
La tragedia marca definitivamente su destino, cuando su matrimonio con Margarita de Francia, la Reina Margot, da la señal del día de San Bartolomé. Conquistador de su reino, el poder en un país exhausto.
Este libro no es sólo la historia de una vida, es también un intento de comprender la empresa de la reconciliación nacional y la recuperación financiera, económica, política y moral más espectacular que nuestro país haya conocido. Éxito a lo largo de los siglos, liderado por un hombre que sabe reír, incluso de sus propias angustias, la vida de Enrique IV sólo podía fascinar a uno de sus lejanos sucesores al frente del Parlamento de Navarro.
He aquí parte del prólogo de la biografía Henri IV: “Le roi libre (400 mil ejemplares vendidos, a quien se le atribuye la frase, ‘París bien vale una misa’”, no hay que olvidar que el rey se convirtió al catolicismo con tal de salvar a Francia), escrita por el ahora Primer Ministro recién nombrado por el Presidente de Francia, Francois Bayrou.
Sin exagerar, podríamos decir que el tres veces candidato a la Presidencia por el partido centrista MoDem, aseguró en su discurso de presentación como Primer Ministro, justo el día del aniversario del nacimiento de Enrique IV (1589 a 1610 asesinado el 14 de mayo), que él único amigo que ha tenido en su vida y que lo ha ayudado en su trayectoria política ha sido precisamente, Enrique de Navarra.
No fue casual que en esta toma de posesión ya como Primer Ministro, se refiriera a una Francia “desgarrada y sangrienta”, ante un déficit y deuda, y también dividida como estaba en el siglo 6.
No fue casual tampoco que Bayrou hiciera hincapié en sus dos consignas: “para resistir nada como un país unido” y “hablar con la verdad, con la transparencia y la lealtad hacia los franceses”, como solía el llamado “rey libre o el rey bueno, Enrique IV”.
Según el autor de su biografía, “él entendió que había que salir de guerras inútiles para centrarse en el futuro del país. Si puedo intentaré servir a ese ideal, el de la reconciliación, que es el único camino hacia el éxito”, apunto Francois Bayrou, al Alcalde municipal de Pau, ciudad al sudoeste de Francia a 85 kilómetros de la frontera con España.
Francois Bayrou, nacido el 25 de mayo de 1951, perdió a su padre de oficio agricultor, cuando tenía 23 años. A pesar de que entonces ya estaba casado y era maestro de literatura, se ocupó de la explotación de las tierras para ayudar a su madre y a sus pequeños hermanos.
A los 20 años, hizo una licenciatura en Letras Hispanas. Fue ministro de Educación de 1993 a 1997, es padre de seis hijos, abuelo de nueve nietos, autor de nueve libros sobre política y cuatro acerca de la historia de Francia.
En las elecciones presidenciales junto con Nicolas Sarkozy y la candidata socialista, Segolene Royale, Bayrou obtuvo casi 7 millones de votos. Al quedar en tercer lugar a pesar de sugerir a la ciudadanía francesa “el voto útil”, anunció un nuevo partido y en cada entrevista que le hacían como candidato apuntaba que se necesitaba urgentemente una nueva República, ya que la Quinta, la actual, está completamente rebasada por los problemas políticos, económicos y sociales de Francia.
Entonces, sugería prohibir a las grandes empresas privadas que tienen al Estado como cliente, ser dueñas de medios de comunicación y crear “una unión civil”, para las parejas homosexuales.
Nunca olvidaré las palabras de Francois Bayrou, en un encuentro, hace algunos años, con intelectuales en Biarritz. Si mal no recuerdo se refirió al Nudo Gordiano que entonces representaba la realidad latinoamericana.
Hoy por hoy su metáfora viene mucho al cuento debido a la situación en que se encuentran los países de América Latina. Nos recordó la historia de ese nudo muy enmarañado que unía el yugo al timón de un carro real, del templo de Zeus, en la ciudad de Gordio: “Un oráculo predijo de que quien desatara aquel nudo se convertiría en el amo de Asia. Alejandro Magno, lo cortó con su espada. Es igual cortarlo que desatarlo”.
No hay duda que con Francois Bayrou como Primer Ministro “libre y bueno”, tiene grandes posibilidades de cortar el Nudo Gordiano, en que se encuentra Francia metida.
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