Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe, confesaba “El Ratón” Macías como secreto de su éxito como boxeador. Sheinbaum, en cambio, todo se lo debe a su mánager a secas, así haya usado la referida imagen religiosa -atea confesa y judía de origen- una vez en campaña como parte de su indumentaria.
¿Qué podemos esperar en Coahuila de la primera Presidenta de la República durante el próximo sexenio?
Hoy inicia su mandato pero en los meses previos a la toma de protesta se ha procurado una relación con ella, institucionalmente nula durante seis años de Obradorato. Punto y aparte. Juego nuevo. Es negociación: tender puentes, no dinamitarlos. No por lo menos de parte del gobernador Manolo Jiménez Salinas. No en vano es el Mandatario estatal que más veces se ha reunido con Claudia en su periodo como Presidenta electa. Ojo.
Ella, por lo contrario, ha sido clara en un par de ocasiones acerca de la concepción que tiene del estado en su esfera de interés, e inclusive lo afirmó desde territorio coahuilense: “no estoy de acuerdo en que Coahuila reciba más recursos”.
Existen de su parte, pues, prejuicios y una postura idéntica a la de su antecesor en dos tópicos que atañen a la entidad: federalismo y deuda. Sobre este último, dijo “es responsabilidad del propio Estado porque tampoco puede ser que México entero cargue con un asunto de corrupción”. Otra valoración a priori.
Por ello para que diese un golpe de timón en ese y otros temas tendría que desprenderse primero las ideas de su mánager, que no es otra cosa que manejador, por definición.
No obstante una consecuencia de apuntar arriba puede ser caer en medio. Es decir, quizá no lograr presupuesto adicional ni obras federales etiquetadas gracias a la gestión, aunque sí respeto a la autodeterminación que posee Coahuila en una República federalista. También a su representación democrática en los cinco años de convivencia política por venir entre Manolo y Sheinbaum. Un asunto que debería ser natural, sin embargo no es menor en el contexto actual de un Senado con mayoría calificada, entregado al régimen autoritario, capaz de destruir instituciones, y que puede desaparecer poderes en los estados -deponiendo gobernadores- como facultad exclusiva, invocando causales subjetivas donde cabe cualquier cosa, como aquella de “quebrantar los principios del régimen federal”.
Estrategia enteramente distinta, por ejemplo, a la que utilizó su homólogo Miguel Ángel Riquelme, quien no sólo formó la Alianza Federalista sino resistió hasta el final mientras otros gobernadores claudicaron en el camino, o capitularon a cambio de embajadas o un escaño. No se dobló ni se vendió.
Otras son las circunstancias, y estas son las que determinan el tono del trato en este momento histórico para el país.
Se trata, básicamente, de cómo resistir en la era que Douglas Murray, periodista y escritor británico, ha denominado “de la sinrazón” (La guerra contra Occidente, 2022).
Obrador se dedicó a entorpecer los planes de Sheinbaum (al menos en lo inmediato: tiempo y espacio) al obligarla desde el fin de semana posterior a la jornada electoral a viajar con él y literalmente acompañarlo de la mano por el territorio cada viernes, sábado y domingo, en una especie de gira de despedida para él y presentación en sociedad para ella (como si hace tres años no supiéramos #EsClaudia); simbólica, pues lo legal entre ambos sería una entrega-recepción en forma, con datos y estadísticas para el diagnóstico, no la estafeta de compromisos que quedan inconclusos para el régimen en cada entidad federativa.
No existe un modelo único de transición; ahora bien, ese acaparamiento de la figura presidencial en ciernes, a manera de marca personal, ha impedido en los últimos 120 días la asunción plena de la cadena de mando.
¿Conoce Claudia hoy, al momento de colocarse la banda presidencial, el estado real de las finanzas o la situación de seguridad nacional, gravísimos ambos?
Asunto resuelto, en cambio, es la obediencia política de los representantes populares de Morena y aliados, la cual se trasmutará del que se va, a la que llega, ya que al retrasarse indefinidamente la reforma electoral que suponía eliminar la reelección legislativa, ambas Cámaras con mayoría calificada se someterán a los designios de la Presidenta, a la expectativa de resolver su futuro individual.
Cortita y al pie
Una cosa es el presunto Movimiento que sirvió a Obrador de vehículo para llegar al poder y su autoría, y otra las instituciones del Estado Mexicano. No se suplantan. El dueño de uno -así haya dejado a su hijo a cargo- no es por derecho divino el detentador de las otras. En La Silla del Águila, por lo demás, no caben dos personas y eventualmente sucederá lo inevitable: el desplazamiento. Sutil, o con el uso de la fuerza. Es un asunto hasta de física: dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo.
La última y nos vamos
La historia de México es cíclica y ofrece tres alternativas (entierro, destierro y encierro) para el expresidente que se resiste al designio del séptimo año: alejarse y en silencio, debido a las reglas no escritas del presidencialismo mexicano y sus mil formas de “matar al padre”. Al tiempo.
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