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ESPN
Publicado el jueves, 27 de marzo del 2025 a las 12:06
Ciudad de México.- Liam Lawson es el piloto que menos tiempo ha durado como titular en el equipo Red Bull de Fórmula 1. El que ha corrido menos Grandes Premios y que ha tenido peores resultados. Tal vez, eso sea suficiente como para decidir degradarlo a Racing Bulls, pero además de su rendimiento, hay otras razones.
Red Bull solamente le dio a Liam Lawson dos Grandes Premios para mostrar su valía y eso a todas luces parece injusto porque, aunque tenía 11 carrera en la F1, antes de debutar con la escudería en el GP de Australia, el 16 marzo pasado, era virtualmente un novato.
No sólo fueron los errores, despistes, malos tiempos, poca retroalimentación y resultados paupérrimos, todo empieza por no aceptar que el problema principal del equipo no es quién conduzca el segundo auto junto a Max Verstapen, el meollo es que el auto es un bicho que, hasta ahora, sólo puede ser domado, al cien por ciento, por el neerlandés y el equipo no reconoce que primero tienen que cambiar ese auto y luego encontrar un compañero para Max.
El equipo puso sobre los hombros de Liam Lawson, un chico arrogante, el peso de suplir a el octavo piloto con más experiencia en la historia de la F1, Sergio ‘Checo’ Pérez.
El enfoque de Lawson, al tomar el trabajo, empezó con un ataque frontal a Checo Pérez en la pista, concretamente en el Gran Premio de México, donde arruinó su carrera, al dañar su auto y luego le mostró el dedo medio como un chofer de microbús haría cuando se le reclama su manejo desenfrenado.
Luego, en las entrevistas previas a la temporada, el neozelandés dio por hecho que no tendría problema para andar como Verstappen y desestimó el trabajo de su antecesor.
Si Lawson hubiera investigado por qué un piloto de la experiencia de Pérez pasó tantos problemas en su última etapa en Red Bull, tal vez, habría estado mejor preparado para enfrentarse a las dificultades que vivió.
Pero Liam prefirió subestimar a Pérez, autoerigirse como la solución.
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Bajísimo rendimiento
Los resultados de Liam Lawson deben ser juzgados más allá de la posición que ocupó en cada sesión de las 10 en que condujo el RB21. Lo más importante fue la distancia con respecto a Max Verstappen en tiempo y la limpieza de las vueltas que dio.
Además, su evolución y manera de enfrentar una circunstancia en la que había cometido un error, es decir, aprender y avanzar.
Pero desde que Lawson subió en el entrenamiento oficial en Bahrain su rendimiento fue a la baja. Ocupar los últimos lugares en calificación y carrera, no fue tan grave como que en sus intentos de vuelta rápida cometiera los mismos errores de conducción.
Su respuesta a rendir bajo presión fue muy triste: despistes, vueltas abortadas, rebases de autos inferiores, nulo ritmo de carrera y la tendencia no indicaba que fuera a mejorar, son todo lo contrario.
Confianza perdida
Liam Lawson no es un mal piloto. Es un piloto competente que subestimó el reto que tenía enfrente y eso lo tomó totalmente indefenso en el momento en que vio que no podía.
Sentir que fracasas estrepitosamente en aquello para lo que te considerabas muy bueno, es un shock. Lawson no tuvo respuestas técnicas ni mentales ante la debacle, se hundió y su rostro era el de un chico avergonzado, asustado e indefenso.
Nunca dijo que tuviera una idea de cómo salir del problema: “necesito tiempo, pero no lo tengo”, fue lo más que logró esbozar con congruencia.
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Honda y Japón
El que su principal rival en la búsqueda del asiento de Red Bull fuera Yuki Tsunoda y la disposición del calendario jugaron una broma macabra a Liam Lawson.
Tsunoda no fue muy diferente a él en los test que hizo Red Bull para determinar a la siguiente víctima de la butaca dos de su escudería, pero existía un prejuicio sobre Yuki por el que Christian Horner y Helmut Marko no lo consideraron nunca para otra cosa que no fuera el equipo junior Racing Bulls.
Yuki llegó a la organización de Red Bull, porque Honda se convirtió en proveedor de motores para el equipo y salvador en ese rubro, cuando Renault los dejó con un palmo de narices.
Tsunoda, que si bien era muy rápido en Fórmula 2 y ganador de en Súper Fórmula, tiene muy bien ganada una reputación de piloto de manos frías y cabeza caliente. Un volante que puede cometer errores, que es muy rápido sí, pero que pierde los estribos con facilidad.
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Pero Red Bull pensaba tenerlo en AlphaTauri-Racing Bulls por el compromiso con Honda, mismo que acabará en 2026, así que para qué promoverlo al primer equipo, si de inicio su elección fue más por conveniencia que por confianza en su talento, que lo tiene, sin duda.
Pasó lo que era de esperarse, el problema no era Checo, era el coche y Lawson lo confirmó, así que, tan pronto como en dos carreras Red Bull cayó en cuenta que con Liam nunca podrán pelear por el campeonato de pilotos, es más, la data debe haber arrojado algo muy grave para no pensar que puede mejorar.
El ”Lawsongate” estalló justo antes del Gran Premio de Japón, ahí la presión de Honda se desbordó, entsiasmada por tener a Yuki en Red Bull justo en Suzuka.
También, como siempre el ‘cochino’ dinero
Antes de que decidiera quién sería el sustituto de Pérez, Honda había ofrecido duplicar su patrocinio a Red Bull, que actualmente se estima en $10 millones de dólares, con tal de ver a Tsunoda enfundado en el nomex azul.
Ahora, Honda mantiene su oferta y Red Bull no sólo tiene un sustituto sino un estímulo en metálico para aminorar el estrés de ver en su coche a un piloto en el que nunca ha creído.
Esto no es un asunto menor si se toma en cuenta que Red Bull tuvo que pagar a Checo Pérez por salir de su contrato yeso se estima entre $15 y $18 millones de dólares, que ante el fracaso de Lawson era un dinero arrojado al inodoro y además te quedaste sin el único piloto que había podido trabajar y dar resultados con Verstappen.
Si hoy Horner y Marko pudieran tener enfrente a Lawson, Tsunoda y Pérez y elegir uno para su asiento dos, seguramente volverían por Checo, pero es imposible y el verdadero problema es su incapacidad de ser un equipo de dos pilotos, de darle a ambos un auto que sea ganador para dos, no sólo para uno.
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