Un dicho muy popular decía que “por el estómago se conquista al marido o al novio o se llega al cielo”. Una buena cocinera tenía ganado el éxito en el matrimonio. Las chicas casadas desde muy jóvenes recibían los consejos de las abuelas y las madres para la elaboración de los platillos tradicionales. Era todo un arte culinario, que se ha perdido, la mayoría porque las féminas prefieren comprar en cualquier lugar la comida para llevar.
Ese sazón que tenían los cocineros o chefs de antes, de un pasado no muy lejano, es inigualable, y que se ha ido perdiendo con el tiempo entre los negocios de comida rápida (grasosa-chatarra).
Ya no si sean mejores ahora, pero los restaurantes de antaño tenían un “no sé qué”, que atraían a la clientela a saborear un platillo recién hecho, con el más puro estilo de la cocina regional o mexicana. Aún queda uno de ellos, El Viena, de los Molina-Aguirre, el restaurant más antiguo y más longevo de la ciudad, con más de 60 años de existencia.
Los buenos restaurantes antiguos, que casi en su la totalidad ya desparecieron, es muy amplia. Si de un buen menudo se trataba, Las Coquetas, de Emilio Cedillo, aquel individuo que medio enloqueció “al pegarle al gordo” de la Lotería Nacional.
Ese día regaló todo el menudo a clientes y amigos, y mandó a las cantinas cercanas a Juárez y Arteaga, donde estaba el modesto local. El restaurante del Hotel Huizache, tenía muy buena comida, elaborada por una experta cocinera. El Café y Restauran Tena era para la gente “popis” (ricos).
Populares fueron los Espejos de Eustolio y André Valdés. Uno que aún perdura es el principal de don Braulio Cárdenas. Había otros pequeños como el Café García, Café Pepe, de don Pepe Carrizales.
Dik-Dik, de Alberto Madrigal Uribe, no era tan pequeño, frente al antiguo Cine Saltillo, ambos desparecidos. Estamos hablando de lugares que pasaron a mejor vida, como La Ostionería Turista, del señor Ornelas, que vino a innovar con los platillos con productos del mar, el Café del Hotel San Luis Inn, Arcasa de Armando Castilla Sánchez, las dos primeras letras de su nombre y sus apellidos AR-CA-SA, en Ocampo y Allende.
Lindo Michoacán, de doña Lupita, por Cárdenas. El Veracruz a un lado del Cine Florida, atendidos por la osa y Lauro. El Eno’s de don Espiridión, el Amigo el Piri, que heredó su nombre y la cocina del restaurant traída desde Estados Unidos, por don Nicolás Sainz Herrera.
La Roca en la calle Juárez, entre la cantina El Pepes y El Cine Royal, El Gema, en La Rotonda, propiedad de Chuy Martínez, gran empresario de la gastronomía a partir de su muy concurrido Restaurante Saltillo. Cazadores, Las playas, (el lugar preferido de los “periodistas”), Ostionería Las Vegas. Había un pequeño restaurante dentro de Almacenes García, (enorme tiende de ropa) en Victoria y Xicoténcatl. El Victoria, el México Bello y el Guadalajara, famosísimos en el primer cuadro antiguo de Saltillo.
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