El exlíder de Los Zetas fue trasladado al penal de máxima seguridad ubicado en Villa Comaltitlán, Chiapas, el pasado fin de semana a bordo de un helicóptero con un fuerte dispositivo de seguridad.
En el penal de Chiapas donde ahora se encuentra el “Z-40” también se encuentran recluidos otros capos del narcotráfico, como Édgar Coronel Aispuro, cuñado de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y Juan Francisco Sillas Rocha, “El Ruedas”, lugarteniente de los Arellano Félix.
El traslado del hermano del “Z-42” se realizó a pocos días de que custodios del penal de Buenavista Tomatlán denunciaron que gozaba de supuestos privilegios en colusión con las autoridades carcelarias.
A su llegada al penal michoacano en 2020, tras su traslado de la prisión de Puente Grande, que cerró sus puertas, Miguel Ángel Treviño logró obtener el apoyo de los directivos de la prisión, quienes lo colocaron en un módulo exclusivo, en el que solo convivía con presos que él autorizaba y gozaba de diversas comodidades.
Los trabajadores penitenciarios señalaron que el “Z-40” gozaba de privilegios como acceso a noticias del día a día, fruta fresca que era pelada y picada ante él por temor a ser envenenado.
El personal operativo del Cefereso de Michoacán también aseguró que a su llegada a ese lugar, el exlíder de Los Zetas donó a la administración del entonces director unas 30 bocinas para su distribución en cada uno de los módulos.
Con nuevo director carcelario este 2021, Treviño Morales regaló balones con valor de 2 mil 800 pesos cada uno y juegos de mesa como ajedrez y dominó, cado con un valor estimado de mil pesos.
Desde que fue capturado el 15 de julio de 2013 en un poblado de Nuevo Laredo, Tamaulipas, el “Z-40” ha estado recluido en los penales federales del Altiplano, Puente Grande, Oaxaca, Hermosillo y Ciudad Juárez.
Tras la caída del líder de Los Zetas Arturo Guzmán Decena en 2002, Miguel Á. comenzó a ascender en la estructura del cártel, encabezando una disputa por el liderazgo con Heriberto Lazcano, el “Z-3”, a mediados de 2012.
Sin embargo, Lazcano fue abatido por las fuerzas de seguridad en octubre de ese mismo año, lo que propició que el “Z-40” se convirtiera en el nuevo líder de Los Zetas.
Durante su liderazgo en la organización criminal, Los Zetas recrudecieron su mala fama por sus actos despiadados, como el desmembramiento de cuerpos, actos de canibalismo y desaparición de víctimas en ácido.