Tras una guerra brutal, parece increíble que Israel y Hamás hayan llegado a un acuerdo; ojalá se hable más de paz y perdón.
“Puedo anunciar un cese al fuego y un acuerdo para la liberación de los cautivos que se ha logrado entre Israel y Hamas”, dijo Joe Biden en su último discurso como Presidente en la Casa Blanca. “Este acuerdo terminará con la guerra en Gaza, ayudará a la muy necesaria asistencia humanitaria a los civiles de Palestina, y reunirá a los rehenes con sus familias después de 15 meses en cautiverio”.
Ayer, miércoles, Donald Trump, el próximo Presidente de EU escribió con mayúsculas en las redes: “Tenemos un acuerdo para los rehenes de Medio Oriente, serán liberados en breve. ¡Gracias!”.
Qué felices debieron haberse puesto las familias de los 98 prisioneros al confirmar lo anterior y que muy pronto regresarán a su respectivo hogar. El que también celebró la noticia fue el Presidente egipcio Abdel Fattah El-Sisi.
Por su parte, la oficina del Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, señaló que Hamas lanzó una demanda de último minuto y aún existían cuestiones no resueltas en el acuerdo. Los rehenes no serán liberados de un solo golpe.
La fase uno del acuerdo incluye la liberación de 33 rehenes israelíes, todas las mujeres, los niños y los hombres mayores de 50 años.
Las negociaciones para implementar la segunda fase comenzarán 16 días después de la primera etapa y se espera que incluyan la liberación de todos los cautivos restantes, además de un alto al fuego permanente y la retirada completa de las fuerzas israelíes de Gaza. Y la tercera fase consistirá en la recuperación de todos los muertos y el comienzo de la reconstrucción de Gaza supervisada por Egipto, Qatar y las Naciones Unidas.
Lo anterior me lo dicta Enrique del periódico “The Algemeiner”, conmovido. Él es judío y desde que comenzó el conflicto con la invasión de Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023, no ha dejado de seguir muy de cerca los acontecimientos de una guerra brutal:
“Es cierto que durante este periodo tan doloroso, me sentía impotente y muy consternado, porque me parecía que la solución no estaba al alcance inmediato, sino que iba a durar por un tiempo largo.
“Curiosamente, justo antes de que estallara la guerra, uno de mis mejores amigos, médico como yo, tomó la decisión de irse a vivir a Israel. Por más que intentaba comunicarme con él, no podía y eso también me angustiaba. Ahora lo imagino aliviado con esta sorprendente noticia.
“Hoy, sin falta, le llamaré por teléfono para platicar sobre todo lo sucedido en estos últimos meses. A pesar de que tenía yo la certidumbre de que el conflicto se había iniciado de una manera brutal e injusta en la que no se midieron muertes de hombres, mujeres y niños, con el tiempo, mientras el conflicto se desarrollaba, la guerra tomó unas dimensiones que afectaban no solamente al Estado de Israel, sino a otros países de la región.
“No es que sea yo pesimista, pero las tensiones en Medio Oriente no han dejado de existir desde hace mucho tiempo. Espero que esta paz sea más duradera, aunque tengo mis dudas…”.
No le falta razón a Enrique, este conflicto es una vieja historia que tiene muchas aristas e interpretaciones. Parece increíble que los acuerdos se hayan dado entre Israel, Hamas, algunos países árabes, Trump y Biden. Él mismo reconoció que su Gobierno “había trabajado con el de Trump… En estos últimos días, hemos hablado como un solo equipo”, dijo el aún Presidente estadunidense.
Por otro lado, no puedo dejar de reconocer que, a raíz de todo esto, ha habido un resurgimiento del antisemitismo, especialmente en Francia y en otros países europeos, incluso en América Latina. Se hubiera dicho que el mundo tomó partido cuando no debió haberlo tomado.
Estando en París, hace apenas unos meses, escuché un reportaje en la radio, en el cual un maestro de un Liceo se quejaba de lo que sucedía en su clase totalmente dividida, los alumnos que apoyaban a Israel y los que estaban con los países árabes.
“A pesar de su corta edad, se manifestaban unos contra otros, con odio, desprecio y mucho antisemitismo. Era evidente que actuaban por lo que escuchaban en su casa”, decía.
El maestro no sabía qué hacer, no quería tomar partido, pero sentía que el problema podía crecer cada vez más. Recuerdo que cuando terminó la emisión me sentí muy angustiada. Quiero pensar que hoy ese mismo maestro les habló a sus alumnos de la paz y del perdón, pero sobre todo de la necesidad permanente del diálogo entre pueblos confrontados.
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