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Por EFE
Publicado el domingo, 5 de enero del 2025 a las 17:49
Ciudad de México.- Con el agua al cuello, después de tres derrotas consecutivas en la Premier League, el técnico Rúben Amorim tomó aire en su visita a Anfield, donde el Manchester United rescató un punto al empatar con el Liverpool (2-2), incapaz de aprovechar el pinchazo del Arsenal para aumentar su ventaja en el liderato.
Anfield recibió con ganas a su rival tradicional. Los trabajadores del club ‘red’ se emplearon a fondo para retirar la nieve que al inicio del partido lucía en las bandas. Una sensación térmica de -4 grados no impidió un ambiente caliente para el Manchester United, con todas las alarmas encendidas por sus últimos resultados.
A thriller at Anfield ends level between Liverpool and Man Utd 😅#LIVMUN pic.twitter.com/CQJK5W2HKn
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En concreto, cuatro derrotas consecutivas, tres en la Premier League y una en la Copa de Inglaterra. Desde 1979, el Manchester United no acumulaba tantos partidos seguidos perdidos y la figura del técnico Rúben Amorim, hasta hace unos meses un héroe en el Sporting de Portugal, pasaba a ser la de un villano por tierras inglesas.
De inicio, no hubo sorpresas. Ocurrió lo esperado, que el Liverpool se hizo con el dominio total del encuentro, con Alexis Mac Allister al mando de casi todas las operaciones en ataque y con el United encerrado en su parcela del terreno de juego para sorprender al contragolpe.
El equipo de Amorim se resguardó bien detrás de un muro, que, sin embargo, el Liverpool sí que consiguió derribar en ocasiones. Abrió algunas brechas y al cuarto de hora llegó la primera ocasión clara con un mano a mano de Cody Gakpo que cruzó en exceso ante André Onana.
Fighting spirit 👊
Well played, lads 🇾🇪#MUFC || #LIVMUN pic.twitter.com/U6jniZkAnD
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El United aguantaba los mordiscos de su rival e incluso se permitió el lujo de sumar un par de contragolpes que estaban en la pizarra de Amorim. Y siempre, por la banda izquierda, donde aprovecharon la debilidad de Trent Alexander-Arnold, el más débil del encuentro. Tácticamente, falló al trazar la línea del fuera de juego y su equipo estuvo a punto de pagarlo caro.
Primero, con una internada de Diogo Dalot que remató mal Amad Diallo. Y después, Rasmus Hojlund se coló por su zona y falló un mano a mano ante Alisson, que frenó en seco al delantero danés con el cuerpo para evidenciar la falta de instinto asesino de un buen atacante pero con falta de mordiente.
Entonces, apareció Lisandro Martínez para golpear primero y hacer lo que no consiguieron sus compañeros de ataque: marcar. Justo en la reanudación, muy encima durante todo el partido de Salah, se anticipó al egipcio en el centro del campo para ceder la pelota a Bruno Fernandes. Con descaro se introdujo dentro del área, recibió un pase filtrado de su compañero y fusiló a Alisson.
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Esa alegría que tanto necesitaba el United duró poco. Apenas siete minutos, los que transcurrieron entre el 52′ y el 59′, cuando Gakpo se encontró dentro del área con un pase filtrado de Gravenberch; sentó con un recorte espectacular a Matthijs de Ligt y lanzó un zambombazo imparable para Onana.
Y precisamente, De Ligt, volvió a ser clave para el Liverpool, que se encontró con una mano clarísima del central neerlandés a un remate de Gakpo. Desde el VAR avisaron al árbitro Michael Oliver y Salah no falló desde los once metros con un disparo que llegó a tocar Onana.
El gol número 18 del egipcio, con el que superó en la tabla de goleadores a Erling Haaland, ya fue una losa muy pesada para el United, pero no decisiva. No se vino abajo pese a que en un suspiro pasó de la felicidad del 0-1 a la ruina del 2-1. Tenía veinte minutos para empatar y lo consiguió, por la misma grieta de siempre, la banda derecha del Liverpool.
Mohamed Salah draws level with Thierry Henry in the all-time Premier League goalscorer list 📈 pic.twitter.com/IcuVBDUQ9u
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En esa ocasión, fue Alejandro Garnacho quien entró por la zona de Alexander-Arnold. Llegó hasta la línea de fondo, mandó la pelota al corazón del área y Diallo remachó la faena. El United estaba vivo. Amorim, también. Y aún había ambición en sus venas. Querían la victoria, no se arrugaron y se echaron hacia delante convirtiendo el duelo en un correcalles.
Entonces, Onana se hizo grande para salvar un disparo de Conor Bradley y un cabezazo de Virgil Van Dijk. Allison tampoco se quedó atrás, porque frenó a Ugarte y en el 97′, Harry Maguire, mandó la pelota a las nubes con la portería vacía.
Al final, el marcador se quedó como estaba, un empate (2-2) que permitió tomar aire a Rúben Amorim y que evitó que el Liverpool aprovechara el pinchazo del Arsenal. Las distancias arriba se mantienen y el líder sigue con seis puntos de ventaja sobre su máximo rival por el título.
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