Arte
Por Christian García
Publicado el lunes, 13 de enero del 2025 a las 04:09
Saltillo, Coah.- Durante décadas, Geroca fue una leyenda, una especie de fantasma. De esos espectros que entre murmullos recorren las calles del Centro de Saltillo, observando en silencio, acompañando a los transeúntes como un ser que, aunque presente, se mantenía invisible. Encerrado en su hogar, viviendo sólo con sus pinturas y pinceles, sus lienzos y caballetes, Gerardo Rodríguez Canales, tomó esas arterias urbanas y a sus personajes para encontrar la belleza en lo más sórdido de sus oscuros rincones, una negrura que al fin se ha tragado “al maestro de la luz y el color”, pues el artista falleció ayer a los 69 años.
Según fuentes cercanas, el pintor, quien se encontraba delicado de salud, fue encontrado por su hermana en su hogar, víctima de un infarto que terminó con un legado de cinco décadas de trabajo creativo, pues publicó su primer cartón en 1975 en el periódico El Norte, de Monterrey dando inicio a una prolífica trayectoria en la que Geroca abordó la caricatura política, la crónica gráfica y la pintura.
Aunque él mismo se definía como un “ermitaño”, Sergio Castillo lo recuerda de otra forma, especialmente en los últimos años, cuando comenzó a ser mucho más abierto aunque seguía siendo un escurridizo artista que se negaba a dar entrevistas o a ser fotografiado.
Para Castillo, gestor cultural y promotor de la obra del pintor, “Geroca, como ya todo el mundo sabemos, por muchos años fue una persona muy hermética, se definía a sí mismo como un misántropo entonces le rehuía al diálogo en persona con la gente, sin embargo llevaba la música por dentro. Si vemos su obra, vemos que amaba demasiado la vida y vemos cómo lo transmitía. Entonces los últimos dos años, que estuvo enfermo, de alguna manera le cambió la forma de pensar por los problemas de salud que empezó a tener y se dejó visitar, dejó que se le acercara la gente que podría proponerle o que le podía ayudar a llevar su trabajo de otra manera a otras plataformas”, dijo en entrevista con Zócalo.
Quizá la muestra más contundente de esa forma de ver la vida, ese cambio presente, se encuentre en De Todo Para Todos, la exposición más grande que el artista hizo en la Taberna El Cerdo de Babel –donde exponía anualmente–, y la cual permite observar una alegría simbolizada en una luz solar más presente en las piezas de Geroca, quien fue reconocido como un maestro para retratar lo grotesco, de dar vida a los habitantes marginales de la ciudades y a esas guaridas escandalosas en las que acudían por refugio.
Ya que es “una obra que se siente más ligera y alegre, dotándola de una experiencia diferente al resto” de series que el artista presentó en el centro cultural a lo largo de más de una década y que conformó un cimentador para que el bar se convirtiera en uno de los espacios artísticos más relevantes de la ciudad.
Pues más allá de las exposiciones, El Cerdo de Babel publicó también dos libros ilustrados por Geroca. El primero fue Cerdos, una colección de fábulas del escritor Julián Herbert, y el otro fue en colaboración con el historiador Carlos Manuel Valdés. Para Castillo, estos diálogos creativos eran relevantes para el artista.
“El caso de Geroca con el Cerro de Babel es muy participar, porque sin darse cuenta creo que él contribuyó muchísimo a la profesionalización del espacio en términos de la recepción de exposiciones. Creo que si el Cerdo tiene este prestigio como un espacio independiente para las artes visuales es en gran medida por Geroca”, quien con su “visión muy peculiar, muy particular, de nuestras ciudades del noreste, particularmente de Monterrey, de Saltillo se erigió desde hace mucho tiempo como uno de los grandes plásticos del noreste de México”, concluyó Castillo, quien adelantó que hoy El Cerdo de Babel montará una mesa especial para recibir ofrendas en memoria del artista que tuvo en el bar su segunda casa, una que moraba como un fantasma: con presencia aunque ausente.
El mundo personal
Pero la figura de Geroca, el artista que odiaba la ciudad infestada de coches, las calles intransitables y a los gobiernos que la mordían como perros –metáfora que solía presentar en sus cuadros–, se complementaba con la del caminante matutino que solía visitar el café Flor y Canela para un desayuno frugal acompañado siempre de su libreta y su lápiz, un hombre que también tenía cariño por la ciudad que lo vio nacer en febrero de 1955 y que le regalaba la variada arquitectura del Centro Histórico, particularmente la Catedral de Santiago, personaje principal de muchos de los cuadros más grandes de sus exposiciones, así como los cielos de azul intenso que cubría a sus personajes que vivían encerrados en cantinas, y que a la luz mortecina de un foco sucio, se observaban sus órganos sexuales mientras orinaban en los baños, o gritaban en silencio ante la violencia ensordecedora de la vida. Una que ofrecía, también, el placer erótico del ligue hetero pero también homosexual, las carnes redondas de sus mujeres y los rostros adustos de sus hombres en un baile musicalizado, seguramente, por una rocola antigua.
Una música que llenó mucho de los cuadros de series como Transeúntes, Las Manzanas, Ratones… que Geroca expuso en diversos años, y en los que los elementos unitarios podían ser las calles solitarias o llenas, la pulsión sexual representada en una fruta o un grupo de ratones parecidos a Mikey Mouse que recorrían un Saltillo atroz, diferente pero reconocible, a quien haya recorrido la ciudad.
Un camino propio
Aún así, Geroca además de fantasma es un recuerdo, como los que guarda el también artista Alejandro Cerecero quien durante los años 80 conoció al dibujante con quien colaboraría en algunos trabajos entre los que se encuentran un vitral para la Osteria 1900, en el que Geroca diseñó la pieza, pero recuerda principalmente “cuando vivía en Arteaga, en los 80, estaba recién casado, y en alguna ocasión nos pusimos de acuerdo para irnos a Arteaga, y él tenía la temática de las cantinas. Pues en esa ocasión me dijo ‘oye, quiero conocer una cantina de Arteaga’, así que entramos a una que está ahí por la acequia, que todavía existe. Y estaba un poco temeroso, porque él se sentó a dibujar y a ver directamente los personajes, esa actividad puro el ambiente diferente. Pero lo que llamó la atención es que de repente empezaron a llegar bebidas de cortesía de los parroquianos que estaban ahí. Entonces fue muy respetado su trabajo, y especialmente la idea de tomar de primera mano la temática; Geroca fue un artista que salía a la calle o a cualquier espacio a dibujar”, comentó el creador.
Para Cerecero, quien también de forma anual expone en El Cerdo de Babel, durante el aniversario del bar, el trabajo de Geroca se conforma de un mundo sumamente personal. Una mirada profunda sobre su contexto, pero también de un análisis inteligente que lo volvió uno de los principales moneros del norte mexicano durante los 80.
Según comenta el artista, Geroca “rompió las reglas, digamos que tomo otros caminos. Su pintura era muy propia, de una expresión muy personal. Es muy notable su trabajo como caricaturista de periódicos en el norte, porque eran caricaturas verdaderamente inteligentes, muy expresivas, unas obras muy breves. Cargadas con un sentido del humor muy inteligente, y creo que eso se había reflejado en su obra.
“Entonces, pues es una persona que tomó su camino, sus ideas, su lucidez expresiva. Y algo que es notable y que llamó mi atención en la exposición del año pasado, es la variedad de temas, el número de trabajos. Un artista que trabaja, que pinta, que crea. Y más que todo me sorprendió que eran óleos. Lo cual también como practicante de las artes me llama la atención, que es una técnica difícil. Acrílico creo que es muy fácil. Pero llama la atención el dominio de esa técnica sobre la parte de la temática que él tomó”, concluyó.
Así, Geroca dejó este Saltillo para recorrer el suyo propio, el que creó con pintura y esfuerzo durante décadas. Quién sabe y quizá en ese sea más real que en este, mientras que en esta ciudad siempre que un gélido viento haga temblar a sus transeúntes es el fantasma de Geroca jugando una de sus crueles bromas a los caminantes que no pueden detenerse un momento para observar lo monumental de Saltillo.
Hoy:
Homenaje a Geroca
Taberna El Cerdo de Babel
A partir de las 13:00 horas
Entrada libre
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