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Coahuila

Oposición complaciente es oposición claudicante

Por Xavier Díez de Urdanivia

Hace 2 años

El mago de las falacias volvió a desplegar su talento. Esta vez no distrajo a nadie, ni creo muñecos de paja o recurrió al conocido recurso de la descalificación “ad personam”; lo que hizo fue neutralizar a la oposición inicial encontrada por su iniciativa electoral, por la vía de sumar todas las anteriores -más de 40- que dormían el sueño de los justos en la congeladora legislativa, y abrir un proceso de homogeneización que tuviera en cuenta a todas ellas.

Así, no distrajo, no escondió y tampoco transfirió responsabilidades: logró vencer la férrea oposición a tocar siquiera el punto, por la vía de inclusión e iniciando un proceso interno de depuración el el poder legislativo mismo.

El objetivo central -a nadie se oculta- es modificar la integración, estructura y funcionamiento del INE y del sistema judicial electoral, para hacerse de su control y poder manipularlos para sus propósitos de permanencia en posesión del poder público.

Quizás en un tiempo la intención haya sido borrar del mapa a esas instituciones, pero ante la férrea oposición a esa medida, acompañada de una “sensata” reflexión, se hizo presente la idea de que haría falta un organismo de control electoral, tanto como un sistema “legitimador” de las elecciones ¿Qué mejor que aprovechar los ya existentes, transformándolos para hacerlos pasar, de estorbo, a fortaleza?

Lo que no queda claro es si existieron o no medidas paralelas de presión a los legisladores pertenecientes a los partidos llamados de oposición que forman parte del reparto, porque su postura ha sido condescendiente, cuando no francamente claudicante, al grado de que no ha faltado quien califique su actitud con el fuerte calificativo de “traición”.

Todos esos y ésas “representantes populares”, y sus partidos, harían bien si recapacitaran en vista de su responsabilidad ante sus electores y simpatizantes, pero sobre todo con México, el de hoy y el del futuro

La oposición social ha sido evidente. Al margen de las técnicas de conteo, con sólo ver lo que se dice en las redes, queda muy claro: que no se toque al INE, punto.

Habría que agregar, en esa posición adversa a las reformas, al sistema judicial electoral, que podría sufrir una merma lamentable e inadmisible en cuanto a imparcialidad se refiere.

A los legisladores de “oposición”, y a sus partidos, les toca asumir actitudes firmes, claras y contundentes en defensa de esas instituciones y su autonomía, dejando de ser complacientes con el poderoso en turno y asumiendo, con vergüenza, pundonor y valentía, la actitud que se corresponde con la responsabilidad que los ata, quiéranlo o no, al deber de hacer prevalecer los valores e instrumentos de la democracia. Ellos y ellas, nadie más, son custodios de su propio honor; perderlo, lo pagarán sus hijos y descendientes, independientemente de que su falta sea sancionada en los términos de la política y el derecho.

Ojalá no pierdan de vista que una oposición complaciente es una oposición claudicante, y que claudicar en la defensa de una plaza fuerte de la democracia tiene, como algunos ya dicen empleando una palabra muy dura, visos y un tufo intenso de traición.

La historia, que se escribe desde hoy, los juzgará en todo caso.

Higinio González Calderón. El jueves 3 de noviembre se cumplió un año de la partida de ese hombre de bien que fue Higinio González Calderón, cuya bonhomía pervive en su familia. El Gobierno del Estado le rindió el homenaje epónimo de nombrar, por él, a una escuela secundaria en Saltillo. Merecido homenaje fue ese, pero insuficiente frente a las aportaciones del profesor a su comunidad. Algún día será mejor atendido ese reclamo de justicia póstuma y se pondrá su nombre, por ejemplo, al bulevar en que se encuentra el campus de la Uane en Saltillo. Sería un mejor y más adecuado reconocimiento a sus méritos, que honraría, también, a la ciudad y a la autoridad que lo confiriera.

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