Es lamentable aceptar que en estos últimos tiempos estamos viviendo un síndrome delictivo, pues enterados por los medios de información nos damos cuenta de las múltiples formas, métodos y sistemas de delinquir, hasta de quien ni se imaginan las víctimas.
Los delitos más comunes que se vienen cometiendo son robos sorpresa y rápidos en las afueras de las instituciones bancarias al arrebatar el dinero a la víctima escogida y que generalmente acaban de retirar varios miles de pesos.
La pregunta normal es ¿cómo supo el o los rateros que tal o cual persona acababa de recibir del banco una buena cantidad?. Son magos esos delincuentes o cómo saben. Son muchas las preguntas que se hace la gente, además de que la creencia más firme es de que uno o más de los sinvergüenzas están apostados en el interior del área de las cajas y con sigilo están observando quién será su víctima.
Los bancos están obligados a establecer reglas más estrictas, al igual que redoblar la vigilancia que por cierto la que actualmente tienen es muy pobre, pues de hecho podría afirmarse que no la hay.
En el interior de los bancos y nos referimos en el área de cajas, hay una serie de prohibiciones como el no usar el teléfono celular, cachuchas o lentes oscuros. Sin embargo en ningún momento, se restringe el acceso a nadie, es decir, puede entrar uno o varios acompañantes, lo que es aprovechado por los malandros para nutrirse de información y cometer sus robos.
Además en las ventanillas se ve muy claro que quienes laboran ahí no se les restringe el uso de celular, asumiendo hipotéticamente que estuvieran involucradas o involucrados, avisando a alguien de afuera de los clientes que retiraran montos muy importantes.
Otra modalidad es la de aprovecharse la información de archivo que tienen instituciones y empresas particulares para obtener datos sobre nombres, domicilios y otros generales de aquellas personas a las que se les escoge para extorsionarlas o que la visiten los “cacos” o ladrones como igual se les conoce.
Para esto, los delincuentes tienen que contar con la complicidad de los responsables de los bancos de datos o archivos. Ahora con la modernidad es muy fácil la justificación de la venta de datos personales, adjudicándoselas al “hackeo”, de la información por medio de los celulares o computadoras, siendo este el pretexto para asegurar que la institución bancaria no proporciona ningún dato a terceros. Aunque este argumento queda invalidado porque son ellos, es decir, los bancos quienes proporcionan los números personales y laborales para estar cobrando y recordando los pagos de las tarjetas de crédito. Algo que por cierto las mismas instituciones financieras contratan el servicio de terceros para realizar dichos cobros.
Las cosas se ponen difíciles y como bien dicen, ya no hay ni a quien irle, pues lamentablemente es la situación que estamos viviendo no solo los coahuilenses, sino en todo el país.
De que se tienen que instrumentar una serie de medidas en aquellas instituciones y empresas privadas o públicas que manejan nombres, domicilios, teléfonos, etc., de clientes, proveedores, derechohabientes, cuenta-habientes y otras ramas más, es toda una realidad y sería por el bien de todos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org
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