El capricho ridículo que propuso Trump, ese de cambiar el nombre al Golfo de México, por Golfo de América, aparece como un desplante que el resto del mundo no comparte.
Google anunció que en su aplicación Google Maps cambiaria el nombre.
Claro, las denominaciones y nombres geográficos no los deciden ni el gobierno de los países, ni una aplicación de redes, que, por cierto, muchos piensan que será sustituida y aplastada por aplicaciones de inteligencia artificial. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) regula los nombres geográficos a través del Grupo de Expertos de las Naciones Unidas en Nombres Geográficos (UNGEGN).
Aprovechando el ridículo, la mayordoma de la máxima autoridad de la 4T, propone cambiar el nombre del mar de Cortés. “Pues es territorio nacional,” de nuevo se equivoca la doctora de dos cilindros, en el Mar de Cortes, solo son respetadas 12 millas náuticas como territorio nacional, el gobierno mexicano reclama 200 millas, pero, embarcaciones gringas chinas y demás, navegan esas aguas, reclamando que son aguas internacionales.
Lo divertido sería que, para el Golfo de Cortés, que nombre tiene como ilusión la encargada del despacho: ¿Golfo de Noroña? ¿Golfo de don mojón, Mar Macedonio, Mar del bienestar?
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