Cuando pensamos en Friedrich Nietzsche acaso se nos vengan a mente algunos a priori que resultarían francamente refutables, aunque evidentemente su fama seguiría igual de monumental.

La influencia de este filósofo que rompía algunos cánones a la hora de abordar sus inquietudes intelectuales es imprescindible para los pensadores del futuro. Así pues, su filosofía, no pocas veces carentes de poesía y calidad narrativa, está junto al pensamiento de otros grandes nombres que nos resultan igualmente notables, como Kant o Schopenhauer, de quienes sabemos Nietzsche tendrá en un principio fuertes influencias.

Filólogo de formación y filosofo en su práctica, Nietzsche también fue un amante de la música, teniéndola como la expresión artística más pura. Es notable pues que el filósofo tuviera un acercamiento a la vida y obra de Wagner, imán para todos los que lo rodeaban, lo sabemos. Nietzsche no será la excepción, al menos desde su primer encuentro en 1868 y hasta su ruptura en 1876.

El motivo: Nietzsche no soportaba la fijación de redención en los personajes de Wagner y el moralismo que conlleva esta redención en prácticamente todos sus personajes. Amen de su antisemitismo, fama de Nietzsche, por otro lado, infundada por la tergiversación de su obra por parte de la hermana de éste luego de su muerte en 1900.

Pero regresando a la melomanía de Friedrich, llega hasta nosotros música compuesta por el filósofo. Preponderantemente para piano, aunque tenemos algún par de ejemplos de música vocal y de sí, con asombro, música religiosa. Como gran improvisador de piano que era, su obra tiene características propias del siglo XIX, música y estilo que además consideraba superior, con excepción de Bach de manera positiva y de Mendelssohn de manera negativa, pues lo consideraba irrelevante, como la mayoría de música del siglo XVIII.

Acaso sea sesgado juzgar su música a la luz de su fuerza como filósofo, pero pensarlo sentado frente al piano, sobre todo antes de que la locura se apoderara de él, divagando en armonías y melodías confundidas con sus pensamientos apolíneos y dionisiacos me parece simplemente maravilloso. Un filósofo que nos mueve a pensar y que a la vez, con su música nos invita a fugarnos de la realidad mientras que paradójicamente la afirmamos no puede ser irrelevante para nadie que se incline por escarbar en las profundidades de su propio ser.