La necrofilia es una parafilia o una expresión comportamental de la sexualidad, como lo plantea la escuela sexológica de Juan Luis Álvarez Gayou. Esto quiere decir que una persona que es necrófila obtiene un placer y excitación por estar cerca, tocar o ver a una persona sin vida, tener actividad sexual con ella, tocarla, mutilarla, y engullir sus partes del cuerpo muerto: las combinaciones de esta práctica son muchísimas y pues de variadas formas se practican en el
mundo.
Las personas en este planeta que conviven con sus ancestros muertos sin duda realizan prácticas necrofílicas, quizás no con fines sexuales, pero sin duda es necrofilia, no erótica, pero lo es. Aunque se le califica como una perversión, más bien en algunos casos pudiese ser considerada delito, ya que implica profanación de cadáveres, al menos en nuestra cultura.
El pueblo de los toraja de Indonesia convive con los cadáveres de sus familiares principales, a los cuales les acomodan un sitio especial en su sala, los cambian, lavan, alimentan y hasta les ponen un cubo para sus excrementos. Los consideran como enfermos, les hablan y cohabitan con ellos. Es una práctica necrofílica, aunque no implica la pulsión sexual o de excitación como en otros casos. Como sea la práctica de una expresión comportamental del sexo, se relaciona particularmente con las personas que trabajan con cuerpos de personas fallecidas.
Nuestra misma celebración de los muertos tiene una pulsión necrofílica no erótica, ya que nuestra idea de celebración de la muerte es una conciliación con el otro mundo, a donde nuestras ánimas irán a dar. Todas las culturas del mundo han desarrollado formas de celebrar los ritos mortuorios, como dejar a los muertos a la intemperie y permitir que los cuervos los comiesen y luego los parientes iban a por los huesos limpios o como los esquimales que creían que dejar a sus viejos en el hielo, a merced de los osos que los devoraban, les permitía ir entonces por el oso y matarlo para traer el espíritu del ancestro devorado al pueblo.
Pero en la cuestión de la necrofilia a nivel erótico, una de las prácticas más comúnes sería la de abuso sexual al cuerpo muerto. O bien a mantener actividad sexual con una o más partes seccionadas de un cuerpo humano. Y en los casos extremos, agredir y matar a una persona para que otra pueda abusar de ella o él sexualmente siendo un cadáver. Este mórbido tema es antiguo e inherente a la historia de la humanidad y lo peculiar de cada uno de sus ritos funerarios.
En el siglo 19 Richard von Kraft Ebing ya definía a las parafilias como pulsiones inherentes al ser humano. Pero las historias sobre la misma además de su morbo contienen el ejercicio de otras parafilias y también del canibalismo, el abuso sexual, la ausencia de consentimiento lo cual es una violación y agresión sexual a un cadáver. Son muchos los asegunes y en especial cuando ésta es una práctica preferente para generar excitación sexual.
Las expresiones comportamentales del sexo o mal llamadas parafilias son un rasgo inherente, particular y personal de cada quien y, como en todos los casos de filias, se manifiestan de manera distinta en cada individuo. Por ejemplo, una persona exhibicionista, puede ser a su vez también un pedófilo, porque lo hace frente a un niño. O por ejemplo una persona que practica la urofilia, no necesariamente se la bebe, o una persona que es sadomasoquista no necesariamente es una entidad sumisa. Existen muchas maneras en las que se manifiestan y son personales y únicas. Nos vemos en las redes sociales @Ivaginaria.
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