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Narra Merkel juegos de poder de Putin y contrastes con EU

  Por Grupo Zócalo

Publicado el martes, 26 de noviembre del 2024 a las 23:50


La ex Canciller alemana Angela Merkel narra en sus memorias los juegos de poder que vivió con Vladimir Putin y reuniones con Trump y Obama

La ex Canciller alemana, Angela Merkel, recuerda los “juegos de poder” de Vladimir Putin a lo largo de los años, rememora encuentros contrastantes con Barack Obama y Donald Trump, y afirma haberse preguntado si pudo haber hecho más para evitar el Brexit, en sus memorias publicadas el martes.

Merkel, de 70 años, parece no tener grandes dudas sobre las principales decisiones que tomó en sus 16 años como líder alemana, entre cuyos principales desafíos estuvieron la crisis financiera global, la crisis de deuda en Europa, la afluencia de refugiados de 2015 y 2016 y la pandemia de Covid-19.

Fiel a su estilo, su libro —titulado “Libertad”— ofrece un sobrio relato de sus primeros años de vida en la comunista Alemania Oriental y su posterior carrera política, salpicado de momentos de humor seco.

Durante su mandato, Merkel vio pasar a cuatro Presidentes de Estados Unidos, cuatro presidentes franceses y cinco primeros ministros británicos. Pero quizás sean sus tratos con el Mandatario ruso, Vladímir Putin, los que han provocado un mayor escrutinio desde que dejó el cargo, a finales de 2021.

Merkel recuerda que Putin la hizo esperar en la cumbre del Grupo de los Ocho que ella organizó en 2007 —“si hay algo que no puedo soportar, es la impuntualidad”. Y relata una visita al balneario ruso de Sochi en el mar Negro ese año, en la que el labrador de Putin apareció en un momento fotográfico, aunque Putin sabía que ella tenía miedo a los perros.

Putin pareció disfrutar de la situación, escribe, pero ella no lo mencionó —apegándose, como solía hacerlo, al lema “nunca expliques, nunca te quejes”.

El año anterior, relata que Putin señaló unas casas de madera en Siberia y le dijo que allí vivían personas pobres que “podrían ser fácilmente seducidas”, y que grupos similares habían sido alentados con dinero del Gobierno de Estados Unidos para participar en la “Revolución Naranja” de Ucrania de 2004 contra el intento de fraude electoral. Putin, dice ella, añadió: “Nunca permitiré algo así en Rusia”.

Merkel dice que le irritó la actitud “farisaica” de Putin en un discurso pronunciado en 2007 en Múnich, en el que se alejó de los intentos anteriores de establecer lazos más estrechos con Estados Unidos. Dijo que esa aparición mostró a Putin tal como ella lo conocía, “como alguien que siempre estaba en guardia por si era maltratado y listo para atacar en cualquier momento, incluso mediante juegos de poder con un perro y haciendo esperar a otras personas”.

“Todo esto podría parecer infantil y reprochable, uno podría sacudir la cabeza por ello — pero eso no hacía que Rusia desapareciera del mapa”, escribe.

Como lo ha hecho antes, Merkel defiende un muy criticado acuerdo de paz de 2015 para el este de Ucrania, que ella ayudó a negociar, así como las decisiones de su gobierno de comprar grandes cantidades de gas natural a Rusia. Y argumenta que fue correcto mantener los lazos diplomáticos y comerciales con Moscú hasta que dejó el poder.

Tras su primer encuentro con el entonces senador Barack Obama en 2008, Merkel concluyó que podrían trabajar bien juntos. Más de ocho años después, en su última visita como presidente en noviembre de 2016, él fue una de las personas con las que discutió si debía buscar un cuarto mandato.

Obama, dice ella, hacía preguntas, pero se abstuvo de opinar, y eso, en sí mismo, fue útil. Él “dijo que Europa aún podría necesitarme mucho, pero que en última instancia debería seguir mis sentimientos”, escribe.

No hubo tal calidez con Trump, quien criticó a Merkel y a Alemania en su campaña de 2016. Merkel dice que tuvo que buscar una “relación adecuada… sin reaccionar a todas las provocaciones”.

 

En marzo de 2017, hubo un momento incómodo cuando Merkel visitó por primera vez la Casa Blanca de Trump. Los fotógrafos gritaron “¡dense la mano!” y Merkel preguntó discretamente a Trump: ”¿Quiere que nos demos la mano?” Trump, quien miraba hacia adelante con las manos entrelazadas, no respondió.

Merkel culpa a su propia reacción.

“Él quería crear un tema de discusión con su comportamiento, mientras que yo había actuado como si tratara con un interlocutor que se comportaba normalmente”, escribe. Añade que Putin aparentemente “fascinaba” a Trump y, en los siguientes años, tuvo la impresión de que “los políticos con rasgos autocráticos y dictatoriales” lo hechizaban.

¿Se pudo evitar el Brexit?

Merkel asegura que trató de ayudar al entonces Primer Ministro, David Cameron, en la Unión Europea mientras enfrentaba la presión de los euroescépticos británicos, pero que había límites en lo que podía hacer. Y, señalando los esfuerzos de Cameron a lo largo de los años para apaciguar a los oponentes de la Unión Europea, dice que el camino hacia el Brexit es un ejemplo clásico de lo que puede provocar un cálculo erróneo.

Cuando los británicos votaron por salir del bloque en 2016, un resultado que ella califica como una “humillación” para sus otros miembros, dice que la pregunta de si debería haber hecho más concesiones a Reino Unido “me torturó”.

“Llegué a la conclusión de que, en vista de los sucesos políticos ocurridos en ese momento en el país, yo no habría tenido ninguna posibilidad aceptable de evitar la salida de Reino Unido de la Unión Europea desde el exterior”, dice Merkel.

Renunciar al poder

Merkel fue la primera Canciller alemana en dejar el poder en el momento en que lo decidió. Anunció en 2018 que no buscaría un quinto mandato, y dice haberlo hecho “en el momento adecuado”.

Como prueba, señala tres incidentes de 2019 en los que su cuerpo tembló en eventos públicos. Merkel dice que se sometió a una revisión a fondo y que no se encontraron problemas neurológicos ni de otro tipo. Un osteópata le dijo que su cuerpo estaba liberando la tensión que había acumulado durante años, agrega.

“Libertad” tiene más de 700 páginas en su edición original alemana, publicada por Kiepenheuer & Witsch. La edición en inglés se publica simultáneamente por St. Martin’s Press.

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