Saltillo
Por Maru Valencia
Publicado el domingo, 7 de julio del 2024 a las 06:00
Saltillo, Coah.- Al escuchar a Martha uno no puede más que sentir coraje contra el mundo. Los docentes, en lugar de guiarla, le pusieron trabas; los compañeros de clase le dieron la espalda, la sociedad, lejos de integrarla, la excluyó sistemáticamente.
Martha Verónica Ramírez Gómez tiene 39 años, es sicóloga, invidente, tiene discapacidad auditiva, artritis reumatoide y cinco prótesis en su cuerpo; está acostumbrada a nadar contracorriente y quizá por eso su próxima meta es convertirse en nadadora profesional y competir en las Paraolimpiadas.
“ Ha sido muy difícil, emocionalmente ha sido muy desgastante, porque para mí ha sido remar contracorriente, porque tristemente no se cree que una persona con discapacidad puede salir adelante”, expresa.
Martha es una guerrera que nació luchando: es prematura de 8 meses, pesó un kilo 600 gramos, a los tres meses le detectaron cataratas congénitas y a los seis la operaron para que pudiera ver, así que siempre fue débil visual.
Cursó sus estudios en escuelas regulares y, sin entender nunca por qué, sus maestros se ensañaron con ella, le negaron el aprendizaje, la relegaron de las actividades y fomentaban la discriminación, de ahí que no tuviera ni un amigo durante primaria y secundaria.
Por fortuna su mamá es maestra de primaria, así que con macro tipos y mucho amor, le enseñó a leer y escribir, pero al llegar a secundaria las cosas se complicaron.
“ En sexto año me operaron de un derrame en el ojo izquierdo, se me desprendió retina y se me desarrolló glaucoma en el ojo derecho”, recuerda, “me operan, se mantuvo el ojo, pero ya no con la misma capacidad visual, fue disminuyendo al grado que yo no veía, si acaso veía bultos, colores, sombras, la luz, pero de ahí en más ya no, y mi mamá dijo, ‘ya sin ver, ¿cómo le voy a hacer?”.
Todo en contra
En las mañanas Martha iba a una escuela para niños invidentes y por las tardes asistía a la secundaria Juan Antonio de la Fuente donde empezó a tener problemas motrices y requería apoyo para trasladarse de un salón a otro. Nadie se lo dio.
“ Se tiene la creencia de que se pega, eso es lo que me decían en la secundaria, que no me ayudaban, porque ellos se iban a quedar también ciegos y sus propias familias se los decían”, afirma.
Inteligente y dedicada, Martha sabía que el estudio era una herramienta poderosa para salir adelante, para trabajar, ser independiente y valerse por sí misma, pero la vida no se lo estaba haciendo fácil.
Y fue en esta etapa cuando Martha pensó en el suicidio.
“ ¿En qué momento me dio miedo el mundo? Cuando estaba en la secundaria, de hecho tuve intento de suicidio por lo mismo, porque ya era tanto la presión social, lo que estaba viviendo emocionalmente, el rechazo, el rechazo a mí misma, porque no veía y yo quería ver, era la no aceptación a esa pérdida, y sí me dio miedo”, acepta.
“ Fue decir: estoy cansada, realmente no me acuerdo, porque sí fue algo muy fuerte, yo creo que es parte de mi bloqueo, lo único que recuerdo es que mi hermana mayor entró justamente en el momento que lo iba a intentar y ella fue la que me salvó, tenía mis 14 años”, dijo.
Poco a poco
La preparatoria en la Narváez fue mejor: empezó a tener amigos y uno de sus tutores era débil visual, así que la ayudó mucho, pero aún se topaba con docentes que la discriminaban, como el de Química, que le puso un examen diseñado no para aprender, sino para que reprobara la materia.
“ El coordinador no me quería y me dice tú ‘eres la culpable’, y le digo, ‘¿por qué yo tengo que ser la culpable?’, y me dice ‘porque tú no deberías estar aquí’, y le digo, ‘¿y quién dice que no?’. Yo estaba al borde del llanto porque no me esperaba ese comentario”.
Con terapias, operaciones, recaídas emocionales y mucho apoyo de su familia, Martha entró a sicología y, lejos de lo que pudiera pensarse, se topó con maestros que realmente no deberían ejercer.
“ Tuve altercados con una de mis maestras, que llegó al punto de decirme: ‘por mis calzones no vas a salir’, y le dije, ‘pues por los míos sí”, aseveró.
Ayuda de la tecnología
Con la llegada de aplicaciones diseñadas para invidentes, el panorama de Martha se abrió por completo: usa el celular con facilidad, mensajea con personas de México y el mundo, y está en grupos con gente que comparte sus gustos.
“ Uno de mis grandes sueños desde muy niña, era llegar a una competencia de natación, nunca había encontrado una institución que me aceptara”, comenta.
“ Y ahora tuve la oportunidad de que me ofrecieron ese apoyo de enseñarme a nadar, le dije a mi entrenadora ‘mi ilusión es esta’, y me dijo ‘vamos a echarle ganas’, y ese es uno de mis grandes sueños que quiero cumplir: llegar a una paralimpiada”.
Porque de eso se trata la vida, de seguir adelante, de no dejarse rendir, de tejer una red de apoyo, de tener metas, de luchar por los sueños, de mejorar la autoestima, de quererse a uno mismo, y abrazarse y cuidarse.
“ Yo siento que el mundo es bonito, siempre y cuando cada quien tenga su lugar, y tengamos amor hacia el prójimo, a uno mismo y al prójimo, porque si quieres que te traten de una forma tú también debes hacerlo”.
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