Internacional
Por
El Universal
Publicado el viernes, 29 de agosto del 2008 a las 14:30
México.- Justo cuando el espectro de la guerra fría ha reaparecido con la disputa Rusia-Occidente por la invasión de Georgia, se dio a conocer la muerte del protagonista de uno de los episodios de espionaje más controvertidos de ese periodo: el deceso por “una larga enfermedad”, el pasado día 23, de Yuri Nosenko, quien desertó de la agencia soviética KGB en 1964.
Nosenko entregó información vital a Estados Unidos y una revelación muy notable fue acerca del paso por México y la Unión Soviética del presunto asesino del presidente estadounidense John F. Kennedy: Lee Harvey Oswald. Según Nosenko, Oswald nunca fue un agente de la KGB y la agencia soviética de espionaje lo consideró muy inestable mentalmente como para ser útil.
En un testimonio secreto que brindó en mayo de 1978 ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre asesinatos, Nonsenko dijo que en 1963 le fue mostrado un reporte enviado por la KGB desde la ciudad de México, que consignaba que Oswald había visitado el consulado de la embajada soviética en la capital mexicana donde hizo una solicitud de visa para viajar a la entonces URSS.
Nosenko dijo que el agente de la KGB en México preguntaba en el reporte qué se opinaba al respecto y qué acciones deberían ser adoptadas. Nosenko dijo que era la primera vez que oía hablar de Oswald desde 1959 y que ignoraba que éste había dejado la URSS, donde se había casado con una soviética. El jefe de su departamento en la KGB dijo que ya habían tenido suficientes problemas con Oswald y que no querían tratar con él otra vez, y que se le respondiera en la legación soviética en México que regresara a EU y pidiera la visa allí.
Nosenko hizo otras revelaciones importantes a los estadounidenses sobre cómo los agentes soviéticos se habían infiltrado en embajadas europeas e incluso sobre los 52 micrófonos que los rusos habían plantado en la propia embajada estadounidense en Moscú.
Cuando Nosenko desertó, algunos funcionarios de la CIA dudaron que fuera realmente un desertor y concluyeron que la KGB lo había sembrado para confundir a Estados Unidos acerca de Oswald. En 1962 Nosenko había contactado a la CIA en Ginebra, diciendo que estaba dispuesto a espiar para ellos para reponer a la KGB 200 dólares que le había robado una prostituta en una borrachera. Según un obituario del Washigton Post, luego admitió que había inventado esa historia.
En la CIA se preguntaban si alguien realmente estaría dispuesto a traicionar a su país por tan ínfima cantidad.
Nosenko fue encarcelado, en confinamiento solitario, en una celda iluminada las 24 horas, recibiendo un trato parecido al de un preso en el gulag, según cuenta Tim Werner en su libro “Legado de cenizas. La historia de la CIA”.
La suerte de Nosenko cambió en 1967, cuando después de pasar múltiples pruebas del detector de mentiras, fue liberado. Dos años después, según relató The New York Times, se le acreditó como un desertor legítimo. Con una nueva identidad se convirtió en consultor para la CIA, recibiendo un pago de 80 mil dólares y una casa en su nueva patria.
Weiner dice que gracias a la información proporcionada por Nosenko, Estados Unidos pudo identificar a 200 extranjeros y 283 estadounidenses en quienes la KGB había mostrado interés. También identificó a 300 agentes de inteligencia soviéticos y sus contactos en ultramar y a 2000 oficiales de la KGB.
Nosenko amplió el conocimiento de la CIA sobre los métodos de la KGB para chantajear a diplomáticos extranjeros y periodistas.
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